miércoles, 23 de mayo de 2012

Edición soporte papel/Mayo de 2012



Arte de tapa

Autor: Stella Corradini
Título: Pensamiento
Técnica: Óleo sobre tela
Medidas: 41cm x 29cm

Stella Corradini

Nacida en Río Cuarto (Córdoba). Vive en Vicente López, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Es dibujante y proyectista en empresas.
Dibujo en arquitectura.
Trabajos: lápiz, carbonilla, pastel, acuerela, acrílico y óleo.
Estudió Decoración de Interiores con el Profesor Manero.
Además realiza esculturas en jabón con pátina; caricaturas y avisos.





Delfina Acosta-Paraguay/Mayo de 2012


El oficio del escritor se ha deshumanizado


Sociología del crimen y la desviación; Elogio de la basura. La resistencia de los excluidos; Juventud a la deriva; La cultura de la corrupción; La derrota social de la muerte; Profesores indignados. Manifiesto de desobediencia académica.
El prestigioso escritor y sociólogo español Fernando Gil Villa dice sin rodeos lo que piensa en torno a la literatura. Hace observaciones extraordinariamente sinceras sobre el oficio del escritor, partiendo de su capacidad para analizar y examinar a los escritores. “La originalidad literaria se convierte en una obsesión y lleva a mezclas que nadie entiende, ni su propio autor”, confiesa. Su producción literaria es abundante: El mundo como desilusión. La sociedad nihilista; Individualismo y cultura moral; La exclusión social; La delincuencia y su circunstancia.
¿Existe o no basura literaria en España y en otras latitudes?
Por doquier hay la basura literaria. Como no podía ser menos en un mundo donde la basura, en general, reina. En un mundo donde las cosas duran menos que nunca, incluidas las cosas sociales, por tanto las relaciones con las personas, los animales y los lugares, es lógico que las crónicas que dan noticia del mismo también queden afectadas y se desechen con rapidez. En la biblioteca pública de Salamanca, por ejemplo, alojada en un bello palacio gótico, me sorprendió que uno de mis libros estuviera alojado en los sótanos, lo que llaman el depósito.
“Ah —me contestaron—, será que se publicó hace más de diez años”. Salí con aire compungido. O sea que un libro con diez años se considera cadáver y por eso se llevan a la cripta, el cementerio subterráneo que en la jerga de las burocracias modernas ha pasado a denominarse “depósito” (depósito de cadáveres). Por supuesto, hay otras razones para explicar tantos desechos literarios. Todo el mundo se cree escritor. Hay gente que manda a sus hijos a una escuela de creación literaria y paga fortunas. Los pobres ilusos albergan la secreta esperanza de que su hijo o hija llegarán así a ser grandes escritores. ¿Por qué? Porque se ha extendido la creencia de que la literatura forma parte del capital humano en el que se puede invertir como en un saco sin fondo. El acceso universal a la educación en las democracias avanzadas conlleva este tipo de prejuicios como un precio lastimoso que debemos soportar.
¿Ha perdido humanismo la literatura?
Sí, porque el oficio del escritor se ha deshumanizado. Por un lado, entiende como un conjunto de técnicas que uno se puede aprender si se compra los fascículos en su quiosco, igual que se puede comprar revistas para aprender a cocinar. Por otro, se cree que todo es posible en cuestión de estilos. Así como la persona en general vale más si “crece” continuamente, es decir, si acumula nuevas experiencias (por cientos), así, en algunos casos, la originalidad literaria se convierte en una obsesión y lleva a mezclas que nadie entiende, ni su propio autor. En otros casos, la humanidad se pierde por la ambición comercial: muchos escritores se apuntan a las modas (tanto de temas como de estilos narrativos) para ser éxito de ventas. Por último, destacaría el desafío de las nuevas tecnologías. Con internet y los libros electrónicos está servido el copiar, alterar más o menos levemente párrafos y pegarlos en un documento nuevo que se hace pasar por propio. La cantidad de versiones híbridas posibles es infinita. El género híbrido desafía la idea de originalidad y de autenticidad.
¿Qué libros recomiendas a los jóvenes?
Los clásicos, sin duda. Que comiencen por autores del siglo XIX (Balzac, Dickens, Dostoievski) y luego salten al siglo XX (Proust, el Joyce del Retrato del artista adolescente, Rulfo, Julien Gracq). Que se olviden del XXI hasta que dejen de ser jóvenes, por tanto, tal vez para siempre.
¿Cómo escribir poemas en medio de tanta crisis, desempleo e intolerancia?
Muy sencillo, llevándose las manos a la cabeza, imitando al personaje pintado por Edvard Munch en “El grito”.
¿Cuáles son los escritores de Latinoamérica que son leídos en la patria de Cervantes?
Cada vez más, por fortuna, pero hay algo de perverso en la nueva ola editorial latinoamericana en España; me explico: pasado el furor del realismo mágico, ahora los sellos editoriales españoles se esfuerzan por conceder muchos premios a autores latinos. Eso sería bueno si fuera sincero, pero resulta que los patronos de las grandes editoriales (y los de las pequeñas también) constantemente aluden a que lo que les salva de los números rojos desde hace años, por la grave crisis que padecemos en España, es el mercado latinoamericano. Así que uno no puede evitar pensar mal.
Publicitan autores latinos porque les remuerde la conciencia, como compensación ante la rabiosa explotación del mercado latino.
¿Qué papel juegan las redes sociales en la difusión de la poesía?
Soy de los que opinan que se sobrevalora el papel de las redes en general.
Ahora hay una manía por explicar cualquier fenómeno social (desde las manifestaciones hasta los asesinatos) por las dichosas redes. Pero la verdad es que decir que las redes lo explican todo es como decir que no explican nada. Imaginemos que a cada ciudadano le da por escribir un poema cada día en su blog. Tenemos entonces millones de blogs con trillones de poemas. Si repartimos el tiempo de lectura, suponiendo que todo ciudadano dedica un tiempo prudente a leer poemas de otros (lo cual es mucho suponer), la probabilidad de que te lean un poema será menor en este contexto nuevo que si lo hubieras publicado en papel, en un escenario tradicional.
Esta es la simulación más optimista, el modelo más racional, digamos. Pero existe otro que también puede darse, y es que, ante la situación planteada, la gente compita por recibir visitas, como lo hace ya por acumular amigos en facebook. Cuantos más amigos incorporas, más vales. Cuanto más crezca el número de los que pusieron “me gusta” en la visita a tu página para leer tu poema, mejor poeta eres. Obviamente esto es una locura en toda la extensión de la palabra, es decir, una enajenación total de la poesía, destrozada por una mezcla de narcisismo y mentalidad consumista.


NECESITO UN MASAJE
Mientras esperas,
sentado en el sofá,
que se pose la mano tibia,
ha de pasar sobre la tierra
un silencio de niños dibujado,
el traje del obrero con polvo de pastel,
y luego pequeñas cosas: delfines
flotando en azulejos, el impulso
misterioso de músicas lejanas.
Mientras esperas que los azulejos
de tu cuerpo brillen entre sus manos,
tienes el derecho a creer
que nunca acabaremos
porque no somos la nube
sino algo más ligero,
una huella que dejó el cielo:
viento
celeste.



Fernando Gil Villa

Alba Bascou-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


                                       1982


EL GAUCHO RIVERO NO HA MUERTO

          Nos dijeron que pasábamos la Isla de los Estados. Con tanto ruido y temblor de nuestros cuerpos no entendíamos nada. Los gritos del oficial incitándonos, exigiéndonos, a defender la patria, sacudían mis oídos. Una voz aguardentosa pasaba por los altavoces tratando de convencernos de que estábamos ganando. Triunfábamos.
          Viento, hambre, frío... y el mar azul verdoso infinito. Y mucho frío...Hielo. Y el recuerdo de caras familiares subían y bajaban dentro de mi cabeza como simples navegantes, con obsesión.
          Después la NADA.
          Hoy miles y miles nos transformamos en habitantes de sus aguas, de esta agua. Somos peces que atravesamos las olas del Atlántico Sur y a veces llegamos a las costas de Puerto Argentino y cuando elevamos la cabeza, nos sorprende un monumento de quienes hicieron posible nuestra muerte.
          La muerte nuestra y la de la soberanía de un pueblo, en manos de piratas ajenos a las costas y a las tierras de la patria. A nuestra gente.
          Dueños del poder económico, viejos sádicos piratas, a pesar  del barniz de democracia. Todavía alcanzamos a leer una fecha, 14 de junio de 1982, en esa pirámide y una dedicatoria, que avistamos desde nuestros cuerpos sumergidos. Es entonces, cuando nuestros brazos se transforman en aletas, se agitan, y nuestra boca ruge como las de los leones de los mares emitiendo un canto lleno de esperanza y fuerza, porque estamos convencidos de que no podrán doblegarnos porque no estamos muertos. Vivimos en la carne y la memoria de millones de argentinos. En este mar, que no perdonará la sangre esparcida sobre sus azules y su espuma blanca.


Partiendo de Puerto Argentino, enero 9 de 2002.



Nota: El título responde al gaucho Antonio Rivero, entrerriano,  que en 1827 fue enviado como peón por el entonces gobernador argentino de las islas, Luis Vernet  junto a otros. En 1833, se produce en Malvinas la ocupación británica  contra la cual se subleva Rivero como otros dos gauchos Brassido y José María Luna, sumándose a éstos, otros charrúas Luciano Flores. Manuel González, Marcos Latorre, Felipe Zalazar y Manuel Godoy .Como en toda la historia hasta nuestros días, los ingleses descalificaron a nuestros hombres tratándolos de salvajes, amotinados y llevados como prisioneros al Reino Unido.
Lo cierto es –según las versiones- que lograron enarbolar el pabellón argentino, como símbolo de nuestra soberanía.
Y fueron liberados, a pesar de que se les quería aplicar la pena de muerte, porque su lucha fue en un territorio que los ingleses -en ese momento-no tenían en su imperio.

Ofelia Capodacqua-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


Dos cuerpos


Los encontré helados, tiritando de frío
en la noche lluviosa, patética,
en el refugio de un zaguán, cubiertos de harapos.
Los encontré en la mañana de niebla
limpiando vidrios en calles peligrosas.
Dos cuerpitos rogando una moneda.

Los encontré ofreciendo flores
frente a coches suntuosos.
Los encontré sin saber que de mi alma
ya nunca se borrarían        herida latente.
Con manos unidas, mi voz tiritaba una oración
y helada me pregunté por qué.
Los encontré comiendo migajas
de manos de un patrañero maestro,
siniestra calle de corrupción, camino al desvío.
La imagen de la justicia soltó la balanza.
En sus manos, pájaros heridos
caen al abismo        como mi corazón.





Buenos Aires

Yo te canto
como gritaron en un canto
los que lucharon contra el invasor.

Como cantaron las mulatas
en el Río de la Plata,
como tu primer payador,
como soldados en la batalla.

Yo te canto Buenos Aires
con mi ronca voz poseída,
como cuando canté en mi niñez
a nuestra bandera.

Te canto a tus mañanas iluminadas,
recordando mi juventud,
cuando las cruzaba en busca del tranvía
camino al trabajo.

Te canto con el alma,
como canto de rodillas
frente a tus altares,
con mi voz enronquecida
por orar infundiéndote renacer.

Con la misma voz
con que canté
en las noches de tormenta
cobijando a mis hijos.

Con el corazón te canto
de las manos de mis nietos
en la ronda preferida,
enamorada de ti, ciudad querida.



Mi muy amado


Un día te amé.
¡Oh, cómo te amé!
Mi muy amado,
un día te puse en un altar
y te amé como a Dios inalcanzado,
gran pecado entre todos mis pecados.

Un día te sentí superior, inigualado,
un sabio que en los laboratorios
de largas soñolencias
vive del mundo aislado.

Un día te amé.
Como un niño entre mi regazo,
cobijado, inocente y asustado,
acaricié tu rostro, besé tu boca,
mi muy amado.

Un día
oh, día terrible de verdades,
¡mi Dios!
Era un hombre con todas sus fealdades
y mi sabio sólo era un  nulo
de toda sapiencia.

Pero aún te amo
pues si que eres un niño asustado,
desprovisto de toda conciencia,
lo tienes todo y te sientes nada,
mi muy amado.








Marco Antonio Chávez Díaz-Valladolid, Yucatán, México/Mayo de 2012


FAISÁN MULTICOLOR

Faisán multicolor
ave exótica
que vistes galanura
eres savia y dulzura
eres ave de locura
soñada desde siempre
buscada con honor
para recrear vida,
y alejar dolor.

Ojos zarcos inexplicables por la realidad
creíbles por la fantasía
como juegos irreales,
así escribe algún cazador,
algún Cazador  de junglas gramaticales
buscador del faisán multicolor
para robarse sus plumas,
plumas de la ilusión.

Richard Debenedetti-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


Mirando a través de la vidriera
de  mi negocio, contemplaba un roble
que en primavera y hasta otoño
las hojas estaban verdes, muy verdes.
Luego más bonitas, rojas.
Y así año tras año se cumplía
el mismo ciclo, hojas verdes
hojas rojas, la caída de las mismas.
Las ramas, liberadas de todo pasado.
Pero noté que el árbol ya no era
el arbolito que un día fue plantado.
Las ramas estaban muy altas
más cerca del cielo.
El tronco más grueso y las raíces
más profundas para sostener
el cambio producido en el árbol.

Todos tenemos en nuestro interior
un árbol imaginario con muchas hojas
que ya deben ser desechadas
porque ocupan un espacio que impide
que nuevas hojas nazcan
y así poder crecer como el arbolito.
Pidamos al Señor que nos guíe
en este proceso de cambios
y nos de la sabiduría para reconocer
errores y forma de vida negativa
para nuestro diario vivir.

Ana María Díaz Velo-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


En puntas de pie por la casa

 
Vuelves desasosiego
cuando pierdo las alas
Inconsolable calma
demasiada Tierra
Los días iguales queman
En el nivel noveno del infierno no hay nada Dante
... Y rolan, ruedan ruidos de platos
los muebles se acomodan solos.
¿Dónde está el alma?
esos, apenas, 21 gramos que dicen
que no existe
¿En qué hueco de mi cuerpo quedó atada?
es que siento su peso como lastre
El alma mora en los pies
decían los griegos,
alma, ánima, hacer camino ...
Soplo de mi que vuelve al magma
y desde ahí me llama.
Los dedos dibujan signos que sonríen,
no se quien los dicta pero duelen
pero calman ...
Aletean mis alas
y otros mundos recorro siendo árbol
Son palabras las briznas de mi nido.

Lilia Elena Durand-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


El viento me robó…


            Todos la recuerdan. Empezó un domingo a la tarde. Cuentan los vecinos que vieron a lo lejos la figura que, inclinada sobre un ramo de flores, se acercaba con paso cansado mirando la nada. Ellos esperaban alguna pregunta, algún comentario, pero ella pasó sin verlos. De sus manos brotaba el ramo de flores. Sus pies cansados apenas si se levantaban del suelo barroso, llevaba pantalones doblados en bocamanga que denunciaban hilachas impúdicas y algún que otro frunce solapando agujeros. Alguien comentó que seguramente iba al cementerio pues había tomado el camino obligado a ese destino.
            Domingo por medio, se repetía este ritual, hasta que dejó de aparecer y todos olvidaron el episodio.

          Es hoy, otro atardecer de domingo. El día lluvioso, no invita a la tertulia callejera. Algo se mueve en  estático silencio. Se oye distinto el tamborileo de la lluvia sobre el alero. Un rumor a mensaje ronda entre los paraísos. El río corre suave, transportando moribundos camalotes. Veo sus caricias mojadas deslizándose sobre matas pegajosas a las que hunde en una extremaunción sin ritos.

          Entonces aparece. Una esquelética figura oculta detrás de una mata de flores y hojas marchitándose. Camina lento, paso tras paso, ajena a la demanda de su cuerpo mojado. Pétalos huérfanos remolinean al capricho del viento.         
 Mira sus manos vacías, sus largos, descarnados dedos intentan preservar esas flores que se deshojan al compás de las ráfagas frías. Indecisa detiene sus pasos, extiende la vista, observa como el viento envuelve hojas y pétalos y se va con el crepúsculo. Sin sus flores, la asalta el desamparo. Recluida dentro de sí misma, invadida de soledad y de miedos, siente que le roban los recuerdos. Desorientada intenta escapar de su laberinto. No encuentra la salida. Todas la regresan a sí misma.
        
             El tranquilo espejo la subyuga. Se inclina. Desconoce esa imagen que la observa, inocua, sin burla, sin simpatía, que la empuja  a un espacio inexistente donde nunca podrá ser. Siempre será la otra. Condenada a momificarse  en la perpetuidad de su extravío.
        
             Círculos concéntricos diluyen la tranquilidad de las aguas.

     Una rosa deshojada, hundiéndose, bebe el goce de su propio ser.

Josefina Fidalgo-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


Todo ocurre en la astucia del silencio
           que se estira y se contrae

Todo pensamiento en la distancia  de los gestos
             se amontona como dunas

Todo  pasa  cerrando los ojos
             para ver más hondo

Albas y ocasos    desierto de dromedarios

Nada sucede en la terca soledad

Nada  cabe en la indiferencia

Nada se quiebra por un golpe de abanico

Todo y nada en el tejido de hábitos
              enmendando errores

Todo y nada en esta limpia desnudez
               en este palmo de humedad

Todo y nada en el  silencio
              Y el  desamparo de lunas.

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Envuelta en neblinas
     bajo el parpadeo de relámpagos
y  truenos de tambores

avance lento
      de pasos sesgados
entre el torbellino de hojas muertas
       y una luz vibrátil

Conjuro alucinado en pupilas fijas
       delirios de una selva bramante

sueño   telúrico

el día     o la noche
partida   o regreso
derecho o revés

rotura de amarras
         en el rito  secular

despertar enigmático
perdido en la bruma mansa.

Ester García-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


Aniversario de Malvinas

Desde aquel triste año...  
Una herida que no sana.
Una madre acongojada.
Con un triste desengaño.

Esa madre que solloza
porque el hijo no volvió...
Un niño que no nació...
La muchacha desolada...                    

Ese poema de amor.   
Esa cama abandonada…
Nadie dormirá en su almohada
con su sombra y tu dolor

-Volveré con mi medalla
de valor y de coraje.-
No pensó en el ultraje...
¡Por esa fría medalla!

Anoche soñé con él.
Caminaba con la muerte,
Qué dolor el alma siente.
Anoche soñé con él.

Isabel Granara-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


Amistad


Despierto, bueno en realidad no despierto del todo, estoy medio despierta o medio dormida, como ustedes prefieran. Estiro la mano para encender la luz del velador pero no encuentro el interruptor, posiblemente  cuando limpié (a veces lo hago) puse el cordón para el otro lado. Tanteo sobre la mesa y noto que la superficie está fría y lisa como el mármol y no tibia y con irregularidades como la madera de la mía ¿dónde estoy? Siento sábanas almidonadas y con olor a lavanda. Entonces recuerdo. Estoy en la casa de mi amiga escocesa, Enriqueta. y ... ¿por qué estoy aquí? ¡Ah! ya sé. La inundación. Ayer por la tarde volvía en el auto a casa y todos los caminos estaban bloqueados por el agua. Regresé hacia lo de mi amiga para comunicarme con mi familia (en ese entonces celulares non abeba), afortunadamente todos estaban muy bien ya que la zona era alta e improbable que el agua llegase hasta allí, pero como de costumbre quedábamos rodeados por ella, lo que nos impedía entrar o salir. Fue así como ella y su esposo, Colin, me invitaron a quedarme con ellos hasta que el problema pasara. Mi amiga ¡qué tipa genial!, ella y su esposo son dos soles. Allí está la foto de su casamiento (él vestido con el kill de su clan y ella radiante con su traje de novia con una inmensa cola) entremezclada con las fotografías de sus hijos y nietos. Son tan amigos que ellos, que son protestantes, cuando nació mi nieta ochomesina y con un grave problema en el hígado me pidieron permiso para hacer en su congregación el rito de la imposición de manos, al que por supuesto accedí. Ahora la pequeña tiene veinticinco años. Traigo a mi memoria esos meses de angustia, en los que rezaba todos los días mis oraciones a la vírgen y en los que los domingos por la tarde iba al templo de ellos ¡cuánto amor había en ese lugar! ¡era una verdadera iglesia! lo sentía a flor de piel. Todos nos saludábamos, nos abrazábamos, llorábamos o nos alegrábamos como si me conocieran de toda la vida. Además, el pastor se acercaba a mí para preguntarme por mi adorada enfermita. Nunca sentí hacia mí ningún rechazo de esa comunidad aunque todos sabían que mi religión era distinta, pues Enriqueta debió pedir permiso para que yo asistiera a ese rito. Y mis amigos firmes, sosteniéndome, conteniéndome, tratando que no me ganara la angustia o la depresión. Y también estaban esos pequeños gestos: un té con menta te va a hacer bien - decía ella, tomalo calentito- agregaba él. Y así podría contarles infinidad de grandes y pequeños detalles que hacen a su grandeza. Son seres incondicionales y no crean que estamos pegoteados, no. Nos hablamos, a veces nos encontramos, pero entre los tres existe un lazo de amistad que no necesita nada más. Ellos saben que yo estoy y yo sé que ellos están. Releyendo esto me doy cuenta que si los tres no  hubiésemos sido educados para no hacer diferencias sociales, de credos, de razas y de nacionalidad, lo que antecede no hubiera sido posible.     


María Angélica Guarneri-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


La luna, el ángel y el piano


Las campanas de la iglesia de San Isidro Labrador repicaban anunciando la última misa del domingo.
Con premura, los fieles se dirigían a ella. Varios acortaban el camino cruzando el jardín lleno de malezas de la vieja casona del barrio.
Sus grandes portones de hierro favorecían la entrada y salida. Estaban ubicados en las esquinas, enfrentados entre sí de norte a sur. Mostraban la acción del tiempo y el óxido impedía cerrarlos.
La luna, que ya había reemplazado al sol, bañaba con su luz plateada la fachada descascarada y sin color de la misma. Sobre la puerta principal aún se podía ver “Villa Doña Etelvina”.
En medio de esa antigua construcción, el mirador, un gigante semi destruído, parecía hacer equilibrio.
El inmenso jardín donde otrora podían verse hermosos rosales, margaritas y espléndidos jazmines, había sido invadido por las malezas que se encargaron de eliminar su belleza.
Los ventanales mostraban sus vidrios rajados y la falta de los mismos. Es que en ellas hacían mella las piedras tiradas por los pícaros chicos del barrio. Pero esto no era impedimento para que todas las noches, la luz de la luna se filtrara por sus agujeritos, iluminando la figura sonriente de un ángel de yeso que se hallaba empotrado en la pared, completando el adorno de la chimenea de mármol.
-“¿Otra vez me despiertas con tu luz? ¡Hace años que lo haces! Siento cansancio por ello, por esta repetición de recuerdos que, noche a noche, me haces relatar. Las historias de los que han vivido en esta casa, creo habértelas contado. Sus alegrías, sus ilusiones, sus dolores. No hagas que lo recuerde otra vez. Expande tu luz y alumbra el salón, lo verás vacío, también sus habitaciones lo están. Es de esto que quiero hablarte, porque ayer llegaron dos hombres, retiraron muebles, libros, cuadros y objetos de valor, que fueron cargados en un inmenso camión, en ese momento no pude entender el porqué de ese vaciamiento hasta que los sentí hablar del testamento de doña Etelvina. Ya sabes, ella era la única sobreviviente de una gran generación, que con su muerte se extinguió. No sé porqué estos últimos no tuvieron hijos. Según ellos, en el legado figuraba la donación de este predio, donde decía que el estado debería hacer una escuela para el barrio.
Uno de ellos comentó con tono burlón:
-Si la vieja se entera que en vez de una escuela van a levantar un centro comercial, se volvería a morir, pero esta vez de rabia.
El otro lo miró y le dijo:
-¡Cerrá esa bocota y terminemos de cargar el camión! Esta casa me da escalofríos, tengo la sensación de que alguien nos observa. El compañero se puso en marcha.
Después, el más joven exclamó:
-¡No cierres nos olvidamos el piano!
-¡Dejálo!-comentó el otro- El camión está sobrecargado, no resistiría más peso, además el pobre está estropeado, no tiene arreglo…
Y cerró la puerta de un golpazo cuyo sonido estremeció el salón de punta a punta.
El piano y yo nos quedamos solos en esta inmensa sala desmantelada de todo adorno, me quedé un largo rato contemplándolo, lo vi muy viejo pero aún así se veían partes en donde la laca no había llegado a descascararse.
Aunque mis alas estén pegadas a la pared, sentí que ellas se estremecían. Me di cuenta que llegaba su final y, por ende, el mío”
La luna se quedó mirándolo en silencio. El ángel comenzó a tararear una vieja melodía francesa, la misma que tocaba doña Etelvina antes de quedarse dormida para siempre sobre el piano.
El tarareo se hizo cada vez más lento, casi un murmullo. El ángel se quedó dormido.
Poco a poco la luz de la luna fue reemplazada por el dorado sol. Sus rayos se posaron sobre el ángel, sintió su tibieza como una caricia “ya es de día”.
Una lágrima resbaló por su rostro y presintió su destino. Un estrepitoso ruido  lo puso en alerta. Las paredes de la casona comenzaron a derrumbarse. Vio como grandes bloques de ladrillos, tejas y hierros caían sobre el piano. El ángel quiso detener la caída pero no pudo, se sintió arrancado de la pared. Sus alas de yeso no le respondieron y cayó lentamente sabiendo que se estrellaría. No pudo evitar su final. El ángel quedó esparcido por el suelo y aún así siguió sonriendo.
Mientras eso sucedía, percibió la agonía del piano que, como último adiós, dejó en el aire la nota más aguda del pentagrama.



Yo sueño

La noche     sin ser invitada     se presenta
ocultando los caminos del olvido.
                        Mi alma    se libera.
Comienza a recorrer
el mágico sendero del bosque
                        ese bosque enamorado
                        de la luz de la luna.
Su sendero se pierde    en la orilla del río…
donde los sauces mecen sus largas cabelleras
dejando que sus hojas
acaricien sus aguas espejadas.
                        Veo  asomarse el sol
                        manifestando con orgullo
                        el poder externo de su luz fueguina.
Por un instante       mi alma se detiene
al borde de mi sueño
contemplando el amarillento paisaje otoñal
cuyo ocaso agonizante
opaca el sutil brillo del bosque
envolviéndolo con una bruma dorada.
                        Mi alma
                                    se regocija
                                    yo sueño

María Antonia Herrera-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


Conduciendo    el   tiempo


                   A paso lento camino
                            abro senda al singular espacio
                                                             del tiempo
 a veces monótono y estrecho
                                               pero
sabedor de secretos
                    guardador de alborozos
                             hacedor de tempestades
dador de soles
                        cómplice de lunas y estrellas
celoso de mares y vientos
                                         que en descuido suelen
                                                         alterar rutinas



                    Bendigo los tiempos
                              que alientan mi vida
eludo las sombras
que porfían a veces
                   por nublar sentires    palabras
opacando al verso que empeñado
                                                      salta
memorioso arcano
                              reclamo presencia
en noches de insomnio
es cuando asevero
que  huellas dejando
                     el tiempo alza vuelo
                     en cambio      yo      me quedo .


              
                 
         
Algo Cambia
                         
                      Cuando el sol apura su partida
                      la oscuridad se torna indescifrable .
                                        Aparecen caminos regados de luna
                                        la quietud se llena de olores sin gusto .
                      Los troncos del árbol
                                            esconden los trinos .
                      Las hojas dormitan
                                                cansadas .
                      Se agita la brisa .
                      El río brincando
                                               en su lecho de piedras
                      parece una orquesta que gozosa
suena
                                                                  
                     Se elevan las notas buscando una nube
                           que las lleve alto
                                                      allá     a los confines
                    para que traviesas despierten al alba.
                                          Se espantan los grillos
                                          los jilgueros vuelan.
                                          Despereza el día
                                                 cuando el rey asoma.
                                          De puro envidiosas
                                          las estrellas todas
                   rescatan sus luces
                                          las guardan celosas
                   para luego
                                    espiar el espacio
                   y en  punta de pies
                   cuando el sol se duerma
                                    brillar como ayer .    
                 
                      
                                  
                                                   

Alejandro Darío Insaurralde (Artículo)-Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


   
La música como hecho cultural y social


Como tantas otras artes y medios de expresión, la música es un hecho cultural, y como tal, se traduce en actividad social. Este arte no sólo es un canal donde emociones y pensamientos confluyen para dar forma a esa expresión, también representa el aquí y ahora cultural de una sociedad determinada, de un grupo, de una comunidad o incluso de un simple individuo que vuelca su mensaje íntimo y privado desde una historia de vida personal. Mediante este simple análisis podemos observar el porqué de tal o cual expresión musical chicaneando los odiosos prejuicios que embarran todo examen objetivo. Los bolsones de pobreza que azotan a algunas ciudades, por ejemplo, reflejan no sólo inopia de índole económica; allí se vislumbra un déficit cultural generalizado en donde la música ofrece un claro diagnóstico de precariedad. Y por el contrario, en sectores culturalmente desarrollados, se observa una actividad musical más evolucionada y selecta.
No haré hincapié en géneros, ritmos, formas o estilos específicos, sino en el contenido de esa música que se ha elegido para expresarse, contenido que tomará cuerpo con un clima sonoro y una letra que lo represente. Si bien el envoltorio o formato nos indica el posicionamiento cultural de un pueblo o de un individuo, más aún lo hace su contenido. Aquel sector más devastado culturalmente refleja en su música la realidad precaria por la que atraviesan, muchas veces nos cuentan historias delictivas, oscuras, o simplemente chapotean contentos en el lodo de una marginalidad social al ritmo de una música de pobres recursos que ensamblará perfecta con el paisaje general de la propuesta. Allí no habrá en lo más mínimo un tratamiento hedonista del arte, tampoco habrá una estética esmerada, tanto en lo musical como en lo lírico. Una propuesta así, se tornará en algunos casos en una opción casi imprescindible. Y los que consumen esta música, aquellos que no son músicos pero que siguen de cerca a sus referentes, se identifican plenamente y la difunden.
Esto es tan duro como legítimo. Las clases mejor educadas e informadas, podrán tener más opciones, elegirán temas filosóficamente tratados y exhibiendo un mejor vocabulario, hablarán sobre mitos, sentimientos profundos, o bien sobre realidades cotidianas sin banalizar demasiado. Como siempre hay una excepción a la regla, en algunos casos aparecerá lo banal cuando se trate de productos lanzados al mercado independientemente de la clase social a donde se apunte; cuanto más frívola sea la demanda, más frívola será también la oferta mientras las productoras sigan alineadas a esa política. Pero esa, es otra historia.
Cuando la culturización es una resultante de una buena educación, los sectores mejor educados pueden producir una música más estética, más rica o más variada en contenidos. El público marginal, difícilmente pueda hacerlo. Este último queda restringido a expresar un malestar social que lo sofoca. Así, la música se convierte en una abanderada cultural de estos sectores.
Hace unos años, se realizó en España un “experimento mediático” con el objeto de contrarrestar los efectos nocivos que la televisión basura causa en el consumo masivo. La prueba consistía, a grandes rasgos, en mejorar la calidad de los productos mediáticos, y como consecuencia de ello la expectativa era mejorar el nivel cultural de los consumidores. La música no podía estar ajena en todo ese andamiaje de producción televisa. Las mediciones indicaban, antes del experimento, que el buen gusto de la audiencia estaba siendo seriamente afectado. Después de realizada la prueba, se arrojaron datos esperanzadores: se comprobó que en el mediano y largo plazo – si las productoras se esmeran en cambiar la política de lanzar fruslerías – la audiencia mejoraría su nivel cultural. El déficit ya no sería sólo responsabilidad del sector que demanda, sino también del que oferta, es decir, una responsabilidad compartida pero con especial gravitación sobre el que produce y vende. La medida se hizo luego extensiva hacia las discográficas y productoras musicales.
Cuando nuestros antepasados decían que “tener la sartén por el mango” daba poder sobre el resto, nos indicaban algo que es certero: la autoridad ofrece poder, y esa autoridad se sustenta con el conocimiento. Desde allí el que produce conoce las reglas de juego, y como tiene poder debe ejercer la sagrada tarea de educar a quienes están esperando esa comida cultural que alimentará a sus mentes, las cuales necesitan de un natural desarrollo y crecimiento en el tiempo, y que estancarla es un irresponsable atentado contra su evolución.  
     
                 
         

Héctor Labonia-Miramar, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Mayo de 2012


Salió del ritmo

No me digas,
        que bien!!.
Te emocioné...
   Un latido
          de tu corazón,
   se salió
          del ritmo.
Tan solo,
     saltó distinto,
como si causara
          una disritmia,
     y un nudito
            en la garganta,
  con sensación
            de llanto.
Y tus ojos brillaron
           húmedos, salinos.
Un poema, el primero,
             alteró el compás
   del órgano
          y brotó la emoción,
                  brincando dichoso,
           te deleitó el instante.
Quedó en la memoria.