jueves, 24 de abril de 2014

Pedro Luis González Vargas-Maullín, Región de los lagos, Chile/Abril de 2014



RECUERDOS DE INCIENSO

            Jueves Santo...Recuerdos de inciensos. Sirios que en reverénciales silencios se apagan. Visiones de santos tristes de apercancadas pelucas, tapados en medievales sudarios, preparándose a llorar la muerte del descalzo Nazareno, llegan a mis ojos ya viejos.
            Tengo solo seis años...y en la inocencia me visitan con sonidos de matracas,...la radio se ha silenciado...desde la Iglesia de coloridos esténciles, se escucha...Lauda Jerusalén…Lauda Jerusaleeeem... Aaaaalelujah..., es la voz de Sor San Román que se aleja navegando río abajo...Muchas vidas, muchas religiones me han visitado... Una alcancía de empolvados recuerdos ha quedado en un rincón de esas vidas ya casi olvidadas. Junto a la Iglesia, la Monja Madre canta, y el río qué misterios guarda... hoy se abre para regalarme ritos de infancia.












miércoles, 23 de abril de 2014

Jacinto Amado-Buenos Aires, Argentina/Abril de 2014


DE LAS LUCES

solo de luz 
             y
     placer
crece el 
      alma!


el goce
   se hace
      infinito

estremecen
      las entrañas

una elegia
       sombria

de cascadas
       enmudece
              y 
sonora se desgaja/

gritan viejos
       los silencios

se agigantan 
       las palabras
               y
al reflujo de mil venas

        estalla 
            el tiempo
               y
             la pena


       al ulular
               el alma!
       


Héctor Labonia-Miramar, Provincia de Buenos Aires, Argentina/Abril de 2014

Lo mejor de mí son mis alas


Enséñame a volar
y a compartir
tu vuelo.
Aliéntame a danzar
con los vientos 
en el rostro
y las nubes envolventes.
Con soles invasores
acariciando intimidades
e isnpiraciones espontáneas,
creadas de la nada.
Enséñame a volar...
Me nacerán las alas.

De su nuevo libro: Vivencias y sentires-2014

Luis Tulio Siburu-Buenos Aires, Argentina/Abril de 2014



El 17 y la telaraña

La promesa maquiavélica
llega como desorientada.
Detrás aparecen otras.
Que se van adhiriendo.
Una a una. Forcejeando.

Discurso demagógico;
Trompadas en la tribuna;
Femicidio sin explicación;
Comentario soez y desubicado;
Masoquista llorando su destino;
Película cuasi pornográfica;
Brutal puteada innecesaria;
Robo que permanece impune;
Niño con hambre de agua;
Madre gritando sed de justicia;
Hija acusando al padre violador;
Monologuista de pseudo auto ayuda;
Ladrillos de droga alineados en el piso;
Sepelio de servidor público asesinado;
Desocupado se suicida bajo el tren;
Ocupado pícaro imprime dólares falsos;
Diecisiete desgracias, todas juntas…

El hombre entra cansado del trabajo, del viaje,
de la humedad, de la malaria…encuentra
a su hijo con ojos abiertos de asombro…
frente a la TV…

- ¡ Qué hacés con la telaraña ¡

- ¿De qué telaraña me hablás?

-¡ No te dás cuenta ¡… es un tejido de seda
pegajosa que captura insectos que merodean
cerca y que la araña luego los introduce dentro
de su embudo de tela proteica…Y vos – utilizando
tu propia telaraña – ingresás en casa esas imágenes
para hacerte mala sangre…

- Sacáte el saco papá, dáte una ducha, mamá te
 espera con la cena…yo voy a seguir mirando televisión…
es cruel, pero no puedo esconderme de la realidad…
aunque ambas me capturen con sus telarañas…

Horacio Semeraro-Buenos Aires, Argentina/Abril de 2014



Anticipo del libro: El Vino, un dios que canta, de Miroslav Scheuba(*), prólogo de Horacio Semeraro

                                                  Prólogo

Eterno y misterioso, el vino fue a través de  la larga siesta de la historia y desde su  atávico, ancestral origen,   la bebida que concilió lo sagrado con lo profano: el vino consagrado en las misas y la pasión eufórica de las Bacanales. La mesurada alegría de la mesa familiar  e inspiradas veladas de amigos,  reconciliadas frente a  noctámbulas  vigilias de amor, locura y ensoñación.    Desde  Dioniso -su dios en la mitología griega- supo inspirar y liberar las artes creativas. Así, el teatro, la música y la poesía, gozaron de sus efectos benéficos. Por ello, el libro que nos presenta Miroslaw Scheuba es un acierto feliz desde la  elección de su título. El vino del olvido de los malos momentos, el conciliador de los hombres, el dueño de la musa , el del brindis que acerca y hermana, el del frenesí, el de la pasión, el de lo sagrado y ritual, el de la confesión sentimental o el del placer compartido, el del silencio , el del llanto,  de la música o el  del adiós. Todo está en este poemario, integrado por versos, prosa poética, reflexiones y pensamientos en espléndidos microrelatos con los que el autor, despierta en los lectores el apetito por la buena lectura, como sabe hacerlo  con  la comida  de su  inigualable arte culinario.
Una frase sobre el vino, una cita, un autor obran seguramente  de “disparador” de su ingenio y creatividad y de su mayéutica  socarrona -que muchas veces prescinde de la ironía- para componer, porque la brújula de su sensibilidad  y buen gusto lo guía certeramente. En otros casos, epígrafes alusivos de autores célebres materializan lo que  el autor intuyó e interpretó sobre el tema, como ocurre con la cita del poeta romano  Publius Ovidius Naso: “Con suficiente vino, a las preocupaciones les crecen alas” (poema 21 y 22).  Dice Miroslaw en su poema 77:
      “Si es poeta tu amante o amigo /…/ Deja que busque la sonrisa del agua,/los pájaros del viento y la brújula del vino. /Si tu amigo o amante es poeta,/ es un ser que escribe en las alturas/ con la pluma que se arranca de sus alas”.Es que no se puede vivir sin soñar. El autor lo sabe bién y por ello se cuida de –parafraseando a J:L:Borges- “no cometer el peor de los pecados: no haber sido feliz” . De allí que no solo nos deleita  de buen ánimo con sus comidas y ocurrencias-porque es feliz con ellas- también nos entrega su poemario con una pizca de humor, unas cucharadas de anécdotas oportunas y mucho afecto e ingenio, cocinando a fuego lento y  adentrándose en la historia  para rescatar el espíritu del vino, la esencia de la poesía , compartiéndola con los lectores.
            Merecen citarse por su elaboración e inventiva, los apartados: El vino entre Afrodita y Eros, Un poco de vino lírico y Vino antiguo y poetas griegos modernos. En todo el libro, nos encontramos con citas de relevantes poetas, amigos, conocidos, acompañándonos como si estuvieran en casa, con la calidez de sus palabras.
No deberá buscar el lector en estos poemas, la métrica o la estructura clásica, porque no la hallará seguramente. Miroslaw escribe en verso libre, con la licencia que la generosa poesía otorga a todos para expresarse. Su espíritu  esquiva las ataduras. Y entonces surge la inspiración y se eleva el relato; le crecen alas a las preocupaciones y con las plumas que arranca escribe sus poemas, que alterna aleatoriamente – a veces de una manera que sorprende por sus ocurrentes mixturas- con los relatos.
  En suma, El vino, un dios que canta es un libro ameno, ocurrente y refinado  que debe leerse como se saborea un buen vino: con tragos breves pero prolongados, paladeados  placenteramente desde la alquimia de su volatilidad. Permitiendo que las volutas de los pensamientos se liberen, ellas también, transfigurándonos, proporcionando alas a nuestros sueños.

(*) Miroslav Scheuba es poeta y cocinero, como gusta definirse a sí mismo. Conocido como "el cocinero de los escritores", Silvina Ocampo y Bioy Casares fueron algunos de sus complacidos  y  conocidos clientes. 


Alicia Scordomaglia-Buenos Aires, Argentina/Abril de 2014



                                       Giros
El desafío…
Proponerse pensar
¡Mudo silencio!

Detenido el tiempo
Trabajo mis manos
Otra vez… lo intento

Ideas  que suben
Ideas  que  bajan
Ideas...
Que miento

Ayer   lo profundo
Mañana   lo ignoto
Presente…
¡Lo eterno!

Te ubicaré en la rueda
Dónde los sueños
Giran…
Y girarán despacio
Para que no puedas
Mirar como giran…