jueves, 22 de enero de 2015

Alexa Sherlyn Quintero Fuentes, 9 años-México/Enero de 2015

HUELLAS DE MAMÁ



Tus huellas en el mar

me enseñan el camino,

amoroso para dar

y mejor aún sin esperar.


Tus huellas en la arena son ejemplos,

para tus hijos riqueza sin igual,

talento que da fruto

y fruto que yo pueda demostrar.


Madre son tus huellas

con las que puedo alcanzar

y obtener esos sueños

con los que prometí llegar.


Huellas de amor maternal

que van guiando mis pasos

hasta encontrarme en tus brazos

y ahí poder descansar. 

Cedrella Yamilé Loerea Quiñones, 11 años- México/Enero de 2015

LA LUNA


La luna con su luz cada noche:
Cuando a mi ventana llega
subo en su rayo
y me siento en otro mundo.

Su luz es azul como mar,
brillante como fuego,
pero más hermosa
que nada que
hayamos descubierto.

(Escrito a los 8 años)

Heyler Aranda Rafael ,22 años-Perú/Enero de 2015

QUIZÁS TE AMÉ EN EL PASADO

(Último poema para ti y gracias por esto)
Quizás te amé en el pasado... ¡Quizás!...
porque nunca se enteró mi cabeza de otra figura
tan regular e irregular como la tuya.

Te amo cuando voy como el zorro
a olfatear tus rastros...
¡Ya para entonces estás descansando!
Reviso lo poco de tu ayer
y por Dios... ¡Que me alucino!...

Eres como todas y como ninguna.
Mi mente jura que tienes algo
que hasta ahora no encuentro.
¿Nos conocemos, acaso?
¿Estaremos juntos?

Perdona que me detenga a esperar,
cuando sé que asomas tus sueños
a paraísos solteros y de triunfos.

Perdona que no suelte las prendas de mi lengua.
Sólo te amo como fugitivo, loco y cobarde,
exigiendo dádivas de la vida,
razonando que puedo avanzar de forma decidida.

Quizás te amé... ¡No lo sé!... ¡Quizás fuiste mía!...
Creo que te abracé hasta el filo de tus cabellos,
el mismo que se desliza ondeando belleza,
el mismo que enmarca una Monalisa
con los lentes que ya no usas...

A veces, creo que me hago daño
por hablarte de amor cuando eres mi sordomuda...
Dudo que descifres esta última intención
de acercarme con poesías hacia las tuyas.

Tan desalentado estoy que me dolerá
ver morir esta poesía
y las ilusiones de otras primaveras.
Pero, si por alguna razón inconclusa
o si tu laberinto te ha guiado hasta aquí,
algo sobrenatural encenderá tu musa
destapando mi cualidad para sentir.

Ten la confianza que eres tú en la realidad
como la rosa que acarició tu rostro,
como las metáforas de tu poesía,
como ese sin fin y una manera de ser tú.

Quizás te amé en el pasado...
¡Quizás!... Pero... ¡Gracias por esto!
¡Adiós!

Aldo Alan Hernández Arias, 7 años- México /Enero de 2015

MUJER SANTA


Teresa de Calcuta
que dio todo por mí,
ahora mujer santa
daré todo por ti.

Santa Teresa de Calcuta
por tus grandes acciones
brindaste hogar
a miles de pobres.

(Cuando tuviste que partir
tú me enseñaste
a sobrevivir
en este mundo miserable).

Alejandra Zarhi/Enero de 2015

AUSENCIA DE SOLES

Quisiera clavar un dardo
muy fino en tus oídos.
inyectarlo en esa palabra sublime:
 Amor.
No hay otro igual
hace estallar el corazón
estremece los encuentros.
Pero la indiferencia lo destruyó todo
tú, diciendo cuando.
Gobernando los sentires.
Calcinándome
En un mundo árido, frío
Con una ausencia de soles.



DEL LIBRO CANCIÓN PARA EL SILENCIO

Nélida Vschebor-Argentina/Enero de 2015

DESALIENTO




¿Cuántas veces te sientes aburrido, en una encrucijada, sin saber qué hacer? ¿Cuántas veces dejas pasar el tiempo embotado? Así le sucedía a Clara. Decidió salir de su “encierro”.
Del jardín, se encaminó hacia el parque cercano a su domicilio. Caminando entre las flores y el verdor del césped, sintió que renacía.
La acompañaba el murmullo que le rodeaba. Niños, adultos, adolescentes. Era música a sus oídos.
Anduvo hasta cansarse. Encontró un banco donde había una mujer joven, que al verla la miró sonriendo.
Comenzaron a hablar como si fuesen antiguas amigas. Era muy agradable y cuando Clara hizo ademán de levantarse, amablemente le obsequió un hermoso pimpollo en flor.
Su perfume la embriagó.
Otra Clara volvía a su hogar. Hasta cantaba bajito. Con nuevo brío, puso la flor en un pequeño florero y comenzó a preparar su cena.

Esa noche no pudo dormir. Tuvo una pesadilla. La flor se convertía en un ser deforme, que la amenazaba.
Despertó sofocada. Automáticamente miró hacia el pimpollo. Allí estaba, como lo había dejado, reluciente.
Al día siguiente había olvidado lo ocurrido.
Llegada la noche, trató de conciliar el renuente sueño. De nuevo la pesadilla se apoderó de ella. Esta vez abrió los ojos. La flor estaba a los pies de la cama, transformada y viéndola con mirada de buho. Un silencio pesado reinaba en el lugar. No oía nada. Pero la figura parecía aumentar mientras trataba de acercarse.
Clara gritó y prendió la luz.      Nadie estaba cerca suyo.
Se tranquilizó riéndose de sí misma y volteó para mirar la flor.

 ¡Estaba marchita!

Carmen Amaralis Vega Olivencia/Enero de 2015

El fantasma del amor

Ella nunca será dichosa,
La acosan deseos infinitos.
Deseos imposibles de alcanzar.
Su condena se refleja en la  plata de sus ojos,
En el nácar de sus manos vacías.
Ese amor imaginado no es de este mundo,
Sin compasión late en sus venas.
Una avalancha de deseos descabellados la cubre,
deseos que superan la utopía del amor.
Eternamente padecerá la gris condena
de buscar desesperada la silueta que la acaricia en las sombras.
Ese fantasma sin piel
que aparece cada noche en su lecho.
La acaricia,
la besa en la nuca,
la hace suya suavemente,
para luego disolverse en la bruma.
Bruma que la envuelve en la angustia
de sentir que esa adorada sombra
la poseerá para siempre.
Su amor no es de este mundo.

Esa es su condena.

Javier Úbeda Ibáñez-Enero de 2015

Fe en ti


Tengo fe en ti,
en tus sinceras manos aladas,
en las mil ternuras que alumbras,
en lo que das y en lo que recibes.

Tengo fe en tu silencio sanador,
en tus generosos abrazos,
y en la calma que sabes transmitir.

Tengo fe en tu mirada,
diáfana,
que me lleva hasta
los entresijos de tu alma
y me desvela los
dulces requiebros
de tus palabras.

Tengo fe en tu nombre,
madre.


Luis Tulio Siburu-Argentina/Enero de 2015

“No se fía”

Estaba desconsolada por la negativa de él. Daba vueltas y vueltas en la cama y no podía dormirme. Tenía que controlarme. Al fin y al cabo la que se había hecho exageradas ilusiones había sido yo. Mi reciente separación la había querido tapar rápìdamente con un nuevo amor y eso no es tarea fácil. Por mis propios sentimientos, ya que – como dicen los repitelugarescomunes – donde hubo fuego, cenizas quedan. Por los sentimientos de este muchacho, al que elegí vaya a saber porqué, si de apurada, de necesitada, por simpatía, su aparente interés en mi persona, o capaz que me estaba enamorando de vuelta….pero…¿ y él ? quien era yo para obligarlo a mirarme, a invitarme  a salir, a gustarle mi sonrisa o mi figura, aunque soy bonita, si obviamos que ahora estoy un poco mas gordita y además debo usar aparatos auditivos por una incipiente sordera, salvo eso nada más…ya sé que no soy la morocha, la mas agraciada, la mas renombrada de esta cuadra, pero tampoco nadie puede decir que soy fiera, que camino a lo malevo, que soy chueca y que me muevo, con un aire compadrón. Pero…qué se yo, el rubio me mira todos los días con esos ojos almendra que te envuelven ¿viste?...te besan, te desnudan. Y una, que no es de fierro, fui entrando despacito y de vegetariana pasé a ser carnívora y entonces cada día me invento un corte diferente; que la tortuguita, el ojo de bife del medio si es posible, el peceto bien desgrasado, los chorizos bombón, por favor la paleta sin hueso y de a poco la media res se me iba acabando y nada, nada, como si yo no existiera, una más entre las jubiladas o abuelas o maduras sin sal o jovencitas sin pimienta. Y mi invitación no aceptada a tomar un café. Por eso mañana tomaré otra actitud…ya está decidido…ahora a dormirme.

En la carnicería había mucha gente. Yo distraída, sin mirarlo. Me llamó la atención las señoras  calladas, malhumoradas. Era la última, nadie entró después. Cuando tocó mi turno le digo a Ricardo…¿ qué pasa ?. Me miró haciendo un gesto hacia la que salía, agregando… “quien las entiende… ayer les avisé – como a usted - que el patrón había prohibido las libretitas para anotar con tapas de hule negro y me dijo que informara que desde esta semana no se fía”….  

Tiré la bolsa de red al suelo, rodeé el mostrador de mármol con vetas de sangre, patiné en el piso húmedo de madera tipo pallet y caí sin querer queriendo en los brazos del rubio con aroma mezcla de Blue Seduction Banderas y contagio de Mataderos , que me atajó con un “disculpe, no es necesario tanto apuro, ya le alcanzo el paquete, espere que lo pese”…No te preocupes…atiné a exclamar…pago lo que vos digas…¿ Sabés que ayer te entendí …no Sofía ?

Horacio Semeraro-Argentina/Enero de 2015

Con gran afecto y respeto intelectual la Asociación de Poetas Argentinos y Revista Literarte despiden al amigo, escritor, periodista y crítico literario HORACIO SEMERARO, que nos dejó el 25 de diciembre pasado
ESTIVAL  



Hasta el borde del mar
llegó tu sombra
y se casó con la mía.

Viendo mi desconsuelo
mi soledad
sobre la arena tibia
mansamente
se superpuso.
Así el comienzo
luego
un caprichoso viento
perseverantes olas
borraron nuestras huellas.

Cuentan los médanos
todos los días
que allí estuviste
que allí estuvimos
el ruido cómplice
del mar
mezcló las voces
-Babel improvisada-
apañó los gemidos
y fabuló la historia
de tu estrenado desconcierto.


Eso fue el primer año.

Ana Romano-Argentina/Enero de 2015

Sentencia

Los padres
juntos
se entregan
Es en las entrañas
donde destroza
el graznido
La fecha
titila
se aproxima
y atrapa.


Agustín Alfonso Rojas-Chile/Enero de 2015

EL INSPECTOR JIMÉNEZ


     Con los pies sobre el escritorio y las manos apoyando la cabeza, el inspector Jiménez, parece dormitar. La noche de  guardia en el cuartel “Moncura”, trascurre tranquila. Es miércoles 17 de agosto, son las 03:30 de la madrugada. Los ventanales de la oficina están empañados por el calor de la estufa eléctrica que tempera la habitación, afuera ha dejado de llover. Una espesa neblina se arrastra desde el mar cubriendo la ciudad.
Su ayudante, el oficial Mardones, revisa expedientes y fotografías de narcotraficantes para  investigar de acuerdo a la orden emanada del tribunal.
Jiménez, acaba de cumplir 65 años. Es su última guardia, debe acogerse a un merecido descanso luego de 45 años de servicio. En cambio Mardones, aún no llega a la mitad de su carrera. Un tazón de café negro y varias colillas de cigarrillos dejan de manifiesto la prolongada vigilia. Faltan aún cinco horas para terminar el turno.
A las 03:32  suena el teléfono. - Aló,  sí, con  el oficial Mardones.
- Oficial, le comunico que en la calle Cochayuyo a la altura del 042 se ha escuchado un disparo seguido de un desgarrador grito de mujer.
- ¿Cuál es su nombre, señor?
- Oficial, perdone, yo no quiero involucrarme, voy de paso por el lugar. La neblina no permite más observación ¡Pero ahí, corriendo hacia el mar se desplaza una sombra! ¡Me ha visto, yo…yo…!   Un fuerte estampido retumba en los oídos de Mardones. ¡Chuta, le han disparado!
-Inspector, en la calle Cochayuyo se ha producido un 125
-Informe al subdirector. Usted permanezca en la oficina, voy al lugar del suceso.
Mientras se dirige a su vehículo, Jiménez hace una llamada por el celular.
- Aló, Perejil.
-¡Sí!, dígame inspector.
-Encontrémonos  en 10 minutos en la plaza del Ancla.
-De acuerdo, inspector.
Perejil es un informante en estado de calle, aunque sólo en apariencia; él es un antiguo oficial del servicio caído en desgracia al ser sorprendido acosando a una prostituta. Debió hacerlo para que confesara su participación en una quitada de droga. Ésto le costó la carrera. Gracias a Jiménez, que intercedió por él, obtuvo una pensión vitalicia. Desde entonces es su incondicional ayudante infiltrado en los bajos fondos.
La mojadora neblina y reciente lluvia hacen resbaladizas las aceras. El carro policial se detiene bajo una luminaria cuyo haz de luz incide directamente sobre la cruz del ancla. Ahí está Perejil.
-Hola, jefe
-Hola Pere…- Rápidamente le explica sobre el tiroteo en la calle Cochayuyo, a dos cuadras hacia el cerro.
-En esa calle vive el negro Tapia. Es un cité donde se reúnen mafiosos, prostitutas, proxenetas y sicarios. Es un tugurio donde la vida y la muerte tienen un mismo valor.
-Bien, quiero que vayas a ese lugar y averigües bien lo sucedido. Nos encontraremos en dos horas. Mientras tanto, verificaré un posible crimen.
El inspector se dirige por la calle Almendros paralela a Cochayuyo, dobla por la avenida Solar. Bajo el escaparate de la tienda “Ringle”, hay un hombre que sangra profusamente. Una bala le ha atravesado el brazo izquierdo. Ante el requerimiento policial se identifica:
-Juan González, me dirigía a mi trabajo, soy panadero. Escuché un disparo y un grito, por ello lo llamé. Aquí tiene mi identidad.
El inspector revisa la herida. - Afortunadamente sólo le ha traspasado el brazo, sin afectar hueso.
El carro policial lo transporta al hospital. Jiménez retira el proyectil de la madera del edificio donde se ha incrustado. Por el impacto y deformación de este, calcula que fue disparado a no más de 20 metros, en un ángulo de 30 grados. Es decir, el arma fue disparada en el instante que el malandrín se cruzó con el transeúnte.
Con su linterna enfoca el haz hacia el piso buscando la vainilla de la bala. No le es difícil encontrarla. El metal brilla al recibir el rayo de luz.  Lo coge, lo compara con el proyectil. Es un revólver calibre .38 – dice para sí – una leve sonrisa se dibuja en la comisura de sus labios. Piensa que la mitad del enigma está resuelto. Vuelve a la plaza del Ancla. Espera 10 minutos. Se fuma un cigarrillo. En tanto, su mano izquierda juguetea con el casquillo y el proyectil en el bolsillo de su gabán.
-De entre la niebla aparece el “Pere”. – Jefe, tal como le manifesté, el “negro” Tapia se encontraba bebiendo con la chusma. De pronto se produjo una pelea por la rubia Amparo, usted la conoce. Al “negro” se le ocurrió que ella estaba coqueteando y le tiró un agarrón a uno  de sus pechos. El “mandinga”, pareja de la rucia lo sorprendió agarrándose a puñetazos. El “negro” sacó un revolver disparándole a quemarropa. El “mandinga” cayó de espalda. La “rucia” gritó pidiendo ayuda y el “negro” desapareció. El “mandinga”  tenía puesto un chaleco antibalas, tomó a la “rucia”, escapando del lugar. Los carabineros han tomado el procedimiento. -Pero, ¿sabe Inspector?, el “negro”  Tapia está oculto en el bar “El Porteño”.
            Diciendo ésto, el Perejil se esfumó entre la niebla, cada vez más espesa. El inspector Jiménez se dirige al lugar. Sin presionar demasiado al cojo Larraín – dueño del tugurio - le indica la pieza donde el “negro” Tapia duerme como niño de pecho en paz y sin remordimientos. En el cajón del velador encuentra el Smith & Wesson calibre .38.

            Son las 07:50 de ese miércoles 27 de agosto, al inspector Jiménez aún le quedan 10 minutos para entregar el turno. El negro Tapia fue detenido y procesado por cuasidelito de homicidio. Hoy está entre rejas. 

George Reyes (poema)-México/Enero de 2015

EL DESCENSO DE LAS SIETE SOLEDADES

Descenso III

«En ningún lugar hay mundo más que dentro». Rilke

El idioma de los pétalos borrado con el lenguaje de la ira
me partió en fragmentos de un gran lucero errante,
que con el índice rasgué nubes tercas y dormidas
por luz de solo un trozo de la luna llena,
por solo un verso de un llano en calma.

Mi sien se tropezó con piedra urbana de saliva,
derramó su amnesia al suelo y en su tela de recuerdos…
y un graznido de paloma
-----------------------------------a
-----------------------------------t
-----------------------------------r
-----------------------------------o
-----------------------------------n
-----------------------------------ó cual ruido de agua
----------------------------------------------------------------esta pasión.

Georges Reyes (ensayo)-México/Enero de 2015





DE LA INTENCION COMUNICATIVA AUTORAL I:
TEORIA LITERARIA CONTEMPORANEA

       En su ensayo “Nicanor Parra: el poeta de la demolición”, Javier Aranda Luna asume que Parra ha deconstruido la lírica tradicional:

         … [Parra] repudia la poesía de gafas obscuras de capa y espada, de sombrero alón. Descree de los signos cabalísticos, de las ninfas y tritones para su quehacer poético. No sólo (sic) eso: sostiene que los poetas de la retórica vacua deben ser procesados por construir castillos en el aire, malgastar el espacio y el tiempo redactando sonetos a la luna o por agrupar palabras al azar a la última moda de París.1

        Así como en su ensayo Aranda Luna pareciera  adherirse triunfalistamente a una moda literaria,2 otros autores lo hacen con respecto a teorías literarias que, entre otras cosas, propugnan la autonomía de los textos con relación a sus autores, un signo ideológico inequívoco de la teoría literaria posmoderna. En este ensayo abordaré un tema complejo, debatido y amplio: aquella teoría literaria contemporánea de moda hoy en el contexto de la crítica de textos, incluyendo los bíblicos, que  deconstruye la intención comunicativa de los autores y, por ende, defiende la autonomía de los textos con respecto a sus creadores y amina a una crítica de la misma naturaleza.
       Un concepto que continúa generando debate acalorado es el de la intención autoral, es decir, aquella intención comunicativa de los autores vía texto. Desde aproximadamente los años treinta y cuarenta del siglo veinte anterior, la mayoría de teóricos literarios (René Wellek, Austin Warren, W. K. Wimsatt, Monroe C. Beardsley  y otros), y amantes de la literatura en general, sostienen que los textos poseen significado o sentido como sistemas autónomos de signos y significados, lo que quiere decir  independientemente de sus autores quienes los producen. Y denominan “falacia de la intención” a la expresión comunicativa del poeta y a la exploración de la misma, por cuanto se la entiende erróneamente como plan subyacente en la mente del autor; sobre esta base,  se afirma que tal plan mental interno de los autores es imposible de recuperar en los textos y, si lo fuese, sería irrelevante al significado de los mismos. De ahí que no solo cualquier evidencia externa (el contexto de vida del autor, por ejemplo) en la crítica literaria de los textos se le niegue relevancia, sino que también se declare la autonomía de los textos y se opaque a la vez la objetividad de los mismos.
          En 1968, Roland Barthes canonizaría tal autonomía en su célebre ensayo “The Death of the Author” (“La muerte del autor”). En este ensayo, Barthes se queja de que:

          Aún (sic) impera el autor en los manuales de historia literaria, las bibliografías de escritores, las entrevistas en revistas, y hasta en la conciencia misma de los literatos, que tienen buen cuidado de reunir su persona con su obra gracias a su diario íntimo; la imagen de la literatura que es posible encontrar en la cultura común tiene su centro, tiránicamente, en el autor, su persona, su historia, sus gustos, sus pasiones; la crítica aún (sic) consiste, la mayoría de las veces, en decir que la obra de Baudelaire es el fracaso de Baudelaire como hombre; la de Van Gogh, su locura; la de Tchaikovsky, su vicio: la explicación de la obra se busca siempre en el que la ha producido, como si, a través de la alegoría más o menos transparente de la ficción, fuera, en definitiva, siempre, la voz de una sola y misma persona, el autor, la que estaría entregando sus “confidencias”.
          Más adelante, declara:

         …un texto está formado por escrituras múltiples, procedentes de varias culturas y que, unas con otras, establecen un diálogo, una parodia, un cuestionamiento; pero existe un lugar en el que se recoge toda esa multiplicidad, y ese lugar no es el autor, como hasta hoy se ha dicho, sino el lector: el lector es el espacio mismo en que se inscriben, sin que se pierda ni una, todas las citas que constituyen una escritura.
         Se podría señalar algunas consecuencias de la teoría literaria anterior. Una es que  la crítica literaria tradicional es ahora acusada, entre otras cosas, de confundir el significado de los textos con sus orígenes históricos y, por lo tanto, de ser ingenua y de no estar al día. Otra es que se tiende a nublar el rol del autor (el poeta) como genio creativo y a rechazar la noción de poema como expresión personal de ese autor; por el contrario, se tiende ahora a sobrevalorar el papel del lector en su lectura o crítica de los textos, pues la intención del autor es irrecuperable e indeseable como criterio o clave hermenéutica para el éxito de una obra de arte literario, y no existe significado o sentido alguno codificado en ella. Así como se piensa hoy que el poeta ha de renunciar a la razón y entregarse a la intuición y a su caudaloso mundo del inconsciente (Margarita Carrera, siguiendo a Freud), la crítica hoy ha de hacerlo con respecto al autor y a su intención comunicativa y quedarse solo con lo que el texto (léase el lector) pueda significar.                    

      En una dirección positiva, la anterior teoría literaria ha contribuido a una nueva comprensión de la naturaleza de los textos literarios. Pero tal cosa nos motiva a  reflexionar todavía más sobre este tema antes de seguir seducidos ya sea por aquella teoría que ahora es considerada positivista (Barthes) y moderna, o por aquella posmoderna actual a la que nos hemos referido. Es lo que trataremos en el próximo ensayo.  

Ascensión Reyes (Comentario libro)-Chile/Enero de 2015

LA SEÑORITA CORA"
De Julio Cortazar – ARGENTINO

       Cora es la enfermera que atiende a Pablito, un adolescente que ha sido sometido a una delicada operación. Su estado es preocupante porque la fiebre no ha cesado.
            En esta historia, se advierte una curiosa forma de narración, el autor hace interactuar los pensamientos de los diferentes personajes, dirigiendo la trama. En ella, Cora, no puede evitar involucrarse con el enfermo a su cuidado, Pablito. A su vez el muchachito siente admiración por la enfermera, su aspecto juvenil y su hermoso rostro le impactan a pesar de su delicado estado.
            En cada frase el autor va dando pistas para descubrir el devenir de los personajes, involucrando al lector en estos sentimientos, tales como: la preocupación y ternura desmedida de Cora por Pablito, el amor y preocupación de la madre por su hijo, que llega hasta considerársele una persona antipática y desagradable, el novio de Cora que provoca los celos del menor, en un inicio de su propio despertar sexual.
            Una historia tierna y a la vez trágica en que la historia gira en torno a los personajes principales, el jovencito enfermo y la enfermera, terminando en un final que sólo se puede predecir.

            Sin embargo, y sin el ánimo de desmerecer a este famoso escritor, en las alas de la fantasía, en que todo es posible, y con el debido respeto, me atreví a continuar la historia, no satisfecha con el final casi abierto y conmovedor que su autor le da.  Salvé a Pablito de las garras de la muerte y a Cora le di un nuevo destino en Chile.  

Ascensión Reyes (Cuento)-Chile/Enero de 2015

UN CHISTE CRUEL

Manolo caminaba con paso seguro por la avenida iluminada por el sol poniente. Los jardines de las tiendas lucían floridos y sus perfumes parecían inundar el ambiente.
            Debía estar triste, pero muy por el contrario, me siento liberado, tanto como si una pesada mochila en mi espalda me hubiese abandonado. Por primera vez, después de mucho tiempo, voy sin prisa alguna. Su tranco lo acompasó al ritmo de sus pensamientos, ágiles y seguros.
            Era un hombre cincuentón, de buena figura a la distancia, y de cerca mejor, se podría decir atractivo. Sus ojos azules  en un rostro moreno, hacían resaltar su simétrica dentadura, ahora visible al sonreír ante su imagen reflejada por las grandes vidrieras de una tienda de autos.
            Tras el cristal, una mujer de mediana edad, rubia, posiblemente teñida. Sin duda bastante atractiva. Su cuerpo, bien formado, no dejaba indiferentes a cuanto varón se le cruzara, y su perfume, suave y penetrante, envolvía hasta el pensamiento.
            Mientras Manolo, contemplaba un vehículo que llamó poderosamente su atención, la rubia se acercó con cierto disimulo. Pero no tardó  mucho en decidirse y lo abordó, con una sonrisa cautivadora.
            -Señor, disculpe. Me agradaría conversar con usted. Soy publicista y estoy trabajando en un suplemento de vestuario. Es para una cadena de grandes tiendas y me hace falta una imagen de varón, así como la suya.
            El hombre pensó que podría tratarse de una broma de mal gusto, de esas que acostumbran hacer en algunos programas televisivos, por ello sonrió y enarcó una ceja, lo que le proporcionó más atractivo.
            -Perdón señorita, creo no entender. Veamos, ¿usted cree que mi imagen le puede servir de modelo?, o es un programa de esos donde a los incautos, por no decir algo más feo, les hacen creer en una situación equivocada. ¿Una vulgar tomada de pelo?
            -¡No!, dijo la rubia. – ¡Definitivamente, no! – Observándolo con atención y pensando, que no se había equivocado en su apreciación precipitada. –Es más, agregó.- Lo invito al café del frente, para explicarle con más detalle mi proposición.
            -¿Total qué puedo perder?- pensó y la siguió dócilmente.
             Al calor y agrado de un aromático café, le conversó de su oferta para que modelara ropa masculina de todo tipo, fijando sus honorarios y su horario de trabajo. Quedaron convenidos para iniciar la primera toma fotográfica para el día siguiente, y así avanzar en el aprendizaje de una actividad que no estaba ni remotamente dentro de sus conocimientos.
            De camino a su departamento, arrendado recientemente, iba pensando que su positivismo ante las dificultades lo había salvado. Hacía dos meses estaba cesante. Su patrón había puesto los ojos en su mujer: joven, bella y ambiciosa. Los lujos, y el auto último modelo, la convencieron de convertirse en amante con cierta ventaja en la vida del empresario.
            Él ya tenía un matrimonio anterior. Su fiel y devota esposa había fallecido, junto al bebé que esperaba. Tragedia que suavizó con el conocimiento de Ángela, quien muy luego buscó otro horizonte más productivo.
            Al otro día llegó temprano a la dirección indicada en la tarjeta, e inició sus primeros aprontes de modelaje, que en razón a su buena salud y disposición, le fueron más fáciles de lo que hubiese imaginado.
            A la semana siguiente, ya caminaba con la soltura propia de un modelo avezado. Se sentía poco menos que triunfador. Denisse, que así se llamaba su jefa, lo tenía medio trastornado. Su trato cordial, su figura espléndida y su perfume, cuyo recuerdo lo hacía divagar en sus noches de soledad, lo estimulaba en su nueva actividad. Al parecer, a la mujer tampoco le era indiferente, puesto que al configurar alguna imagen visual de tal o cual prenda, sus ojos oscuros quedaban prendidos en los suyos con un indefinible mensaje, todavía no analizado en profundidad. 
            Un día que el fotógrafo debió retirarse más temprano, Denisse le propuso posar unos nuevos modelos de ropa de playa, entre los que se encontraba un reducido traje de baño, un poco atrevido, pero sugerente para un hombre de su edad.
            En un giro rápido, mientras ella le indicaba cierta postura de brazos y piernas, los hizo toparse en forma brusca, ambos quedaron prisioneros de sus miradas al observarse tan cercanamente. Él, la acercó con cierta timidez y juntó su boca a la de ella. Sintió una sensación de correspondencia femenina, que lo hizo apretarla con más fuerza y hundirla en un abrazo que lentamente dio origen a caricias más íntimas. Desembocando en un silencioso estremecimiento de sus cuerpos entremezclados, hasta terminar en un clímax que detuvo el tiempo.
            Ya era medianoche y reinaba la oscuridad. Ella fue la primera en separarse, sin decir nada, como temerosa de romper el hechizo. Fue al baño a vestirse, componer su peinado y maquillarse. Manolo, aún aturdido, trataba de pensar. La pasión había sido desbordante. Sin embargo, algo extraño rodeó esta relación, que no acertaba a definir. Algo no encajaba en sus conocimientos acerca del amor.
            La mujer apareció compuesta. Ya dueña de la situación, cerró las cortinas y encendió la luz.
            -Lo siento, tengo que irme rápido- No obstante se notaba su confusión. -Mañana nos veremos. En la toilette te dejé una nota, te ruego la leas antes de retirarte.- Abrió la puerta y la cerró tras ella, suavemente.

            El hombre se incorporó y se dirigió al lugar donde lo esperaba el mensaje. La habitación todavía olía el penetrante perfume de la mujer. Leyó, tratando de comprender. Su rostro reflejó sorpresa, sus ojos ya no lucían ese brillo del hombre triunfador. Esta noche, la vida le había jugado otra broma cruel.

Ascensión Reyes (Poema)-Chile/Enero de 2014

EL MADERO

Aquel rústico madero
vio la luz en un monte enclavado
que entre tinieblas, odios y denuestos,
rudas manos
en cruz convirtieron.

Allí estaba el Redentor
el hijo del carpintero,
llamando al Padre en su agonía
entre un ladrón humilde y arrepentido
y otro de enraizada soberbia.

¡Que afortunado fue ese madero!
Sostuvo con amor ese cuerpo divino,
fue partícipe del sufrimiento, y
como dardos venenosos,
escuchó las blasfemias de los soldados .
Aquel paciente madero,  supo
del Salvador y su último suspiro.

Con el deslizar de los años
alguien lo debió encontrar,
viejo y apolillado, esperando su fin.
Sin embargo…
tendría el honor de abrigar,
el fogón de un  hogar

con aromas de bondad.

Rolando Revagliatti-Argentina/Enero de 2015

Graciela Perosio: sus respuestas y poemas

Entrevista realizada por Rolando Revagliatti





Graciela Perosio nació el 14 de junio de 1950 en Buenos Aires, ciudad en la que reside,  Capital de la República Argentina. Egresada en 1972 de la Facultad de Historia y Letras de la Universidad del Salvador, ejerció la docencia universitaria y dirigió el Departamento de Extensión Cultural del Instituto de Cultura Religiosa Superior. En 1995 obtuvo la Beca Nacional de Investigación del Fondo Nacional de las Artes, para estudiar la obra del poeta argentino Carlos Latorre. Entre 1982 y 2014 ha publicado los poemarios “Del luminoso error”, “Brechas del muro”, “La varita del mago”, “La vida espera”, “La entrada secreta”, “Regreso a la fuente”, “Sin andarivel”, “Balandro”. Además de haber sido traducida al italiano y al portugués, fue incluida en numerosas antologías nacionales y extranjeras, tanto en soporte papel como electrónico. Participó en la segunda edición de la Historia de la Literatura Argentina, publicada por el C. E. A. L. (Centro Editor de América Latina). De sus trabajos de investigación citamos “Olvido y reminiscencias en ‘Los pasos perdidos’” en “Historia y mito en la obra de Alejo Carpentier” (1972); “Ricardo Rojas. Primer profesor de literatura argentina” en “Capítulo. Historia de la literatura argentina” (en colaboración con Nannina Rivarola, 1980); “La profesionalización de la crítica literaria” (selección, prólogo y notas, C. E. A. L., 1980);  “‘Casa extrema’ La poesía de Carlos Latorre”, en “Hablar de Poesía” nº 5, Buenos Aires, junio 2001; “Juan Gelman. La construcción del imposible nido” en  http://actaliteraria.blogspot.com/2011/10/juan-gelman.html  en octubre 2011. Permanecen inéditos “Juan Rulfo y la cultura de la pobreza”, “Los libros finales de Alfonsina Storni. Reformulación del deseo”, “La poesía de Norah Lange. ‘Un rosario de cuentas blancas’”, etc. Inédito se mantiene el ensayo “Nudos de una lectura” de Luis Bacigalupo, concebido a partir de sus primeros cuatro poemarios (solamente leído por su autor en la presentación de “La vida espera”, en el Museo Libero Badi). Fue en 1994 cuando presentó en la Fundación Del Viso una muestra de pintura titulada “Causas Desaparecidas”. Mientras que en 1999, Aroldo Lewy -en el Museo Luis Perlotti-,  dedicó una muestra escultórica a su obra, trabajando en especial el poemario de 1995. Un año antes, los artistas plásticos Silvana Perl y Enrique Banfi, integraron poemas de su autoría a la instalación urbana “Fuente de Poesía”, la que ha quedado como monumento de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, frente a la Biblioteca Nacional. Sobre su “Regreso a la fuente” fueron realizadas dos muestras performáticas multimediáticas, una en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación y la otra en La Casa de la Lectura. Un poema de “Sin andarivel” fue seleccionado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de Buenos Aires, para realizar un afiche ilustrado por Alexiev Gandman que se expuso en las veredas de la ciudad.      



 

          1 - En parte porque descubrí www.familiaperosio.com.ar es que te propongo que nos cuentes sobre ella, la nuclear,  tu niñez, tu educación, tu inserción universitaria, la familia actual…

          GP - Hay dos sucesos trágicos que marcaron mi vida: el suicidio de mamá y el secuestro, tortura y asesinato de mi hermana Beatriz. Beatriz era tres años mayor que yo y fue Presidenta  de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires y de la Federación de Psicólogos de la República Argentina. Un grupo de tareas de la Dictadura la secuestró el 8 de agosto de 1978 y creemos que fue asesinada no mucho tiempo después. Cinco años antes,  mamá se había suicidado. En la última charla que mantuve con mi vieja, apenas elegido Héctor Cámpora como Presidente de la República, me había dicho: “¿Sabés qué va a pasar ahora? Los militantes van a salir a la superficie y los otros van a anotar en sus libretitas. Y después los van a matar a todos.  Tu hermana de ésta, no pasa…Y vos tenés que sobrevivir.  Porque alguien tiene que contar cómo fueron las cosas. Yo, me hago cargo de cómo las eduqué, pero no tengo resto para bancar lo que  viene. No soy la Virgen María para quedarme esperando que me entreguen el cuerpo.” Y efectivamente aún hoy no hemos recuperado los restos de mi hermana, ni siquiera tenemos certeza del momento y modo de su muerte.
          Ahora sí te puedo contar otras cosas… Tanto la familia de mi madre como la paterna provienen de la Liguria en Italia. Mis dos abuelos se dedicaron a negocios vinculados a la comida. Mi abuelo paterno junto con papá fueron propietarios del Restaurante “Perosio” que funcionaba en Suipacha y Diagonal. Un lugar muy tradicional del centro porteño, frecuentado por personalidades de la política, la cultura, las artes, el deporte. Bioy Casares lo menciona en su “Diccionario del argentino exquisito”.
          Por parte de mi abuela materna estoy emparentada con Benedetto Croce, cuya existencia, de chica, consideraba una leyenda, su propio nombre y más aún el de su hermana - Santa Croce- me hacían pensar en una invención de mi vieja que era una bromista irredenta. Entonces una tarde, bastante ofendida, me leyó la biografía de Croce en la Enciclopedia : “Ahora vas a ver si es un invento mío.” Así terminó con mi desconfianza. También Croce sufrió  momentos trágicos de pérdidas familiares. A los 16 años en un viaje a Ischia y a consecuencia de un terremoto,  pierde a su padre, a su madre y a su hermana. Él mismo es rescatado después de pasar varios días bajo los escombros… En fin, otra historia de sobrevivencia.
          Tanto mi hermana como yo nos educamos en un Colegio de monjas y la familiaridad con las enseñanzas evangélicas y con la figura de Jesucristo nos iba a marcar hondo. En mi niñez, ante un mundo que se me antojaba hostil, siempre fui hipersensible, buscaba refugio en un universo de fantasía: dibujaba, bailaba, componía canciones que repetía hasta aprenderlas de memoria, porque aún no sabía escribir. Después,  mi hermana me enseñó. Estudié danzas españolas, algo común en esos años, e integré la Compañía de Marisabel. Bailé en el Teatro “Cómico” de la calle Corrientes, y en el “Casino”. Las disciplinas corporales –la danza, la gimnasia artística, el yoga, el tai.chi- me acompañaron y ayudaron a lo largo de toda mi vida. Para subsistir en Argentina hay que ser realmente acróbata. Tengo un poema inédito sobre este tema.
          Cuando llegó el momento de ir a la Universidad, quise entrar a la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, pero la Dictadura de Juan Carlos Onganía la mantuvo cerrada a partir  de la acción represiva  del 29 de julio de 1966,  conocida como la “Noche de los Bastones Largos”, que significó el alejamiento para  muchos intelectuales,  no solo  de la cátedra, sino del país. Opté entonces por asistir a la Universidad del Salvador, con el propósito de cambiarme después, pero por las diferencias de programas resultó  imposible.  Me recibí  a los 22 años. Había empezado a enseñar desde el segundo año de mi carrera como Auxiliar Docente en la Cátedra de Filosofía de Agustín De la Riega. Podrás imaginarte lo doloroso que resultó, cuando, ya nombrada y rentada en la Universidad de Buenos Aires, perdí  mi puesto por la Intervención de Alberto Ottalagano, que nos echó a todos. En la UBA, por fin en la universidad pública, me había integrado a la Cátedra de Literatura Colonial Argentina, cuyo titular era Ángel Núñez –acaso recordás que nos invitaste a ambos en 1999, a leer  poemas en el Ciclo “Olivari”-. Con su adjunta,  Nannina Rivarola, que se convertiría en  amiga entrañable, escribimos después algunos trabajos para la Historia de la Literatura Argentina que publicara el Centro Editor Latinoamericano. Pero nunca más volví a retomar la docencia universitaria. Como también te imaginarás, tampoco volví a bailar en la calle Corrientes. Aunque quién te dice, todavía… (Risas.)
           En la Biblioteca Popular de Martínez , durante 1979, empecé a coordinar los talleres de escritura que había fundado Nicolás Bratosevich.  “Las Voces”,  mi taller de creatividad, había tomado forma a instancias de mi hermana Beatriz y su primera sede fue el Jardín de Infantes que ella dirigía y que se cerró a consecuencia de su secuestro. Continué con esta actividad en la Biblioteca y después pasé a hacerlo en mi casa en la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Florida.               
         Me había casado a la misma edad que me recibí, y de ese matrimonio que duraría quince años, nacieron mis dos hijos, Lucas y Milagros. Lucas está casado y es padre de Laura y Gael. Él eligió la carrera de Historia y se licenció en la UBA. Milagros pinta y publicó el poemario “(queda entre nosotros)”. (1)



          2 – Y vos ¿qué te acordás de tu primer libro? Hablame de tus libros.

          GP - En los ochenta ni me imaginaba que la escritura de poesía se convertiría con el tiempo en mi actividad principal. Pensaba, en cambio, que en algún momento iba a reanudar la tarea académica, pero sentí que tenía que sacar un libro como respuesta a la Dictadura, una forma de afirmar que seguía viva. Entonces, bastante a las apuradas, reuní un grupo de textos escritos sin la menor idea de ser publicados, escritos muy íntimos ¿entendés? Así nació “Del luminoso error”, que es del 82. Aún así y con toda su desprolijidad,  rescato de ese conjunto visceral, alguna página como “Lluvia”, en cierto modo un autorretrato válido.
          Siguió “Brechas del muro” de 1986 (mi hijo decía que yo publicaba para los mundiales de fútbol: este año también coincide), con un poema dedicado a Beatriz. Mucho tiempo después de la edición tomé conciencia de que lo había concebido a partir de un encargo que ella me había hecho en vida. Me pidió un texto que expresara los sentimientos de un preso político, algo para una revista militante. Y la verdad, no me salía, quedaba  panfletario, obvio, no lo pude resolver en aquel momento. Y después terminó por darse este texto que surge casi como jugando, alrededor de un verso de Alejandra Pizarnick. Se difundió por primera vez en “Punto de Vista”, y toda la revista estuvo ilustrada por Luis Felipe Noé. Yo ya venía trabajando con la obra de Noé,  pero allí decidí conocerlo personalmente. Una figura magistral, de fuerte ascendencia sobre mí y cuya pintura va a seguir generándome escritos. Mi libro posterior,“La varita del mago”, es una reflexión sobre el vínculo entre las generaciones del ’60 y del ’70. Algunos poemas nacen de la visión de un cuadro de Noé y los  otros parten de la lectura de un verso de Juan Gelman. La escritura y publicación  de ese libro coincidió además con la disolución de mi matrimonio. Y operó como bisagra para  separarme también de mi pasado,  de los amados maestros, del heroísmo como forma de vida. Lleva una dedicatoria que me trajo más de un problema: “A los hombres del ’60 por cuyas ideas mi generación puso el cuerpo.” Lo cual no pretendió decir que la generación del ’60 no puso el cuerpo como se interpretó, sino que no es lo mismo dar la vida a los 20 años, cuando difícilmente tus ideas se puedan considerar cabalmente propias.
          En 1995 se publica el poemario que ronda la figura materna y reflexiona también sobre el suicidio: “La vida espera”.  Lo materno en sí mismo y la femineidad son temas que reaparecen de modo más sesgado en el quinto libro: “La entrada secreta”,  un trabajo con mucha intertextualidad. Alude a las leyendas de la gesta artúrica, al imaginario celta. Aquí importa decir que para los chicos argentinos nacidos en los ’40 y los ’50 el imaginario celta, el rey Arturo y sus caballeros, personajes como Ivanhoe o el Príncipe Valiente fueron lecturas habituales. E integraban la famosa Colección Robin Hood que acompañó nuestra infancia.  Con este libro inicio mi experimentación en las performances: se presentó en la Sala de Representantes de la Manzana de las Luces y leí el último poema, “Canto de alabanza”, desde el escenario a oscuras y con un único reflector sobre el atril donde estaba el libro. Concluida mi lectura, desde el fondo de la sala empezaron a oírse voces que cantaban los versos y que el público no podía ver. Un efecto “fantasmal” que resultó interesante. Hoy esta forma de presentar un poema se ha vuelto habitual pero en aquel momento fue novedosa y  justamente por lo inesperado, causó mayor emoción en el público.
          A“Regreso a la fuente”, mi sexto libro, la considero una obra aún irresuelta. Creo que debiera reescribirla, pero por ahora la voy completando con puestas en escena. Su escritura me sumergió en una investigación de la mística renacentista y los escritos de las academias italianas. Me apasionó la lectura de la “Hypnerotomachia Poliphili” (“Sueño de Políphilo”) atribuida a Francesco Colonna, aunque  me acerco más a la tesis de Kretzulesco-Quaranta de que se trata de un texto colectivo cuyo compilador fue León Battista Alberti. Un texto en clave redactado por los humanistas de las academias.  De alto contenido ecológico, en él se advierte el peligro de olvidar que provenimos del agua. Profetiza como especialmente riesgoso el momento en que nuestra civilización gire alrededor de las “fuentes negras de la muerte en las tierras donde se inició la humanidad”. Fijate que leí esto a mediados del 2002, faltaban pocos meses para que Estados Unidos invadiera Irak. Una coincidencia conmocionante.
         Después vino  “Sin andarivel”, donde se puede leer entre líneas mi incursión en la meditación budista. Hace días acaba de salir  “Balandro”. Y tengo inédito un  poemario titulado “El privilegio de los años”.


          3 – El título del poemario inédito me da en el plexo. Ya lo quiero leer. Tanto me ronda, cuando no me acecha o acicatea, el asunto de “tener ya mis años”. Introito éste para solicitarte que nos adelantes algo sobre su estructura. Y, de paso, también sobre “Balandro”.

          GP - El título “El privilegio de los años” lo tomo de la película “El maestro de música”.  La esposa del maestro habla a la alumna joven, deslumbrada por su profesor, y le dice: “Usted tiene la ventaja de la edad,  yo tengo el privilegio de los años”. Fijate que son expresiones  que fuera de contexto pueden parecer sinónimas pero no lo son.
          Por otra parte, para alguien nacido en los’50 y de mis ideas, haber llegado a los 63 en Argentina es un privilegio. Pero además, una -a fuerza de vivir y equivocarse- adquiere una mirada privilegiada sobre la vida. Ahora, me han preguntado si el título tenía que ver con la escritura y hay que decir que este privilegio no implica una facilidad mayor para escribir, porque a medida que se aprende el oficio también aumenta la exigencia, el desafío de lo que se pretende.  La distancia entre lo que se quiere lograr al escribir y lo que realmente se puede, es infinita siempre.
            El libro habla de estas cosas, de lo que cambia con los años y de lo que no. El ansia de amor no cesa, el abismo frente al otro no cesa. Nunca se sabe cómo cruzar la calle y comprender o hacerse comprender… También llegan las generaciones nuevas, el ser abuela y ver que en algunas cosas volvés a empezar, a acompañar el crecimiento de un niño, verlo asomarse al mundo, otro mundo, no el que sentiste tuyo. Inevitablemente  comparás tu infancia con el ser niño de estos días y hay algunas coincidencias y también abismos de distancia.
            En cuanto a “Balandro”, está dividido en dos secciones: “la necesidad de pintar” y “la necesidad de narrar”. La primera la integran poemas más breves, escenitas, cuadros. La segunda es una novedad en mi obra: aparece el poema largo narrativo. Se busca el sentido de ciertos acontecimientos del pasado. Una va tratando de armar un rompecabezas, descubrir el revés de la trama que se escribió con la vida. El título nombra la más pequeña de las embarcaciones a vela, un navío que Fabio Morábito en su contratapa, asocia a los naufragios, al transcurrir de los sobrevivientes.


          4 – “Punto de Vista”, “Hablar de Poesía”, importantes –sustanciosas- revistas te han publicado. (Sé que sucedió también con una que yo apreciaba tanto: “Feminaria”.) ¿Qué te hace sentir que tu quehacer aparezca en ellas? 

          GP - Una espera el reconocimiento, esa mirada del colega que nos confirma en el camino, por supuesto, y no siempre se da. Pero aun cuando sí se da, forma parte del trabajo. En cambio hay otras cosas que te desbordan. Fijate que en un sitio de la Red, leí de pura  casualidad, una anécdota de un preso en la cárcel de Río Negro que cuenta esto: “Yo me sostenía leyendo el poema  ‘Tiempo de familia’ de Graciela Perosio; pensaba voy a salir de acá y vamos a volver a estar todos juntos.” Eso es algo más allá de lo esperable. ¿Y sabés cómo le llegó el texto? Porque lógicamente necesité averiguar: el hijo de una ex alumna del taller, que es psicólogo, hace un trabajo de lectura en presidios y cuando falleció su mamá, se había quedado con mi primer libro que es  donde está ese poema.
          Hay reconocimientos íntimos que para mí valen infinitamente, comentarios de lectores, de  personas que pasaron por mis clases. Me parece que si los repito violo el encanto del secreto. También fue fuerte ver mi poema en un  cartel de la avenida 9 de Julio. Y tuve la alegría de que a pesar de que en ese momento fuimos sólo cinco poetas seleccionados por la Secretaría de Cultura de la Ciudad, uno de ellos había asistido a mi taller, Gustavo Álvarez Núñez. ¡Cartón lleno!


          5 – Que te hayas ocupado de escudriñar la obra de Carlos Latorre, el autor de “La ley de gravedad”, “La línea de flotación”, “La vida a muerte”, “Cabeza o triste páramo”, prologado por Juan Antonio Vasco (Ediciones Botella al Mar, Buenos Aires, 1979), me incita a reclamarte una semblanza de ese admirado poeta. Y como también has escudriñado a Ricardo Rojas y a Norah Lange, tu visión es bienvenida.

          GP -  Latorre era una persona que vivía con el pie en el acelerador, la vida a pleno costo y la poesía a pleno costo. La palabra “conveniencia” no entraba en su vocabulario. Pero te tengo que contar mi historia con él. Tendría yo unos siete u ocho años y encuentro en un Suplemento Literario, probablemente  el de “La Nación”, un largo poema de versos extensos. Y lo copio en un cuadernito. De allí en más no iba a ningún lado sin ese cuaderno. Mi vieja lo llamaba “el talismán de Graciela”. Un día, intrigada, me preguntó si lo podía leer, entonces se lo di lo más contenta y me dijo: “Pero Gracielita, ¿vos entendés esto?”  “Entenderlo no, mami ¡pero cómo suena!” Y allí mi vieja me miró de una manera como si pensara: no hay nada qué hacerle, está perdida.  Ahora,  pasaron los años y en una presentación de libros de Editorial Tsé-Tsé, Reynaldo Jiménez informa que en el público se encuentra Mariluz Luna, la viuda de Latorre. Me acerco y le cuento la historia anterior, y ella exclama: “Tuve que compartir a Latorre con tantas mujeres, ¡pero también con una nena!”. Después Mariluz vino a mi casa sorpresivamente y me trajo todos los papeles de su marido con la finalidad de que escribiera sobre él. Terminé presentándome  a la Beca del Fondo Nacional de las Artes, con los auspicios de Enrique Molina y de Juan Gelman, y la gané. Entre los archivos de Latorre iba a encontrar guiones de radioteatro, escritos bajo el seudónimo de Osvaldo Prada. ¿Sabés qué eran?: las adaptaciones de films para la radio que pasaban los sábados por la noche en el radioteatro “Lux” y que no me los perdía nunca. Me acuerdo que hasta dieron una radionovela ¡basada en Bergman! Y me pasé la infancia siguiendo ese programa; al final, Latorre había estado en mi niñez de distintas maneras. Pero, más allá de mis motivos personales, creo que es imprescindible advertir su importancia a la crítica. La obra poética de Latorre marca un paso entre el cincuenta y el sesenta, él es un precursor de  hallazgos del coloquialismo, del uso de jergas en el poema, por ejemplo, expresiones tomadas de la  publicidad. Así como Eduardo Romano destaca el poemario “Sentimientos” de César Fernández Moreno, yo insisto en que en su poesía, especialmente en los poemas amatorios de Latorre, hay un antecedente de lo que va a hacer el ’60. Me parece que hay que subrayar que ocupa ese lugar de puente en la Historia de la Literatura Argentina.
          En cuanto a Ricado Rojas, hay mucha gente que lo único que sabe de él es que escribió “El santo de la espada”, su libro sobre el general José de San Martín, y la verdad es que me parece lo menos valioso. Rojas nos ofrece un pensamiento original para comprender la cultura de América Hispana. “Eurindia”, hasta dónde yo sé, es nuestra primera Estética. Rojas crea la Literatura Argentina como disciplina. Hace un trabajo extraordinario recopilando su Historia Literaria que abreva en múltiples fuentes coloniales. Siempre reflexioné sobre los dos textos pioneros que él señala y el peso que tienen sobre nuestra construcción de identidad y de imaginario. La “Carta de Doña Isabel de Guevara”, una pensionada que le reclama al Rey el pago de su pensión, y el poema “La Argentina” de Martín del Barco Centenera: un poema escrito por un funcionario oscuro de la Inquisición del que no sabemos con certeza ni los datos de su nacimiento ni de su muerte en España. Sabemos sí todas las tropelías que hizo en nuestras tierras. Dejándonos, como dice Rojas, “el nombre inmortal de una obra muerta”. Su escritura, mala imitación del chileno Alonso de Ercilla, es farragosa, ilegible, irresponsable, cuenta las cosas “más o menos”,  manda las medidas de la isla Martín García -para zanjar un problema limítrofe con Portugal- diciendo “a ojos vista de aquí para allá mide…” Corrupto, “chanta”, plagiario…, así  es el padre que nos nombra. Pero, por otra parte, aún no sé de otro país que tenga nombre dado por un poeta. Un poeta desastroso pero poeta al fin. Con Elsa Osorio, narradora de mi misma generación, nos planteamos más de una vez hacer el guión de una película histórica sobre Centenera. El problema es que sería un film de muy alto presupuesto. Pero a mí me parece interesante preguntarse si la “legendaria” riqueza de nuestro país, además de radicar en su ubérrima pampa húmeda, no está también en su inextinguible capacidad de leyenda…
          Respecto a Norah Lange, me llamó la atención la coyuntura histórica que le tocó como poeta. Algo de esto ya lo había señalado Beatriz Sarlo. Lange quiere pertenecer a la vanguardia prestigiosa y separarse del aplastante modelo de Alfonsina Storni, pero por otro lado está la figura gigantesca de Oliverio Girondo, y creo que no lo puede resolver desde el género poético, no encuentra espacio para un decir propio y acaba haciendo una excelente obra narrativa. En sus breves poemarios hay muestras de la gran escritora que será, muestras sueltas, poemas que vale la pena revisar, no digo todos, ella era muy joven, su plenitud se dio en la prosa, sin duda.


          6 – Dos décadas se cumplen de aquella muestra tuya de pintura: “Causas desaparecidas”.  ¿Qué tipo de pintura era? ¿Fue gratificante, o no lo fue y por eso no has reincidido? ¿Has seguido pintando?

          GP - La especialización en creatividad me llevó a practicar distintas posibilidades: bailar, cantar, pintar. Pero sólo me considero autorizada a enseñar escritura y muy relativamente. Guardo esas vertientes creativas como lugar de juego donde no hay una carrera profesional a la que responder; en esos sitios no siento la exigencia y los transito por puro placer. Pero en un momento la pintura creció y necesité detenerla, porque no podía llevar adelante dos carreras artísticas más la docencia. Los cuadros de esa muestra estaban dentro del informalismo, pero no todo lo que he pintado es así, creo que cuando tomo algunos elementos de la figuración mi pintura crece, se complejiza. Esa serie de la muestra nació en el taller de Eduardo Médici y no estaba en nuestros planes -ni míos ni de Eduardo- que se hiciera una muestra. Eso fue una casualidad que me sobrepasó y no sé si considero hoy una buena idea haber permitido que se muestren esos trabajos aún muy primitivos.


          7 y 8 – Se me ocurren dos preguntas. Una acerca del Encuentro Nacional de Escritoras, realizado en el Centro Cultural General San Martin y del que participaste en  el 2000. ¿En qué consistió?... La otra sobre el escritor y sus reflexiones sobre la escritura. Como sabemos, Graciela, hay autores más propensos a hablar de sí mismos, a divulgar en público sus hábitos y sus vicisitudes a la hora de enfrascarse en el trabajo, a confesar sus encontronazos con las limitaciones subjetivas y objetivas. Están aquellos que han escrito ensayos y aun libros íntegramente consagrados a revelar  –entre nosotros, uno de los poetas que me entusiasman: Darío Canton- la intimidad cotidiana. Y están los que optan por no ofrecer pistas. ¿Qué escritores  te enseñaron más, en este sentido, a través de sus análisis, y de sus declaraciones en reportajes o conferencias o mesas de debate?

          GP - Escritores que me hayan enseñado desde su actitud, seguramente muchos; ahora, que yo haya aprendido, es otra cosa. Siento que una nunca sabe lo que tiene que hacer, ¿no? Qué tiene que decir, qué espera el lector, qué puede serle útil. Esto es un oficio y a la vez no es un oficio, porque no cuenta con ninguna de las certezas de un oficio. Aquí nada es preciso, taxativo.
          Lo que sí quiero comentar es que a lo largo del proceso de esta entrevista me llama poderosamente la atención todo lo que he olvidado. Me preguntabas por allí acerca del Congreso de Escritoras en el año 2000, por ejemplo, y me vuelven fogonazos. Me vuelve y ni siquiera  estoy segura de que fuera esa vez que la escuché, la voz de Graciela Safranchick leyendo un texto que me volvió loca y nunca tuve oportunidad de decírselo; después busqué obra de ella pero encontré muy poco. Me acuerdo casi sólo eso… Entonces, una tiene que creer que lo vivido permanece de alguna manera, que aunque no me acuerde, las personas, los libros que leí (y hay tantos que no recuerdo en lo más mínimo), los acontecimientos están constituyéndote y que lo que dejaron es igual de valioso como inhallable, irrepetible. Una debe hacer profesión de fe y entregar su vida como puede, que es viviéndola.
          ¿Vos sabés que desde hace dos años me reúno con poetas en encuentros mensuales que llamamos Casa Abierta? Bueno, en uno de los últimos, gracias a un texto que leyó Alejandro Archain, un poema suyo muy bueno que habla de huellas en el pasto que le sirven al otro para caminar;  gracias a eso, me acordé de una cita de Luis Felipe Noé, creo que de la “Antiestética”, que dice más o menos así: para el artista lo importante es el camino, ese camino se hace con obras. Las obras, dice Yuyo Noé, son en realidad las huellas del andar y resultan importantes para los otros, mucho más que para el artista mismo. ¿Se entiende a dónde voy? Yo te puedo contar más o menos lo que me acuerdo, lo que registré y siempre es mínimo; pero el sentido de lo que te cuento está en mañana, en lo que vamos a hacer, en seguir andando. ¿Estas huellas que voy dejando lo quiera o no, alguien las va a seguir? ¿Señalarán algún destino? ¿Aliviarán una búsqueda?  No sé. Sólo mañana sabremos si tuvo sentido hacer esta entrevista.
          Y me preguntabas por entrevistadores que recuerde...; y,  la uruguaya María Esther Gilio, esos reportajes publicados en la revista “Crisis” eran deliciosos; y otro material excelente: los tomos de “Confesiones de escritores”, editados por El Ateneo, recopilaciones de artículos  de “Paris Review”.


          9 – “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración” para escribir (las Musas, “el espíritu”); y “en este otro rincón” Edgar Allan Poe, Plinio, Camilo José Cela, Uslar Pietri, o William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” Los púgiles, cada uno en su rincón: los hemos presentado. ¿Por cuál te inclinás? O, ¿con quién más te identificás? ¿Adscribís a…?

          GP - Vos estás hablando de distintos personajes internos que intervienen en el acto creativo (y aquí sigo a Martínez Bouquet con su esquema de los seis personajes de la creatividad). Todos esos personajes son necesarios. Hay uno que es el que escribe, que a veces se conecta con el personaje del deseante y cuando ocurre eso, la persona no puede dejar de escribir,  no  le importa no ser Borges, ni Cervantes. Escribe, escribe, se devora el papel. Pero en el mejor de los casos esa fiebre pasa, si no las obras no tendrían límites (y cuando sucede es una “patología” grave). Cuando pasa, una examina el resultado sobre el papel y descarta, a veces todo, a veces salva un verso o un poco más y comienza el trabajo del personaje enemigo que se conecta con el amigo y entre ambos trabajan, corrigen, reflexionan. Hay otros modos de escritura, por ejemplo, vos estás leyendo y se te ocurre que ahí hay algo que te interesa, algo desde el pensamiento, una ocurrencia teórica, tomás notas, investigás. Puede pasar que en el proceso se desate el deseante y arranquemos de nuevo, pero también puede que no suceda y sea sólo un proyecto inteligente pero sin fuerza. ¿Por qué no tiene fuerza? Porque nació de un modo exclusivamente teórico, programático, racional. Y esto es así: cuando empezás con el deseo (la inspiración) después podés podar,  pero cuando empezás desde lo programático y sin entraña es muy difícil insuflar en segunda instancia ese desborde del impulso. Este es el problema más común que se me presentaba en el taller con las personas que venían de la Carrera de Letras. El crítico era tan fuerte que siempre le ganaba al deseo…, y cuando la crítica ya interviene limitando la gestación, la escritura no resulta vigorosa, generalmente se observa eso. Es como intentar educar un feto dándole palmadas, lo más probable será que abortes o que nazca deformado. Primero la criatura tiene que nacer. Cuando se inicia con un excesivo nivel de crítica, de inseguridad, de dudas, el camino es riesgoso. Al comenzar es bueno un poco de descontrol, hay que sentirse potente, entusiasmada, infinita y acto seguido decaer y ver la realidad de lo que quedó. En el medio, un sinfín de variantes, de consultas, de búsquedas, pero el sueño inicial ayuda y desespera porque una sabe que se acaba y hay que releer y enfrentarse a la verdad.


          10 - El argentino Rafael Freda, para la edición de su poemario “Mundo tenaz” (sonetos) (Alicia Gallegos Editora, Buenos Aires, 1993), concibió un Estudio Preliminar de 24 páginas, interesantísimo (como el propio poemario lo es). Entresaco lo siguiente: “Adoptar un lenguaje poético es lo tradicional; probar a ver qué pasa es experimentar. Tomar lo aceptado e introducirle elementos inesperados es innovar”; “Me gusta imitar. Reconozco mis fuentes. Prefiero el verso medido al verso libre, el verso rimado al verso libre, el verso suelto al verso libre”; “No rechazo la irracionalidad; pero quiero que mi poesía tenga porqués, para compensar las sinrazones de las que se nutre”; “El estudio preliminar lo escribí para que este libro imitara a los libros de texto”; “La poesía agoniza sin lectores, y cada vez hay menos lectores de poesía”. ¿Añadirías, refutarías, comentarías (a sabiendas de que al entresacar, retiré los contextos o escenografía)?

          GP - La poesía no agoniza nada. En todo caso, lo que agoniza en nuestro país es la política cultural.  No hay gestores culturales o hay muy pocos,  hablo especialmente a nivel institucional, y sobre todo escasean gestores que se ocupen del género poético.
           Para contestarte necesito considerar algunas características de este momento histórico. Creo que el neoliberalismo se ha introducido con fuerza en los comportamientos sociales y el mundo de la poesía no es ajeno al fenómeno. Algunas características neoliberales son el no respeto por el trabajo, la incentivación de la competencia, el individualismo a ultranza. Entonces respecto de la valoración del trabajo poético, a mí me puede gustar esta propuesta y no aquélla, eso es válido y siempre ha sido así, pero cuando una persona sostiene una vocación durante años con un trabajo entusiasta, con obra, con estudio, con lecturas, ese trabajo debe ser respetado.
          La poesía no va a morir si nosotros no la matamos. Pero, ¿le damos vida suficiente? La vida surge y se promueve en la reunión de lo diverso. Una gran riqueza literaria no puede provenir de un grupito de personas y de una o dos poéticas nada más, de actitudes sectarias en extremo. Mucho menos en un país como el nuestro con complejidad de regiones muy diferentes entre sí.
           Por otra parte, la política cultural no debe estar limitada por las miserias de la política partidaria. Hay que diseñarla como política de estado y sostenerla en el tiempo. Y es muy poco lo que hay: pocos concursos, pocos subsidios, poca difusión. También ante la escasez, la competencia se vuelve feroz. Y la competencia entre nosotros no va a mejorar las condiciones de la producción cultural, ni la va a incrementar ni a difundir. Cada esfuerzo serio que se pierde nos debilita a todos.
          Es justo destacar el esfuerzo de los blogs de poesía. Ya hace una década o un poco más, algunos escritores, entonces muy jóvenes, empezaron a difundir mucha producción y a conectar a los poetas entre sí a través de la red, esta tarea continúa hoy (nombro a Alejandro Méndez, Selva Dipasquale, Valeria Cervero , Franco Castignani, María Belén Aguirre, de Tucumán,  y son muchos más, más de los que yo alcanzo a leer seriamente y con asiduidad). En la actualidad hay poetas de muy distintas  generaciones trabajando en blogs para difundir  nuestra poesía y la extranjera, a veces con traducciones propias. Como es el caso de Jorge Aulicino, que siempre propone versiones nuevas de poemas clásicos y contemporáneos, o los sitios de poetas como María del Carmen Colombo, Irene Gruss,  Marcelo Leites, Gustavo Tisocco, Catalina Boccardo; son incontables. Esperemos que este empeño no se debilite a futuro. Porque eso es lo que se ve, que muchas veces el entusiasmo decae porque al ser escaso el apoyo desde lugares institucionales, entonces los proyectos dispersos por todo el país, de blogs, de ciclos, de festivales, no encuentran algo que los aglutine, que los interconecte, que los ayude a sedimentar y  perfeccionarse con el paso de los años. Es una pena que no haya prosperado el proyecto de Casa de la Poesía, como la Casa de Poesía Silva, de Colombia. Nosotros tuvimos distintos intentos pero lo cierto es que la Biblioteca, la única especializada en poesía, que tuviera como sede la Casa de Evaristo Carriego en la calle Honduras, hoy desafortunadamente está cerrada, y no contamos con una Casa de Poesía ni en el Gobierno de la Ciudad ni en el Nacional. Tampoco sé en qué quedó el esfuerzo de montar un Museo de la Poesía en la casa de Lafinur en la provincia de San Luis. El Museo se hizo, pero ignoro qué trascendencia ha conseguido. En general, creo que ni siquiera se sabe que el Museo existe.
          De repente aparecen algunas excepciones como la creación del Premio Rosa de Cobre a la Trayectoria Poética, una iniciativa reciente de la Biblioteca Nacional, que esperemos continúe. Pero la riqueza de nuestro movimiento poético actual, que es enorme,  merece mucha más atención y cuidado de los existentes.





·         Milagros King,  Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 2006.

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Graciela Perosio selecciona para esta entrevista, en 2014, seis poemas de su autoría:



LLUVIA


Estoy oyendo llover. Y me desintegro, pierdo las formas que me limitan para diluirme en el agua. Estoy lloviendo y choco estrepitosamente contra el alero del quincho y me resbalo por las canaletas, me filtro en el jardín, arrastro la tierra de las barranquitas, me encharco en los desagües. Asumo tantos ruidos diferentes, colores, transparencias. Chorreo, goteo. Golpeteo contra las aplanadas hojas del filodendro y salpico los vidrios. Me enfurezco en los techos buscando sus fallas, sus grietas escondidas.
Yo no puedo dejar de llover. La sensatez indica el intento de cimentarse en una casa. Una casa acogedora, de grandes ventanales con prudentes y castas persianas, con avizores cerrojos nocturnos. Pero no puedo abandonar la intemperie, no ser lluvia. Lluvia. Desordenada lluvia que no admite forma global, que está y no está en la gota, en el canto, en la nube, que forma napas y alimenta ríos pero no está ni en lo uno ni en lo otro.
Soy la que se derrama, se regala, penetra, fertiliza, moja, empapa, limpia o ensucia, según.
Sólo sé caer, desparramarme, deslizarme y permanezco únicamente en el oído de los hombres como una música de orígenes que los empuja hacia dentro de su corazón en busca de un techo no existe para mí, que soy la lluvia, la que está fuera. Deshilvanada, deshilachada, descabellada, desnuda. La que está fuera llorando su exilio. 



                                                                                                                           (De “ Del luminoso error”  (1982))




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Brechas del Muro


                                                                                      para Beatriz, con el amor viejo

                                                                                                              “es mero muro es mudo mira muere”
                                                                                                                                     Alejandra Pizarnick  

       

es muro    un mero muro    un muro  para morir  un muro               
mudo es miedo mudo de la muerte    
muerdo el muro   el muro miente   MIERDA el muro
                                                           muro de muerte
siento el musgo del muro el mero musgo muelo mi mente
contra el muro  el muro es un muelle que se hunde en
oscuros mares  mero musgo  mero musgo del muro para mi
muerte Mierda 
          es muro es mero muro es mudo mira muere
la vida por los amigos   di la vida   di mi muerte
mi mera muerte   mi mera vida contra el muro contra el
muro siempre
          mira es mero muro   mira   el muro muere




                                                                                                                    (De “Brechas del muro”  (1986))





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sol edad es el tiempo que nos queda
soles que viajan solos rigiendo
en tristes centros sistemas planetarios
llamaradas de vos destruyen las voces
estallan la palabra y el encuentro
mientras la vida va y va y va.


                                                                                                                           (De “La varita del mago” (1990))



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 IV
 noche



quedóse exhausto el mar que tanto bufó el viento.
una desmesurada noche disemina ecos de fukuyama.
y tu voz, un susurro en la espuma del mar,
batiendo , sin embargo, duramente.


el único problema ideológico,
verdaderamente serio
que nos queda por debatir,
es la muerte.
pensar, legislar, engendrar
desde su perfil estricto.
pero ¿qué si desvanecemos el luto?
¿qué si disfrazamos la obra
del dibujante eximio en nuestro rostro?
¿qué podrá saber quien no empuñe
-como triunfante bandera por la vida-
la epifanía del ritmo de la disolución?
tu sabia disolución te hará invencible.
honra, pacientemente,
la sacralidad del instante
y el milagro austero de la precariedad,
ardua llave del arte,
que siempre, aunque te abrume,
es la orfebrería de lo mínimo.
contracara del poder.
en fin, hija
esa hendidura leve

del escueto diálogo
con la más fiel de las amantes.




                                                                                                                                (De “La vida espera” (1995) )




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Caudaloso río iluminado por enervante sol del desierto se revuelca y me revuelca de olas de juncos de algas de arco iris de barro y remolino burbujas caracoles movimiento la forma de las formas se perfila crece crecen plateados peces translúcidos almibarados crustáceos del inicio quelonios pétreos escondidos vamos hacia la orilla desbordada vamos venimos nos golpeamos recalamos y nuevamente una potencia nos arranca nos lleva nos deshace nos hace nos renueva nos forma y nos deforma vamos a un tobogán túnel de limo subimos rodamos más allá no se detiene marcha al galope el río desbocado marcha en torrentes corre y se abre se abre y abraza al mar al mar al que se vierte hacia él nos vence nos envía burbujas remolinos olas que se van aquietando se deslizan por la arena de plata de diamante de bronce de corales madreperla infinita la playa disemina y en ella la silueta apenas pura luz que descarta con suaves movimientos de medusa con espasmódicos ritmos de delfines la bella hija de Urano la Dorada está naciendo ved del proceloso océano el espejismo de horizonte invulnerable y trae el regalo el don que ha de otorgarnos el erótico sexo que define al ser que llegará y habrá de amarla
                                                                          victoriosa por siempre la divina Afrodita





                                                                                                                                      (De  “Regreso a la fuente” (2005))



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Para disfrutar enero en Buenos Aires,
a pesar del calor subtropical,
conviene que aguces el oído.
Hay mucho menos tránsito,
menos ruido.
Y eso permite leer
en los balcones con la fresca.
Pasear por el parque de Palermo
sintiendo que es un parque.
Si prestas atención,
en algún momento cierto,
descubrirás un par de cardenales,
buscándose comida
a los saltitos por el pasto.
Puede que la suerte te sonría
y veas también algún pichón,
generalmente el penacho aún no es rojo rubí
sino sepia o ladrillo,
después pareciera que el color
virara hacia la sangre.
Te recomiendo, además,
que entres al Rosedal y hacia la isla:
hay pocas garzas blancas,
sólo algunas volando cielo arriba,
muy lejos de la fronda,
pero, en compensación,
en enero, sólo entonces,
puede que descubras una sabacú
o tal vez una real, o una mora,
tienen alas gris verdoso
y sólo blanco el pecho,
pero una línea de tiza vibrante
les cruza la cabeza negra,
mira con cuidado entre las ramas
porque estando quietas
se funden con el árbol.
También hay un arbusto
de hojas ovales y brillantes
de un verde muy oscuro,
almenado de flores blancas por decenas,
parecen gardenias con pocos pétalos,
y completamente abiertos
como margaritas,
eso sí, sin aroma.
Búscalo con el busto de Darío,
en el jardín de los poetas,
no podés confundirte,
la planta lo rodea en homenaje.
La última recomendación es culinaria:
a mediados del mes
aparecen las ciruelas Santa Rosa
en sazón y son una delicia,
aprovéchalas,
suelen durar una o dos semanas
y desaparecen hasta el año próximo.
No sé si las exportan o qué
sucede pero presta atención,
no hay postre que se iguale.
Y sobre todo recuerda:
apunta con tus ojos hacia el cielo,
la luz es una gloria a cualquier hora.
Con tiempo despejado o entre  nubes
y aún por las noches
el aire flota tan dulce…
que casi las ciruelas se imaginan.


                                                                                                                                         (De  Balandro”  (2014))



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Entrevista realizada a través del correo electrónico: En la ciudad de Buenos Aires, Graciela Perosio y R. R., 2014.