miércoles, 20 de noviembre de 2013

Claudia Díaz-Buenos Aires, Argentina/Noviembre de 2013




                                   ¡Piedra libre para todos mis compañeros!...




1963, día de frío, yo estaba a punto de nacer, mama estaba ahí, internada...
con una tecnología, como le dicen ahora...no tan avanzada. Llegó el momento, de mi nacimiento. Estuvo un tiempo, mama ahí esperando...hasta que aparecí yo, con mi cabellera negra, y con mi piel blanca, blanca, como las nubes. Y después, limpia por el personal, de aquella clínica. Papá siempre recordaba, que con mi boquita de beba, tomaba esos cabellos su agua, porque todavía habían quedado, esas gotas de agua. Parecía ya entender, lo que era el agua.
Pasaron las horas... ¡y papa feliz!... por la llegada de su nena, de este nacimiento, tan esperado.
¡Es una nena!...gritaba papa, por los pasillos...y la enfermera, se reía, y mama, lloraba de emoción.
Fui creciendo, y mis juegos, fueron apareciendo... ¡y con mis amigos del barrio!...nos quedábamos jugando un rato, después del colegio...
Hasta que mamá salía, a la puerta a decirme... ¡la leche está servida!...
Y yo dejaba, a mis amigos, y me despedía, por un rato. ¡y me iba corriendo!...y ya me iba saboreando esa leche, acompañada con chocolate y galletitas. ¡Qué época!... ¡y mis zapatillas sucias!...las miraba, con felicidad, porque era el fruto de mis hermosos juegos... ¡y la cara sucia!...de a veces, por caerme en la tierra.
¡Pero qué felicidad!...pero mamá, me miraba, como diciendo, no te ensucies tanto, pero ella después me abrazaba muy fuerte... ¡y nos reíamos juntas!... ¡porque verme feliz!...en estos juegos, que eran tan simples y tan divertidos... ¡qué mamá!...lavaba mis prendas, con amor, y felicidad.
¡Y ella se sentía orgullosa!...porque todos compartíamos, nuestros juegos... ¡y a la vez!...iban participando otros...y respetábamos nuestros juegos infantiles, nadie podía hacer trampa...ese era nuestro respeto. Como me habían enseñado mis padres, y mis amigos, eran muy amigos, que por eso, estaban conmigo. ¡Eran como yo!...como nos habían enseñado. ¡Si no!...no había...fin de semana, para los juegos. Y no eran con palabras duras...eran simples, muy simples... ¡y después de esa leche!...seguíamos jugando. Y luego, hacíamos los deberes. ¡Pero lo hacíamos felices!...porque era nuestra responsabilidad, y darles a nuestros padres, nuestro agradecimiento por dejarnos jugar.
El tiempo pasó...ya soy adulta...y mis amigos, ya tienen sus vidas...
Pero tengo la nostalgia, de esos días, que también, en mi cuadra, festejábamos los carnavales, en el día. Y con vecinos, disfrutábamos de las bombitas de agua. ¡y aquel vecino!...que gentilmente, nos prestaba la pileta, no le decíamos la piscina. Nosotros, como niños....
¡Y a la noche!...en la cuadra. hacíamos el corso... ¡qué hermoso!... ¡ese corso!...¡que todos. nos disfrazábamos!...y ya venían de otros lados. Porque ya se había comentado de mi barrio. ¡y mi vecina española!... me prestó un traje de su colectividad... ¡y yo me sentía hermosa!...con ese traje largo de flores... ¡que parecía!...ya sentirme, una artista.
¡Cuanta nostalgia!...se guardó en mi mente, en tan poco tiempo, y eso que no había celulares, no había nada de todas estas cosas...mi guardar como...es mi  memoria, es mi  archivo...es mi  computadora.
¡Y nos comunicábamos igual!... en el dialogo, en la mesa de los domingos, en la hora de la siesta, donde muchos dormían...y en el barrio, se respetaba. ¡y mamá miraba!...su novela...
y pasaron los días... los años...¡y yo estoy aquí!...y sigo viva...pero no me quedé en un atraso, porque aquellos adelantos, eran aquellos, de aquella época.
Al contrario, colmé mi corazón de tantos juegos...y de tantos anhelos... ¡y de tantas risas!... ¡y de esos amigos de fierro!...que ahora, con mis años, ya entraron mis  arrugas...y estas canas principiantes. Pero, volvería a retroceder... ¡para que hoy!... ¡y cuando les cuente!... ¡y quizá!...se sorprendan, y me digan... ¡fuiste feliz!...pese a que no había, tanta tecnología.

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