sábado, 20 de mayo de 2017

Carlos Caposio-Argentina/Mayo de 2017


Las lágrimas no mojan
ruedan, corren, se deslizan
se evaporan en el tiempo,
vuelven desde otros ojos.

Se mezclan con la risa de la hiena,
son gotas de acero en los fusiles,
funden máscaras de sal.

No toleran los pañuelos,
ni las mangas, ni los hombros.
Viven para viajar labios y mejillas,
para gotear con fuerza en los zapatos,
para, inevitablemente, volver a la tierra.

Son bolas de mercurio
girando entre las grietas
hacia un centro universal.

Las lágrimas no mojan,
se deslizan por relojes y desiertos.
Desde cartas de la guerra
hasta tratados de paz.
Desde lápidas heladas
hasta llantos de bebes.
Desde los pies del nazareno
hasta el niño que llora en el cuadro.

La eternidad se esconde en una lágrima.

Quizás la misma que inició el juego,
la que rodó por el tablero,
la que sin mojar
vuelve desde otros ojos.


Del libro "Cajita de cartón"

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