EL SEÑOR
Ambiente amplio, piso de madera entarugado.
Sillón de cuatro cuerpos, dos de uno.
Mesa ratona gigante. Lámparas de bronce encendidas,
cinco cuadros originales colgados de las paredes.
Sentado en sillón modelo Presidente.
Delante, escritorio de roble.
Rostro adusto, estructura gruesa, vestimenta impecable.
Entran y salen hombres con carpetas en mano, a paso ligero.
EL ,
inmutable los observaba como se movían.
Sin emitir sonido levanta el brazo derecho;
Se acerca un colaborador,
toma dos de las carpetas que están sobre el escritorio, las firma,
se las entrega al hombre que estaba parado frente a EL.
Una es la orden de fusilamiento a diez “insurrectos “
que se atrevieron a interrumpir las labores en la mina donde se extrae oro.
La otra, la incorporación de diez mineros
Los “insurrecto “solicitaban mejores condiciones laborales.
Le explica al colaborador lo desagradable que le resulta tomar esa decisión.
Termina su parlamento con la frase “ES EL DEBER “
Se han contabilizado veinte carpetas del mismo tenor,
en un lapso de catorce meses.
Pasaron dos semanas el “SEÑOR “no fue a ocupar “SU OFICINA “
por sufrir un fuerte dolor de cabeza.
Paso la jornada sin “EL “
al día siguiente
“SU OFICINA “
era ocupada por otro “SEÑOR “
con similares características.
Tomado del Grupo Literarte de Facebook
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