jueves, 11 de agosto de 2011

Trinidad Aparicio-Barcelona, España/Julio de 2011, soporte papel

SAN  RAMÓN


Referente  al accidente ocurrido
                                                                                                    En el Aeroparque
                                                           Jorge Newbery                                                  

En lugar de San Ramón, hoy bien podría ser un martes 13. Durante todo el día vengo superando inconveniente tras inconveniente. A mi jefe, parece que alguien le pisó un callo, anda como loco todo el día, y para completar, tenemos reunión tras la jornada de trabajo. Tendré que avisar a José. El cabezón de mi suegro quiere celebrar su cumpleaños hoy. ¿Por qué miércoles no el sábado? ¡No! El señor dice: “¡Caramba, mujer, que  los años se cumplen el día en que uno nació; si podéis venir bien, y si no, pues tan amigos como siempre, mujer!” Eso es lo que dice el gallego; pero si no vamos, a la próxima lo que menos tiene es cara de amigos.
             “¿José?, (...)  ¡Sí! Mira,  no sé bien a qué hora saldré de la oficina; creo que será mejor que vayas primero tu, con los chicos a lo de tus viejos; yo tan pronto termine la reunión me tomaré el charter. (...) ¡Sí, ya sé como es tu viejo, pero que espere un poco, che! Te volveré a llamar.
            Estoy tan nerviosa que miro el reloj continuamente, ya están por caer las 20 hs.  ¡Qué bronca! Ni el editorial de Pepe Eliaschev he podido escuchar. ¡Por fin, dejaron de polemizar!. ¡Qué ganas de jorobar al prójimo!
El próximo charter sale a las 20:30 hs. Prendo el wotdman.
¡Vaya, modo de despedir agosto! ¡Todo el día corriendo, total, para llegar tarde!
Estoy fundida.
Concentrada escuchando el “Diario de mañana”, tardo en darme cuenta de qué el celular llama insistentemente. “¡Hola! Sí, ¡No, hasta las mueve y medía no voy a poder llegar! Bueno, ¿qué quieres que le haga? ¡Coman ustedes!”
¡Una de buena!. El charter es puntual; sale lleno pero se viaja cómodamente. Ahora qué...  con el tránsito que hay a esta hora, vamos a ver cuando salimos del centro.
¿Y éste, a qué juega? Ni por casualidad emboca un semáforo en verde. Llegando a la Av. Costanera, respiro más aliviada, en media hora llego a V.Adelina. Me reclino; ya se escucha el ruido de turbinas, está cerca el Aeroparque. Cuando fuimos a Punta del Este, recuerdo que esa fue la única vez que salí desde el Aeroparque Jorge Newbery. Volar de noche, sobre la ciudad de Buenos Aires, es volar sobre una selva de luces: algo digno de ver. ¡Otra luz roja! ¡Y son casi las nueve!
¿Tanto estruendo para despegar? Nos miramos unos a otros, todos con el mismo pálpito: algo anda mal. Comienzan a escucharse gritos, bocinazos y sirenas. Es de noche, no llego a distinguir  que sucede. Nos amontonamos todos en la parte delantera del auto bus ¿Es realidad lo que estamos presenciando? Vemos con estupor como un avión cruza la avenida arrastrando todo lo que se interpone a su desenfrenada carrera hacia la muerte. Callados esperamos el milagro que no se da. El avión se estrella y se convierte en una bola de fuego. Entramos en pánico. Queremos huir, escapar, pedimos al conductor que abran las puertas Pero con voz autoritaria el chofer pide calma. “Escuchen, por favor, tengamos serenidad; la tragedia pasó rozando, pero todos estamos bien. Afuera pasaremos a ser parte de la catástrofe. Lo primero que debemos hacer es organizarnos y tratar de comunicarnos con nuestras familias, yo ofrezco mi movicóm, ¿alguien más tiene un celular?”
            Mi familia, ¡Oh! ¡Dios mi familia! ¡Movicóm, movicóm! ¿Dónde te puse  maldito movicóm? 4766. ¡no! 15 935 7268. Responde por favor responde. Lloro al escuchar del otro lado de la línea la voz de mi marido; tardo en poder decir: “Ven por mí, por favor querido, ven por mí” (...) “Sí, estoy bien, no me pasó nada pero estoy en las puertas del infierno” Me arrancan el teléfono de la mano. Me desplomo, y escondo la cabeza en mi regazo.
            Definir cómo transcurre el tiempo es imposible.

                                                                                                             Trinidad.    11/9/ 99
                                                                                               

3 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Trinidad: un relato tremendo, semejante a lo que sucedió con el avión de LAPA años atrás. Tiene el sabor de la tragedia, aunque el final no fuese así. Bien relatado, con varios planos conectados. Te abraza,

Anónimo dijo...

Si Trini una historia trágica, muy bien contada.

Abrazos Trini

Cariños Jóse

Anónimo dijo...

Si Trini una historia trágica, muy bien contada.

Abrazos Trini

Cariños Jóse