miércoles, 20 de noviembre de 2013

Marcos Aguilar-México/Noviembre de 2013



El vals del solitario


A mi Silencio de siempre.


Al amanecer ululan las sirenas que se pierden entre callejones antiguos. Unos perros pretenden pelear: algo comen. El frío los une al piso húmedo azulado en miles de arco iris aceitosos y perennes, donde gruñendo, abandonan la idea de la violencia. Sólo los observo. Nada pienso.
El tiempo no transcurre y me siento acogido por las caricias de mis manos. Charlo con mi pensamiento y en momentos con él, no estoy de acuerdo. Eso me hace sentir menos solitario.
Mi lengua recorre unos dientes sucios y se acepta con una saliva viscosa y densa con sabor a lo rancio del aceite. En el estómago, no nacen mis eructos.
Sonrío al narrarme una pequeña historia. Una rata me imita y se escurre como el agua que, en esos momentos, se empecina en ser llovizna fugándose por dentro de frutos rojizos, entre legumbres agua-verdosas, silencio-verdosas, abandonadas-verdosas. Olvido mi cansancio.
Me yergo. Soy mi espectador. Danzo en trazos inefables un mambo creado entonces. La música soy y -como cascabeles- el baile corre entre mis pasos. No hay compañera imaginaria.
Me abrazo y me toco. Me platico y susurro un danzón. Viéndome me exalto y felicito por lo perfecto de mis deslizamientos. Me aplaudo mientras la lluvia sigue siendo y unos perros se destrozan entre lo oscuro y el silencio.
Ahora es un vals, mi rostro se inspira aristocrático y me repito en giros inconclusos observado por el vaivén del mirar de lo negro de un gato que, como una idea, observa discreto y tímido sacando su cabeza de entre las legumbres que ahora brillan en un verde pasado.
Un vientecillo trae el tono olvidado de lo claro. Las formas son fantasmas que adquieren su dimensión pausadamente. Algún gallo solitario en el canto se delata. Me siento invadido. Se escuchan voces, choque de metales, rompimiento de maderos, chiflidos, saludos. Me vivo descubierto y como respuesta guardo silencio.
Mi vista se sorprende y se recorre. Quiero más noche con sus amores encubiertos, pero ya no es posible.
Abandono todo movimiento, mi cabeza se piensa como un péndulo robotizado ante el dolor que da la luz de la mañana. De mí, para mí, nace una canción triste que en mi pensamiento bailo como títere roto, que ha equivocado de escenario.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Indigente alcohólico?
El barrio de la Merced en la ciudad capital de México?
Un compita terminando una buena borrachera?

Anónimo dijo...

Me agradó..... peró: ¿Quién es él?,¿Quién es Marcos Aguilar?