jueves, 24 de julio de 2014

Beatriz Pozzi-Argentina-Literarte soporte papel/Julio de 2014

                                                A Y E R


             Como tantas otras veces, se detuvo frente al colegio, donde había estado interna  durante su adolescencia.  Nada había cambiado exteriormente, solo la fachada, más gris envejecida por el paso de los años.

              Fue recordando los momentos vividos, los lugares, las profesoras (monjas todas), su  predilección por el curso de literatura y su fracaso en la sala de corte y confección, de la cual fue despedida por inútil. La hermana Eleonora nunca  le perdonó que arruinara un lienzo, pretendiendo cortar una batita, tarea para  lo cual hoy no se siente capacitada.

             No le costó adaptarse al Reglamento del colegio, cuya  premisa  era  Obediencia  a sus superiores como única forma de mantener el orden´  Jamás se hubiera  atrevido a cuestionar la disciplina (en su opinión)  demasiado severa.

             Supo convivir con esta realidad, que supliría la de su verdadero hogar, en algún llanto apretado de sus noches, en algún recuerdo de familia.

             Por su aplicación al estudio y excelente conducta, fue distinguida  con Mención  especial  figurando en el, así llamado, “Cuadro de Honor”.  Esto, le valió  asistir a una toma de Hábitos en el Convento de Villa Calzada.

             El colegio fue su hogar hasta finalizar el secundario. Hoy lo mira desde la vereda de enfrente y recuerda aquella tarde que escapándose  al jardín del colegio, dejó deslizar por debajo de la pesada puerta de hierro que daba a la calle, una hoja de cuaderno donde había escrito:  
                                                      “SEAS  QUIEN  SEAS 
                                                                                         TE  AMO”


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es emocionante tu relato Beatríz,

lográs penetrar en los sentimientos.

Muy bueno.
Besosss Josefina

Anónimo dijo...

Cuanta necesidad de cariño, de un abrazo materno, de la calidez de un hogar.

Un melancólico relato

Muy bueno

Te saluda Brenda