viernes, 25 de julio de 2014

Trinidad Aparicio-España-Literarte soporte papel/Julio de 2014

Retrato de familia

 Anciano y con algún achaque, Don Juan dormitaba sentado en su sillón frente al televisor, no le importaba qué canal tenía sintonizado, ni que imágenes aparecían en la pantalla. La casa estaba por demás silenciosa y  la tele encendida, hacía que él no se sintiese tan  sólo.  Sobre sus rodillas, descansaba el álbum familiar de fotografías.  Una foto en particular hizo que en ese preciso momento una sonrisa placentera  se dibujara en su rostro surcado por los años. Sumergido en sus recuerdos, tardó en contestar al requerimiento del teléfono.
-“Papá, tardaste en contestar. ¿Estabas durmiendo?”
-Posiblemente Laurita, al menos estaba soñando.
-“Oye papá, Pedro, esta noche tiene ganas de hacer   asado, si se te apetece al atardecer pasaremos por tu casa   y te venís con nosotros.”
“Tu casa” dijo su hija. “Mi casa”… Juan quedó recordando.
           
Conducía a velocidad moderada, como si pretendiera demorar  la llegada a destino. Un cosquilleo desconocido  se instaló en su interior,  por  primera vez los padres de su novia lo habían invitado a participar de un evento familiar.  Festejaban en “grande” los 100 años del  Abi. Juan cruzó los dedos, ansiaba fervientemente ser bien recibido.  No tuvo necesidad de batir palmas para anunciar su llegada; Dorita, lo estaba esperando en el jardín, cosa que él le agradeció. Aún no se había cerrado la puerta tras sus espaldas cuando Juan se encontró rodeado y requerido por  todos los allí presentes.              Todos querían ser los primeros en ser presentados. Apretones de manos, cariñosas palmadas en la espalda, besos y… ¡Vaya qué gusto en conocerte! ¡Bienvenido muchacho!
-“Atención por favor, llegó el fotógrafo. ¡Vamos, vamos! Apurando que no se pase el asado. Vengan todos alrededor de mi abuelo, los pibes delante”- requería en alta voz la mamá de Dorita. Juan, quedó rezagado apoyado junto a un ventanal. Huérfano desde muy temprana edad, criado por sus abuelos, añoraba el no haber tenido una familia numerosa.
 -¡Che Juanchi, -gritó el abuelo -si no “pensás” borrarte, colócate junto a Dorita!
Sí, el primero a la izquierda era él: joven, alto, delgado y sonriendo feliz: integraba  la piña familiar en una fotografía dónde  cinco generaciones quedaron detenidas en el tiempo.
 Ese fue el primer día que pisó “su casa” como bien dijo su hija.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

UN lindo relato Trini !!!!

Es siempre tan grato leerte.

Cariños Josefina

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Querida Trinidad: tarde pero seguro. Qué lindo leerte, amiga. Tienes la frescura de una adolescente, al escribir. Me agradó mucho el relato, te quiere,