El último cigarrillo
Divaga la espera en la luz
muda de palabras, perdida está la hora
en el reloj del tiempo
y buscas el sueño que no llega
para olvidar el miedo en los sueños
de los que sacas el bálsamo de los recuerdos.
En un ventisquero lejano vuelves a encontrar
la jactancia de un soldadito perdido
y no creerías su lejanía
memoria casta aún viva en ti
y sin embargo sin valor cuando sólo
en el dolor de un silbido de fusil,
que de repente surgió del follaje
saboreabas un café con un amargor inesperado
por una brasa de cigarrillo
que en el líquido negro caído
toda chispa ha apagado
junto con tu existencia:
cruel desgracia que ha silabeado
para ti la reverberación de la muerte.
Tuyo no será el regreso a la ingenua
frescura de aquel prado, donde tu madre
te tendía los brazos para ocultarte,
niño, bajo su cálido pecho
proyectando su amplia sombra.
Y naturalmente sobre ti depositaba su aliento.
Traducción al español por Mariela Cordero-Venezuela

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