domingo, 14 de marzo de 2010

Gustavo Galliano-Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina/Marzo de 2010


CONFESARÁS TUS PECADOS


   
No pude controlarme más. Esa noche tenebrosa discutimos acaloradamente, más de la cuenta, y lo confesé sin tapujos ni reparos. Sabía muy bien que la ofendería, se sentiría humillada, bastardeada. Que no lograría superarlo ni perdonarme jamás.
Pero estaba realmente harto. Hastiado. Ya no toleraba sus celos infundados, sus persecuciones dialécticas. Sus falaces acusaciones plagadas de malicia. Que revisara en cada madrugada mi agenda, mi teléfono, mis bolsillos, mis recuerdos, hasta mis sueños por soñar. Siempre tratando de capturarme “in fraganti”.
Exploté como un volcán incontenible y colocando mi rostro muy cerca del suyo, se lo confesé gritando. Gritando a rienda suelta. Gritando desde lo profundo del alma. Mi esposa irrumpió en llanto, en convulsiones, en reproches entrecortados. Su histriónica histeria se desplegó en chillidos, chirridos, gemidos, pataleos. Se babeaba furiosa cual hiena desorientada, mientras balbuceaba frases como: “Mi madre siempre me previno… que eras un degenerado… un desgraciado  infiel… un pervertido”.
Me serví un trago,  respiré profundo y me senté en el sillón. Sinceramente gozaba contemplando su desquicio. Su andar de fantasma errática. Frenética. Despeinada. Gocé de mi vodka doble, tridestilado, con zumo de naranja y observé el ir y venir por la sala de sus pasos incoherentes, inconexos.
Poco a poco fue recobrando la calma, y se dirigió hacia nuestro cuarto; preparó sus maletas y se marcho en silencio, regalándome un estruendoso portazo, que tronó de maravillas. Se llevo nuestro auto.
Suspiré aún más profundo, feliz, relajado. Me serví otro trago. Resultaba un enorme alivio haberle confesado mi pecado, aquella culpa que me corroía en silencio. Y aquél fue el momento apropiado. La síntesis del éxtasis en el génesis.
Era imposible continuar callando.  Ya no podía seguir ocultando, que allá, por el sexto grado, portando mis once años, me enamoré de mi maestra. Imposible continuar callando.-

4 comentarios:

Silvia Loustau dijo...

¡ Chapeux ante el desenlace!
Cordialmente,


Silvia Loustau

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Gustavo: muy bueno!!! un bien llevado relato con un final excelente. Un abrazo de,

Iris Cadelago dijo...

Me encanta la manera de conducir al lector por los mínimos detalles hasta convertirlo en dócil pasajero de tu maginación. ¡Felicitaciones siempre! Un saludo desde San Luis. Iris

Nerina Thomas dijo...

Siempre brillando tu palabra, tu texto, tu forma!!
Felicitaciones!!
Un cariño