sábado, 22 de enero de 2011

Marcela Predieri-Argentina/Enero de 2011

faltan los barcos

Es necesario invadir sus secretos
las horas de agua que se trepan
   fértiles de anclas y de arena hasta el nido de la noche
las bocas de esos hombres que ofrecen la pleamar
         y se abrazan a los puertos

Sin rastros
             se pierden los nombres de las mujeres del bar
como las estelas tras la rompiente irremediable
y sus bocas de rouge
                 arrancadas con el revés de las manos
                                                        o la memoria

Porque ellas saben guardar entre billetes su saliva
bautizan con champagne la pieza que debe de mañana
                                       mantener las ventanas abiertas
mientras se dejan inspeccionar por el sol
y cuadrillas de viento descarnan de los techos
                                                     el jadeo de los clientes

No hay en ellas rencor ni caricias
Tras haber deshabitado la noche
                                          beben café despacio
cepillan sus dientes y los cabellos enmarañados
porque la pena no es pena mientras entre sus muslos
                      esté caliente aun el recuerdo de la paga

Tal vez alguna novata llore
Aprenderá
          -dice la mujer con arrugas en las sienes-
el segundo o el cuarto ya no importan
y la besará en la boca
                   como una madre

Al costado de la cortina
                       la rubia joven se depila una pierna
se arranca uno a uno los marineros de esa tarde   
y es tan bello verla apareada al sol
          con sus ojos de sueño de mediodía
aunque cargue olor a vino
un mal recuerdo que dormirá hasta que el sol
                              caiga exhausto detrás del horizonte
Entonces arqueará las cejas y recortará sus labios
será otra vez yegua ensillada
un portaligas rojo o un corsette para su alma
quizá dulzura de mentira y de duraznos
como de duraznos los ojos
                    y el latir de su cuello ebrio de sábanas

En ella me encuentro
                             hoy a solas
para beber su soledad

Está calzando anillos en los dedos de los pies
Yo me visto de luto
                                Acaso por el miedo


  



1 comentario:

Mónica Angelino dijo...

Qué placer leer tus poemas Marcela.
!te felicito!

Besoss