miércoles, 27 de julio de 2011

María Rosa Rzepka-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2011



MUJER PARA ARMAR

Contorno, silueta a completar.
Buscando el todo las partes integrándose,
  llenando huecos, multiplicando instantes.
Dos piernas son precisas;
aunque a poco su andar sea vacilante.
Dos piernas en busca del horizonte,
que acompañen a otro en su destino.
Que recorran mil veces los caminos,
Hogar-escuela-empleo-hogar-altar y cementerio.
Dos piernas con sus pies, dejando huellas,
en la tierra, la arena y el cemento.

Dos pies que mostrarán corriendo el tiempo,
las pruebas que el vivir ha deparado.
Hinchados en la gravidez por el esfuerzo
de sostener dos vidas en un cuerpo.
Ajados pies los que transitan
por calles polvorientas trajinando.
Cansados pies, mudos, de las dementes
buscando sin parar lo nunca hallado.
Deformes pies de ancianas deshojadas.
Deformes garras en virtud de los dolores,
articulando  coyunturas, sinsabores.


Sobre las piernas, las caderas. Genitales.
Pasión, pecado, gozo, esclavitud.
En ellas nace y muere la virtud.
Por ellas pasará el fruto del parto.
Sostén del útero y del vientre.
Inflexión redentora vuelta cuna.
Hueco en que se guarecen las pasiones;
y lloran mansamente arrepentidos,
los justos, los infames, las calumnias.

Por coronar el tronco dos delicias
de luna y de melón, pezones altos,
en la niña que se estremece al roce
del piropo perspicaz de algún muchacho.
Oscuros los pezones sobresalen
de los redondos senos inundados
por la leche que ha de mamar el niño
Alimento, contención, eterno lazo
que por siempre unirá, vital mandato.
Pezones agrietados, lasitud
en los senos ancianos, desliados.
Almohadillas de plumas que cobijan
el dolor de los seres bien amados
cuando es preciso el pecho de una abuela
prometiendo que “muy pronto habrá pasado.”


Dos brazos, dos palomas.
Extensiones del pecho
que trascienden en dos manos.
Herramientas de Dios o del infame,
según la situación, historia y marco.
Dos manos para armar un universo,
o para destruirlo de un plumazo.

Raigambre de los brazos son los hombros.
Con altivez se mueven en teatros
donde es preciso marcar el territorio,
pegar primero, llegar con el impacto.
En la vejez los brazos pesan tanto,
trasuntan el dolor de unos pies aplanados.
Se quiere y no se puede, aún con los reclamos
de quienes no comprenden el nivel del cansancio.
Y los hombros se inclinan, vencidos como juncos
que al viento han desafiado.
Sobre ellos la garganta, canal desembocando
al llano de la lengua y de los labios.
Trayendo desde el útero, como un río sagrado
el caudal de emociones, de rabias, de presagios
que el corazón conoce y el alma va aceptando.
Caldero en que se aúnan el yo, el tú, el nosotros
y los que se han marchado.     
Garganta, la emisora que propaga a la escena
el guión incompleto de todas las palabras.

Mujer para armar.
Falta por completar en tu silueta, a la cabeza el sitio reservado.
Dos ojos grandes, de asombro o de terror
completando tus manos y tus brazos.
Imágenes que tu alma adivina  de antemano,
aquello que tu corazón entiende por presagio.
Puedes cerrarlos apretadamente, sabes que será en vano.
La intuición es mujer, horadará la piedra
 como gota constante, sin descanso.
Lo que deba suceder, sucederá. No podrás remediarlo.

Orejas con aretes o sin ellos, cajas de resonancia tamizando
las palabras que oigas, las que digas,
y el espacio vestido de silencio,
espina en la conciencia, machacando.

Tus labios son las flores perdurables
que se abrieran sigilosas siendo niña.
Atropellándose los pétalos en vagidos.
Corolas majestuosas en las noches idílicas.
Adultos ya, mostrando las arrugas,
de tanto perfumar han marchitado
cual pliegues del telón que dictamina
final de la actuación.
El intervalo, ya tuvo su lugar por mediodía.
Mujer, modelo para armar.
El inventario decide el pasatiempo terminado,
Los cambios son posibles, necesarios.
En el ir y el venir serás por siempre:
Mujer de la creación,  cántaro intacto.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡asombroso lo tuyo!
gracias por escribir así ...
saludos amiga
Anahí Duzevich Bezoz

Marga Mangione dijo...

Querida María Rosa: Aunque te conozco y sé de tus sentimientos y forma de escribir, no puedo dejar de asombrarme en cada nueva manifestación de tu inspirada poesía!
Esta mujer para armar es magistral! Tan bellamente descripta que a veces sorprende, otras da ternura, pero siempre deja la necesidad de seguir leyéndote, empaparse de tu inspiración, quedarse a vivir entre tus versos...
Felicitaciones querida "Duende" y amiga!

Con amor
Marga

Anónimo dijo...

Que fortaleza hay en este poema, dolor, vida, creación, empuje

Un hermoso poema María Rosa
un placer leerte!!

Besos Josefina

Anónimo dijo...

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