domingo, 22 de noviembre de 2015

Raúl Barrozo-Argentina/Noviembre de 2015



Ella bailaba flamenco

Sentado cómodamente en uno de esos asientos antiguos de los vagones del subte A, cruzado de piernas y mirando el mundo con un dejo de no pertenecer al mismo, él la mira sorprendido, como no comprendiendo qué pasa.

Ella acaba de entrar, impetuosamente joven y despautada. Es alta, delgada, pelo negro enrulado y trae una percha, con un vestido todo rojo, lleno de volados, que cuelga del pasamanos, sin importarle el qué dirán los demás, indiferente a todo, mientras se desparrama justo en el asiento de enfrente.

Para él es un hallazgo. Está cansado de su anodino día laborable, pero también de la milonga, bueno, de la clase de milonga de los miércoles en el Marcó del Pont de Flores y muere de ganas de decirle algo así como, “yo también bailo, bailo tango sabe, pero podría amar lo que usted baila, preciosa”.

Y quiere hablarle, pero no se anima, mirá si lo toma a mal, y ella lo mira y le sonríe. “Ella baila flamenco”, piensa él, mientras sonríe cómplice, mirando nuevamente el piso del vagón de subte que lo lleva otra  vez a su departamento en el centro de la gran ciudad.


Quiere decirle algo, pero sólo atina a mirarla, suavemente, despejando los velos que cubren su somnolencia, feliz de haberse despertado del ensueño con tan lindo vestido y tan bella bailarina. Tan cerca y tan inalcanzable.

Pero el cansancio puede más y vuelve a cabecear. Y sueña que está despierto, y que decide hablarle y acompañarla cada noche al tablado para sentarse en la misma mesa, como un buen hombre de costumbres y verla bailar de cerca, envuelta en los volados rojos, mientras le dice “amo el flamenco y sus volados rojos, y su mantón de Manila y el taconear que acompaña a las castañuelas en su llorisquear ruidoso...”

Cuando el altoparlante lo despierta indicando la terminal Plaza de Mayo, el vagón ya está vacío. Por suerte todavía funciona la escalera mecánica que lo llevará a la superficie. Esa misma noche le escribirá un cuento que ella nunca leerá.

2 comentarios:

Josefina dijo...

Un sueño en rojo flamenco de volados, tablado, taconeos y un llorisquear ruidoso de castañuelas !!! me encantó.
beso Josefina

Anónimo dijo...

Excelente cuento.