Gabriel Impaglione: sus respuestas y poemas
Entrevista realizada por Rolando Revagliatti
Gabriel
Impaglione nació el 15 de enero de 1958 en Villa
Sarmiento, partido de Morón, provincia de Buenos Aires, la Argentina. Reside
en la ciudad de Lanusei, provincia de Ogliastra, isla de Sardegna, Italia. Es
el responsable de la revista de poesía “Isla Negra”, la que se distribuye como
adjunto a miles de suscriptores. Ha sido traducido al francés, ruso, catalán,
italiano, gallego, inglés, búlgaro, portugués, sardo, turco y rumano. Es
co-fundador y organizador del Festival Internacional de Poesía “Palabra en el
Mundo” y miembro fundador del Movimiento Poético Mundial. Su quehacer fue
incluido en antologías de España, Canadá, México, Chile, Italia, Argentina y Francia.
Algunos de sus libros cuentan con ediciones electrónicas. De entre los que
aparecieron en soporte papel, elegimos citar “Echarle pájaros al mundo” (1994),
“Letrarios de Utópolis” (México, 2004), “Prensa callejera”(Buenos
Aires, 2004), “Carte di Sardinia” (Italia, 2006), “Racconti
fantastici, d’amore e di morte”, en co-autoría con Giovanna Mulas (España,
2007), “Medanales, crónicas y desmemorias /y otros enigmas” (Buenos
Aires, 2009), “Parte de guerra” (Venezuela, 2012) y “Giovannía”
(Venezuela, 2012).
1 — ¿Así que naciste en esa
localidad del Partido de Morón que suele confundirse con zonas de las ciudades
de Haedo y Ramos Mejía, y que linda con El Palomar, Caseros y Ciudadela? Se me
da por imaginarte un pibe inquieto, curioso, atrevido y hasta con carisma de
líder sarmientino. ¿Me equivoco?... ¿Y de muchacho?...
GI — Villa Sarmiento, esa zona difusa, como decís, que para mí tiene
identidad de reivindicación. Nací en una clínica que creo ya no existe, la Peralta Ramos o algo
así, pero en esa ciudad no pasé sino esos días de establecida rutina natalicia.
Mis padres vivían en Ramos Mejía (del otro lado de las vías) y hacia allí
fuimos los tres en ese enero del ‘58. Vivíamos por la calle Necochea, a pocas
cuadras de la estación. No puedo precisar cuanto tiempo estuve allí; toda la
información que pueda ofrecerte sobre esta etapa surge de fuentes confiables
familiares, mis recuerdos no existen o apenas, vagamente, me sugieren cosas que
asocio a veces equivocadamente. Tengo imágenes de muros bajos en las casas
asomadas a las calles arboladas, veredas anchas, un camioncito metálico de
bomberos, a cuerda. Creo que luego fuimos a vivir a Ituzaingó. Mi familia hizo
varias mudanzas. Algo del desarraigo y de andante proviene desde entonces. Villa
Sarmiento es una reivindicación cuando la nombro, una referencia necesaria.
Cada tanto me llegan noticias de ese “pago” de luz primera a través de la
escritora Gloria Arcushin que dirije (no sé si aun lo continúa) el taller
literario de un centro cultural en el que realizan hermosas actividades (de las
que me llega el convite afectivo). La confusión de ciudades que comentás en tu
introducción a la pregunta con referencia a mi natal Villa Sarmiento, sea la
parábola que explique mi colección de domicilios... Ramos Mejía, Ituzaingó,
Reta, Merlo, capitalino barrio de Floresta, San Antonio de Padua, Luján, Roma,
Nuoro, Lanusei, y muchas escalas por sitios “impensables”.
Siempre inquieto y curioso, a pie o
en bicicleta, en aquellos años de exploraciones inaugurales. Y la pelota. Y la
gloriosa camiseta de mi Gimnasia / Lobo querido. Nos sabíamos todos los
potreros del barrio, las horas de rito, las cuentas pendientes que a veces se
resolvían en guerrillas de terrones semihúmedos (esos que estallan cuando dan
en el blanco, pero casi no duelen). Mas, así como tenía una intensísima vida
social (callejero), que disfrutaba, también amaba encontrarme un rincón donde
leer, dibujar, escribir... Tuve una familia muy apegada a los libros. Abuelos,
padres, tíos..., en casa se compraban casi junto al diario y había una gran
biblioteca. Pasaba mucho tiempo con mis abuelos. Abuela Sara me hacía elegir un
libro de poesía antes de ir a dormir; también la abuela Amelia: dos grandes
lectoras. Sara escribía: letras de tango que mi abuelo Humberto
musicalizaba. También poesía y novela.
Sé que hay materiales suyos en los archivos de la Biblioteca Nacional
o en la Sociedad
Argentina de Autores y Compositores de Música. El abuelo
Humberto fue un pionero de la telegrafía sin hilos y escribió libros técnicos
(este hincha de Gimnasia nacido en Massarino, Sicilia, llegó con pocos años all’Argentina
en 1904) y compuso centenares de tangos. Tenía un inmenso piano de cola que
yo aporreaba cada tanto.
Mi quinto grado lo cursé en la
escuela rural de Reta, localidad balnearia del partido de Tres Arroyos. Allí
pasé varios veranos en casa de la abuela Amelia (y semanas santas y escapadas
en cualquier momento del año). Éramos también muy compinches con Amelia. Es
como que siempre estuve en Reta: Atlántico por un lado y vastedad de girasoles
y trigo por el otro. Grandes amigos. (Una punta de años después en los cuentos
de “Medanales…”, instalo aquel territorio fantástico, con los modismos
campesinos como herramienta contracorriente, de valoración identitaria. Eso
somos, eso me siento también.) ¿Y qué más confluía en la niñez?: el fútbol,
ininterrumpidamente, y siempre como arquero.
¡Con la adolescencia llegan tantos
pájaros! Bandadas multicolores que abren huecos en lo que se suponía un mundo
conocido y entonces resulta que crece el mapa.
Comienzo a intuir a los poetas de la Generación del ’27, me
llegan nombres como los de Raúl González Tuñón, Elvio Romero, Pablo Neruda,
algunos franceses... En simultánea, en cuadernitos intentaba lo mío con las
palabras: balbuceos. Pura sabiduría de quien no sabe nada.
En 1978 aparezco en Comodoro
Rivadavia, provincia de Chubut, y allí
“resido” por dieciocho meses como colimba en el ejército. Nunca participé de
misas, que eran obligatorias. Recuerdo que esto me llevó cada vez, por todo el
tiempo que duraban los oficios religiosos, a “pasear” con un sargento que me
hablaba de dios y de la familia..., yo con cara de escuchar, buscaba con los
ojos en la tierra pedregosa alguna punta de flecha, algún güesito fósil, que me
habían dicho que cada tanto algo se encuentra. Con posterioridad
entendí la verdadera dimensión de aquellas caminatas. No lograron
endurecerme —ya las “durezas” de la vida
se me fueron inscribiendo en mi proletario sello de familia—.
Hasta algunos años después de mi
salida de la “colimba” solía calzarme la mochila para andar de travesías, solo
o con algún amigo, sin urgencias ni destino fijo. Aparecí en Bolivia una vez;
otra, llegué a la provincia de Tucumán; otra, en Carmen de Patagones, la ciudad
más austral de la provincia de Buenos Aires. Me gustaba hablar con la gente.
Rebuscármelas con menos de lo indispensable. Conocer más la realidad. Entender
la historia y cómo transformarla. No es caprichoso este sintético repaso. Creo
que todo esto fue el alimento de aquello que comenzó a aparecer luego en mi
poesía. El sufrimiento y la pobreza, la soledad y la contemplación, los
diversos rostros, los gestos, las latitudes, sus geografías y silencios... me
llevaron a la poesía porque tuve la fortuna de encontrar muy temprano la que me
hablaba de todo ello. De esas materias el pibito curioso y andariego al que le
creció la barba junto a la cuestión de clase que, aunque algunos se molesten,
sigue vigente en el planeta, dolorosamente.
Bueno, Rolando, eso de carisma de
lider sarmientino... me ha hecho reír. Gracias. Sobre tu expresión: tengo a
mano dos fragmentos de escritos del sanjuanino que pintan de cabo a rabo al
prócer del establishment: se trata de una carta de Domingo
Faustino Sarmiento a Bartolomé Mitre del 24/09/1861: "Tengo odio a la
barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya
un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y
legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman
una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se
degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la
clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". Y como si ésta
no bastara: "La invasión de las Malvinas por parte de los ingleses es
útil para la civilización y el progreso" (“El Progreso”, 28/12/1842).
Hay más, pero me parece un abuso. Por eso lo de líder sarmientino lo cambio por
un “referente natural”, para aludir a esa particularidad que has entrevisto en
mi condición humana. En realidad, de pibito he tenido el imput de
la iniciativa. Esto me ha llevado por la vida a tomar otras responsabilidades,
encarar proyectos con grupos o instituciones, asumir la representación de mis
pares, discutir en primera fila y ponerle el pecho a las realidades adversas.
2 — Enfoquemos sobre tus primeras y
segundas incursiones en el periodismo.
GI — Empujado no sólo por la necesidad sino también por el estímulo del bello
oficio, desde mis jóvenes años de estudiante comencé a trabajar en medios
zonales del Gran Buenos Aires y localidades de las provincias. ¡Oh, la
linotipia y las máquinas de impresión planas, armatostes artesanales, monstruos
de multiplicar! Fui corresponsal para agencias y diarios —“La Voz del Pueblo”, radio LU24,
de la bonaerense ciudad de Tres Arroyos, entre las más gratas incursiones—. Y
cuando aparecen las emisoras de FM produje programas que contribuían al
desarrollo del potencial de las comunidades. Combatí los monopolios y la
centralización comercial de la información, útil apenas para hacer negocios.
Ejercí el cuentapropismo fundando pasquines —revista “Realidades”, periódico
“El Correo”— de fugaz tránsito por los
kioscos. Ensayo o error o mala vena para los números.., hasta arribar al
periódico “La Provincia”,
que desde la ciudad de Merlo se mantuvo durante los ochenta. Los maremotos
económicos me obligaron a desistir de la jamás rentable empresa, y luego de una
experiencia cooperativa en “La
Gaceta de los ‘90”, con los compañeros de un frente de
izquierda local que propugnaba encendidos sueños, me dejé contratar por una
televisora por cable de la ciudad de Luján, en la que fui jefe de redacción del
noticiero y presentador del informativo. Produje allí durante varios años dos
programas de entrevistas sobre el hombre, la cultura y el mundo —“El Unicornio”
y “En la Boca
del Lobo”— que obtuvieron suceso y premios provinciales y nacionales. Estos
programas también los produje en una televisora de San Antonio de Padua, donde
asumí las mismas responsabilidades que en Luján. Asistieron como invitados
Hamlet Lima Quintana, Carlos Carbone, Eduardo Espósito, Teresa Parodi, Horacio
Guarany, Jorge Marziali, Ara Tokatlian, Julio Lacarra, Federico Luppi, el
Chango Farías Gómez, Marián Farías Gómez, Nito Mestre, Gloria Arcushin, Juan
Carlos Baglietto, Juan Alberto Nuñez, Dalmiro Sáenz, Rodolfo Campodónico,
Ricardo Horvath, Martín Dorronzoro, Domingo Cura… Con fondo de cámara negra,
una mesa, dos copas, una botella de vino, una hora de charla sin estridencias
ni el vértigo que suele prevalecer en el medio. El artista plástico Jorge Hueso
Ricciardulli hacía retratos de los invitados en vivo (un maestro). Colaboré
como corresponsal con la producción de “Protagonistas”, aquel memorable
programa de Eduardo Aliverti. Participaba en actividades junto a los compañeros
de UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, donde estaba
sindicalizado), mantenía en una radio zonal programas nocturnos (“El Gato con
Botas”, “En la Boca
del Lobo”) dedicados a la poesía y las editoriales políticas. Tuve acceso a
instancias imborrables: la jornada de los cien días de democracia en la Argentina (1984), por
ejemplo... ; yo estaba acreditado en el Congreso Nacional, cubría información
para diversos medios, y tuve la suerte de ingresar al “famoso” balcón de la Casa de Gobierno, y cerquita
del primer presidente luego de la dictadura cívico-militar, y otros
funcionarios y parlamentarios, vivir el acto allí sintiendo aquella multitud en
Plaza de Mayo. En otra ocasión, munido de una credencial ad hoc de
funcionario municipal y cierta confusión en la organización de la
seguridad, asistí a la excavación y primeros trabajos de reconocimiento de
cuerpos “NN” en una fosa común en el cementerio de la ciudad de Libertad.
Excede cualquier relato fantástico aquello que vi.
Desde finales de los noventa trabajé
en la Universidad
Nacional de Luján, contratado como director de Radio
Universidad. Varios directores de radios similares planificamos y concretamos la Asociación de Radios
Universitarias, red que continúa en la actualidad. Además de ser co-fundador,
fui el primer secretario: redactamos los apuntes iniciales para incluir a dicha
categoría de emisoras en la Ley
de Radiodifusión. Es con suerte dispar que participé en diversas iniciativas
para unir a los laburantes de medios zonales y a los agitadores culturales
desde los ochenta en adelante. Recordarás que eran tantas la revistas
alternativas en la
Patriagrande y que la vinculación entre ellas era fluida.
Pretendimos armar también en esta área una red, con carácter de foro e
intercambio de contenidos y proyectos (anticipo de aquello que con Internet
acontece con naturalidad). El poeta Antonio Aliberti, poniendo el acento en las
propuestas gráficas alternativas, me había hecho un reportaje difundido en la
revista “Pájaro de Fuego”. Todo aquello no excedió el alcance de algunos
intercambios por correo tradicional. El costo del franqueo era una bicoca,
todavía. No se pudo pasar a mayores, a pesar de que eran casi permanentes los
encuentros de revistas subtes por todas partes. El material —“Antimitomanía”,
“El Lagrimal Trifurca”, “Rayos del Sur”, “Celeste”, “Némesis”, “El Zumo Sumo”, “Ayesha”, “La Rosa Blanca”,
“Merlina” “Noesis”, “Nova”, “Ornitorrinco”, “Oeste”…, eran tantas...— que
recibía lo compartía con los amigos. Los poetas santafesinos Rubén Vedovaldi y
Eduardo D’Anna formaban parte del
corazón de aquel movimiento; también Daniel Mourelle, de Buenos Aires y el
poeta Eduardo Reboredo, de “Rayos del Sur”, un amigo que nos dejó temprano;
David Ciechanover con su “Oeste”, que hacía desde Merlo. Ellos integraban junto
a otros la vanguardia de aquel movimiento de revistas subte. En diversas
localidades de las provincias había muchachos y muchachas que armaban trípticos
con poesía, lo foto-duplicaban y repartían: acciones aisladas, módicas, pero
que tal vez no lo eran tanto.
3 — Acaba de surgirte, entre otros,
ese referente del Oeste del conurbano bonaerense: el reconocido traductor al
italiano y periodista cultural, Antonio Aliberti, nacido en Sicilia en 1938,
quien residiera en la
Argentina desde 1951 y falleciera en 2000.
GI — Lo conocí siendo yo pebete adolescente. Estudié algunos años en el San
Antonio, colegio de los franciscanos casi enfrente de su peluquería. De él me
había hablado, si no me equivoco, Alberto Macagno, un artista-historietista
paduense que, sabiendo de mis intentos de escribir poesía, me sugirió visitar a
Aliberti. Me armé de coraje y entré en la peluquería cuando no tenía
clientes. Recuerdo su sonrisa, su trato afectuoso, su atención para escuchar.
Charlábamos varias veces por semana. Durante algunos años viví a la vuelta
de su peluquería. Intercambiábamos revistas, me regalaba libros de poesía, cada
tanto leíamos juntos, me hacía conocer a los poetas italianos. Él editaba “Zum
Zum”, medio donde difundía las traducciones de poetas argentinos y de la
península. Escuchaba el concierto de la tarde de Radio Municipal mientras
trabajaba. A veces le buscaba una vuelta más a una palabra porque estaba con
una traducción y él las laboraba finito, con rigurosa paciencia, y entonces me
preguntaba qué me parecía, y yo ¿qué podía decirle a Él? Pero Antonio escuchaba
y pensaba. Examinaba mis balbuceos poéticos. Polemizábamos sobre
posicionamientos políticos. Años después me di cuenta que sufrió mucho todo lo
que sucedía en Argentina, y especialmente la desaparición de Roberto J.
Santoro. Era muy amigo de Gabriel Cacho Millet, entonces franciscano en el San
Antonio; quizá el mayor estudioso sobre la poética de Dino Campana (reside
ahora en Roma y cada tanto hablamos por teléfono), y de un mito proveniente de
la escuela del Teatro del Pueblo, Carlos Rubino, con quien, a inicios de los
ochenta comencé a tomar cursos de arte dramático.
En algún concurso que organizamos con un diario que edité en los ’80,
Aliberti fue miembro del jurado junto a Alberto Luis Ponzo y, si no me
equivoco, Elsa Fenoglio. Recuerdo que en una de esas ediciones el primer premio
lo ganó Jorge Ariel Madrazo, y otro premiado fue el amigo entrerriano Luis
Salvarezza, a quienes conocí entonces.
Una tarde, tantos
años después y hace tantos años, visité a Antonio en su peluquería y me puso al
día de sus ediciones, sus actividades y su próximo viaje a Italia. Yo vivía en
la ciudad de Luján y los horarios no me permitían pasar a tiempo por su local.
Muy después supe de su muerte.
4 — Y por entonces tu vinculación
con “las tablas”.
GI — Después de unos años de entrenamiento actoral en el Teatro Poético de
Padua con Carlos Rubino, seguí
preparándome en La Casona
del Teatro, sobre la calle Corrientes de tu ciudad, con el chileno Franklin
Caicedo, un actorazo y didacta excepcional. Intervine en diversas puestas y
trabajé con varios laboratorios. Inclusive conseguí un bolo —¡personificando a
Bartolomé Mitre!— en una producción de televisión sobre historia argentina, con
guión de Félix Luna, dirigida por Néstor Paternostro. ¡Ah, mis fotos
caracterizado de semejante… personaje, en las revistas de actualidad! En
simultánea, integré el grupo Cruz del Sur, de Morón, con el actor y director
Marcos Ríos y su esposa, Ana Guerra, que actualmente dirige el Teatro
Discépolo, fundado por ambos frente a la plaza del municipio de Morón, en una
propuesta escénica dedicada a Martín Güemes, donde interpreté al héroe salteño
(era fortísima la contraposición ideológica entre Güemes y Mitre). Con esta
obra pudimos viajar a la provincia de Salta y dar varias funciones. Mientras,
hacía un laboratorio sobre Chejov y comenzaba las primeras lecturas de mesa del
“Hamlet” de Shakespeare que desembocarían en una puesta de Stoppard (¡qué
matete!). El motivo principal que me indujo a formarme como actor fue el de
imbuirme de los “entretelones”, apuntando a la creación de dramaturgia. Pero no
he pasado de intentar monólogos. En lo íntimo, no he renunciado. Alguna vez
será… Del escenario me despedí con la obra de Tom Stoppard (“Rosencrantz y
Guildenstern han muerto”), que representó la compañía Cara y Cruz en el
Galpón del Sur, un teatro del barrio de San Telmo. Allí componía un Hamlet que
circulaba por la periferia, pues el foco del autor estaba en los otros dos
personajes. Me enriqueció mucho esta etapa. Rosencrantz lo interpretaba el
amigo César Hazaki, uno de los editores de la renombrada revista de
psicoanálisis y cultura “Topía”.
5 — La única vez que nos vimos fue
el 12 de julio de 2004. Fuiste uno de los poetas programados, junto con Gladys Cepeda,
Nixte Zapicán, Cristina Cambareri y Wenceslao Maldonado, para leer en “La Anguila Lánguida”
Muestra de Poesía, que yo coordinaba. En cada encuentro se evocaba la poética
de algún autor fallecido. Aquel 12 de julio correspondió a Salvatore Quasimodo
(1901-1968). Un toque allí de la
Italia, ¿no, Gabriel?, donde no mucho después te radicarías.
GI — Tengo un gratísimo recuerdo de esa visita a “La Anguila Lánguida”.
Y además de contactar con las compañeras y los compañeros allí presentes, sus
territorios poéticos, atesoro el encuentro con Elsa Fenoglio, poeta que estaba
sentadita con una amiga en la antesala del bar, y la lectura de Wenceslao de
sus impecables traducciones de Quasimodo. Si no recuerdo mal, esa noche también
estaba José Emilio Tallarico, otro
hermano. Sí, un toque de italianitá, seis meses antes de
mi partida hacia Roma. Sabés, no he abundado en participaciones en ciclos o
cafés literarios a pesar de los convites. Tu invitación la acepté con mucho
gusto. Tenía el deseo de conocerte personalmente, y además, la presencia de
Wenceslao, un escritor de esos con los que no bastan mil horas para charlar.
6 — Y en 2004… “Isla Negra”.
GI — ¡2004! Es de un programa de radio nocturno, “Isla
Negra”, que nace ese año el Boletín del programa. Llamados telefónicos y mails
reclamaban los textos de los poetas invitados. En unas cuantas semanas se
convirtió en “revista”. En tanto se gestaba lo que devendría en la continuación
de mi vida en el “Viejo Mundo”. Resulta que yo tenía una amiga sarda en nuestro
país, Teresa Fantasía (cuyo hermano Antonio fue director técnico del Sardi
Uniti, equipo de fútbol de los sardos en los torneos argentinos, que integré
una temporada como arquero). Teresa, que conduce un programa radial en la Argentina, “Sardegna
nel cuore”, me comentó por entonces que sabía de una escritora italiana
—Giovanna Mulas— que precisaba contactar con traductor y editor para elaborar
un libro que deseaba publicar en nuestro país. Y bueh, contactamos! Ah! también
el libro (“El tiempo de un verano”), finalmente apareció en la
editorial de Alejandro Margulis. El Gran Encuentro entre ella y yo fue en Roma,
en enero de 2005. Y ya no volví. Nos casamos el siete del siete de 2007. Y como
desde el primer día somos felices, remamos a brazo partido, resistimos
borrascas, proyectamos. En 2009 pudimos viajar a la Argentina para abrazar a
mis hijos (Gonzalo y Martín), estuvimos durante un mes queriéndonos recuperar
con ellos de tanta distancia, en Reta sobre todo.
Fue estupendo cuando en “La Academia”, emblemático bar del centro intelectual de tu
ciudad, me encontré con “tantos hermanos que no los puedo contar” (vos,
recuerdo, estabas veraneando en una quinta de por mis lares: Moreno).
¡Quien diría que jugando para los
sardos a la pelota, iba a terminar en Sardegna! También aquí juego al fútbol.
Ya son dos temporadas con el Olimpique Intermedia, de Lanusei, luego de
integrar otros equipos en el torneo amateur. Siempre de arquero, claro…,
mientras el cuerpo aguante. Ya lo dijo el colega Camus (Albert, quien también
era arquero): “Lo poco que sé de moral lo he aprendido en los campos de
fútbol…”.
7 — ¿Y
qué más, de allá?...
GI — El aquí es una relación compleja.
Bella la isla, su gente, pero... El movimiento cultural es básico; se carece de
espacios de encuentro, debate, entrecruzamiento de ideas e identidades. En el
centro del mundo antiguo, y así, tan carentes de posibilidades, se hace difícil
el día a día. Hay una enorme belleza en el paisaje, en su patrimonio
arqueológico. Saltando fuera de la isla con cualquier rumbo se puede acceder a
esa dialéctica añorada. Claro que abonando avión o barquito de ocho horas de
travesía. Viajamos mucho por Italia e incluso llegamos a Canarias, España,
Portugal. Giovanna, que es principalmente narradora (diversos libros
publicados, dos candidaturas al Nobel de Literatura por Italia), y yo,
organizamos en ocasiones mesas de lectura, y ofrecimos laboratorios de poesía y
narrativa, tanto para adultos como para los chicos de escuela, con buenos
resultados. Lo que nos reconforta. Pero no existe desde los municipios un real
interés: historia universal de la indiferencia… Orgánicas
políticas de Estado no hay. Conclusión: durísimas estrecheces económicas. Pude
sí participar de varios festivales de poesía, como el de Medellín, Colombia, y
el de Venezuela (por citarte dos).
Fui secretario de sección del Partido
de los Comunistas Italianos (una de las dos o tres resultantes de la
fragmentación del histórico PCI). Y tuve alguna posibilidad de integrar las
listas electorales para el parlamento italiano y el consejo regional sardo (que
no acepté). Me preocupa mucho más refundar el PCI. A pesar de los reveses en
este tiempo insólito y feroz en Europa, la iniciativa de unir a los diversos
segmentos comunistas bajo un mismo símbolo y construir un frente de izquierda
anti-imperialista, podría llegar a operar como herramienta para salir de la
perversa succión de energías que victimiza.
¿Y qué más, de acá?... Como hincha
histórico de Gimnasia y Esgrima La
Plata amanezco conectado para mirar los partidos en directo;
en otras cuestiones, estoy empeñado en traducir a poetas de Patriagrande al
italiano. Van apareciendo en el suplemento Navegaciones de Isla Negra y
quisiera editar una colección de fascículos.
¿Dónde hay un mango para imprimir
cuadernillos bilingües y distribuirlos en bibliotecas de estos lares? Lares en
los que es casi nada lo que se conoce de nuestra poesía. Con
respecto a Isla Negra (diez años, casi 400 ediciones) sé que hay quienes
contribuyen imprimiéndola para divulgarla en universidades, bibliotecas,
escuelas o centros culturales, la reenvían vía mail e incluso la publican en
sitios de la web. Diversos poetas toman sus contenidos para traducirlos a
distintas lenguas y publicarlos en blogs y sitios. Por otro lado está el
Festival Palabra en el Mundo, que en cada mayo gestiona más de mil acciones
poéticas en numerosos países. Lo que fue promoviendo programas radiales, cafés literarios,
colectivos poéticos, bibliotecas, otros festivales y algunos proyectos comunes
valiosos.
Hace dos años, en Medellín, varios
poetas fundamos el Movimiento Poético Mundial. Algo se va logrando en el plano
de las realizaciones y en el de afirmar las bases para, uniendo, propender a
tareas colectivas. Trabajar por un mundo posible es una tarea que ninguno de
nosotros debe soslayar. Desde la cultura se pueden obtener los cambios más
sólidos.
8 — ¿Traducir favorece a un poeta a mejorar la propia escritura? ¿Te ha
ayudado aprender procedimientos y técnicas de otros autores?
GI — Entrar a la intimidad del instante creativo del otro para interpretar
la vibración de esas cuerdas y obtener el mismo sonido en unos parches deja sus
experiencias. Abre nuevos territorios este desafío, y enriquece. Es, sobre
todo, conocer al otro. El poema es algo transitorio. En algunos casos se tiene
la posibilidad de ver/sentir descubrir a 360 grados y en varias dimensiones.
Cada tarea de traducción es una señal que te dice: más allá hay más, está el
otro. Pero también sabemos que el resultado de la traducción ya es otra cosa,
otro poema. Aunque se ponga todo el esfuerzo en replicarlo, es diverso.
Traducir poesía es como traducir música. Hay quienes sabiendo esto se dicen:
pues bien, como es imposible que sea igual, hagamos una versión libre. Esto no
es para mi modestísimo entender la tarea de la traducción. Procuro hacer
versiones respetando al máximo cada palabra original. No me complacen las traducciones
que toman la idea y la reproducen marcando una presencia personal acentuada del
traductor. Creo que quien traduce debe pasar inadvertido. Se firma para cargar
con las culpas, para poner el pecho. Pero una traducción debe ser lo más
aproximado al original. Casi sin preferencias personales, para decirlo de algún
modo, entre parroquianos. Conscientemente no pongo en práctica aquello que
“noto” en otros colegas. No creo en técnicas y procedimientos. Jamás busco
estas respuestas en el poema ni propio ni ajeno. No me interesa. Jamás podré
ser un crítico. La poesía como el amor no admite las razones sino que está
destinada a hacerlas vibrar en todos los sentidos. En un poema vislumbro el
mensaje, el uso y la elección de los vocablos que a su tiempo son junto a los
silencios como una música. Para percibir la belleza no uso aparatos de medición
ni manuales y reniego de estas cosas, de los encasillamientos generacionales,
de los sellos de vanguardia, de los ismos de tal o cual y por supuesto, de
cualquier forma de canon (cosa discutible y, bienvenido que así sea). Me gusta
o no me gusta, simplemente. Y siempre la agradezco.
Leo mucha poesía, tal vez en alguna,
en algún verso, en los intersticios de una u otra vocal resida el enigma...,
pero en verdad nunca busqué entre las enseñanzas de otros poetas, considero que
las enseñanzas están en otra parte. Se puede admirar a una u otro, admirar la
riqueza y la calidad poética de una pieza o una obra, vislumbrar que existen
otras formas de reflexionar y escribir, acertar en esas formas, pero el
aprendizaje —ese alimento en poesía— reside en la tierra, costa o bosque o
vastedad, entre las cosas diminutas y la infinitud, en la mesa y el pan, en los
gestos de la gente, en sus luchas, en las palabras que van y vienen por la
calle, en las esperas y los silencios... algo hace reverberar lo que soy, son
estímulos que ponen en funcionamiento aquello que cargo y me ha formado. Y en
esto no me ha influenciado el trabajo de traducción y a cada verso voy para
servirlo. Éste sea el objetivo.
9 — Inventándote un ordenamiento
de preferencias por su eventual poder sugerente, o por cualquier otra razón,
que mejor sería si la pudieras explicitar, ¿cuál establecerías con lo que a
continuación encomillo: “vasto desinterés”, “sueño incorruptible”, “cavilando
desde su insignificancia”?
GI — Esto me hace recordar un verso de Gustavo Pereira, el poeta venezolano
que afirma que la poesía nunca es inocente. La pregunta en una entrevista
realizada por un poeta y psicólogo, tampoco lo es. Lo celebro, querido
Rolando.
La primera lectura sugerente me
resulta en este orden desde una caprichosa primera persona del singular: “cavilando
desde su insignificancia” (referido al discurrir del poeta ante el mundo y sus
circunstancias) —y aferrado a su— “sueño incorruptible” (alusión a la
ideología del poeta, revolucionaria y, para más datos, terrenales,
anticapitalista y antiimperialista) —palpa un—“vasto desinterés” (conclusión
acerca de la suicida indiferencia de las intoxicadas mayorías hacia el uso de
las herramientas que provean con esfuerzo personal y colectivo un mundo
posible).
10 — Ante mí un número de 2014 de la Revista de Poesía “La Guacha”, dirigida por
Javier Magistris y Claudio LoMenzo. El título de la Editorial es una
pregunta: “¿Cuál es la zona de influencia de los poetas?” Y transcribo
de ella: “…¿dónde se hace fuerte la poesía? (…), ¿en qué momento privado la
poesía ocupa el espacio innegable que tiene en la historia de la humanidad?
¿Para qué la poesía hoy, en medio del cacareo de las gallinas, frente a la
cobarde intrepidez del pavo? ¿Se puede esperar la bondad, el entusiasmo, la
melodía que nos permita sentirnos caminando armónicos por esta tierra, sin las
breves líneas de un poema?” Te cedo la posibilidad de que urdas, para
nosotros, tus respuestas.
GI — Hay varios ejes muy buenos en la cuestión de Javier y de Claudio
(además de su vocación sostenida que emociona al mantener una revista como “La Guacha”). Y dan material
para soltar botellas y botellas de elucubraciones. No creo que los poetas, en
general, influyan. Fluyen, huyen, chamuyan, yugan, pero influir…
Comenzaría con una reflexión sobre la
última pregunta. La aspiración a una total armonía, como la utopía, es una
búsqueda que sirve para mantenernos despiertos. Un mundo de bondad es
impensable a juzgar por ciertos e inciertos comportamientos humanos. No creo
que la poesía venga a nos a poner las cosas del mundo en su lugar y dotarnos de
la plenitud para gozarlo. Ya no unas breves líneas de un poema, colecciones
enteras de poemas no nos alcanzarán para calmar el ojo y dar respuesta cierta a
tantos porqué. Parecería que todo lo contrario: nos abriría mucho más la mente
(masa crítica), para entendernos con otros interrogantes de mayor complejidad.
¿Para qué la poesía (entre tanta
plumifería...)? Digo que para el Hombre (entiendo Mujer/Hombre). Como canta el
hermano Martín Poni Micharvegas: para alentar coraje. Y agrego: para celebrar
el amor. Esto quiere decir: todo. Porque la poesía no se hace fuerte a las tres
de la mañana, en el pecho o frente a una ventana. No hay músculo, sustancia ni
horario ni bésame ni caminemos. No hay que buscarla en el papel o al cuarto
vino. Como tampoco el poeta se hace fuerte de pie o en la esquina, en el bar o
transpirando la gota gorda para llegar a fin de mes. La poesía no se hace
fuerte en los malditos ni en los benditos. Y ni siquiera nada de todo esto es
válido como respuesta.
No creo en zonas de influencia. Ni geográficas,
ni de las otras. ¿En qué puede influenciar un poeta? Tal vez en la obstinación
de la búsqueda, pero sin garantías. Eso sea, echar alguna claridad apenas en
alguna dirección para hacer camino. ¿Esto es influenciar? Apenas sea solo ánimo de iniciativa.
Acompaña, cosa que es mucho decir. Que luego nos relate la experiencia, saque
conclusiones, nos hable del cosmos que habita uno u otro sendero abierto en el
claroscuro de la marcha, he aquí el oficio, que tampoco influencia, que no ha
sido desarrollado para influenciar. A la poesía no le importa un pito
influenciar. La poesía es esencia en todas las cosas y en todos los seres
vivos. Madre de la cultura universal. Aquello que influencia al Hombre es el
coraje de quienes luchan o la indiferencia de quienes miran para otro lado o la
angustia de quienes lloran. También influencia la bestialidad y el horror. La
belleza puede influenciar. La emoción. Los ejemplos buenos o heroicos. Pero el
poeta que cante una u otra carecerá de ese poder. Eso sí: un poeta podrá
alentar coraje. Eso sí, la
Memoria. Darnos una mano para entender, gozar, descubrir.
Pero de aquí a influenciar...
Saliéndome del sendero terrenal sobre
las influencias y entrando al país de la poesía y sus rigores teóricos, se
habla de las influencias de unos sobre otros. Se habla de los grandes
influenciadores (Góngora, Darío, Neruda, Vallejo, Ginsberg ... no sé..., estoy
escribiendo nombres por caso), pero como en muchos órdenes de la vida para que
uno influencie, otro debe dejarse influenciar. El asunto de las influencias en
la poesía pasan por una cuestión de personales búsquedas, paternidades,
imitaciones. “Un palenque donde rascarse” diría nuestro paisano. O tal
vez debamos pensar en el asunto del placer. Establece Virgilio:
“Cada uno tiende, si puede, hacia lo que le da placer”. El asunto
de las influencias (a veces desviación burguesa, voz de lo nuevo ante lo viejo,
a veces cambio de paradigma, campaña de marketing, mero ismo, a veces paso
adelante o paso atrás, necesidad de señales, de confrontar aferrado a algo con
el misterio del vacío), es una decisión del o los influenciados. No de la
poesía. ¿Que haya poetas que desean o sueñan influenciar? Bueno, este terreno
ya te compete profesionalmente, Rolando.
Recordemos que el hombre es
transformado por la cultura a la que pertenece y también, dialécticamente, por
aquello que cuestiona. El asunto de las influencias juega aquí su picadito
informal. Los ismos en poesía no vienen solos. Acompañan procesos sociales o
populares, pueden venir de abajo o de arriba, pueden ir hacia un lado o el
otro. Es terreno de los críticos este asunto de las influencias. Pero aquí ya
nos alejamos de la poesía. La
búsqueda de Javier y Claudio tal vez nos indique la necesidad de construir una
gran casa común donde convivir con estas interrogaciones, conocernos, aportar
al bien común y encontrarle causa a tanto desvelo. Todo aquello que la poesía
nos diga o sugiera por estos días va a contramano de las noticias del mundo.
Pero no es la poesía el problema. Es que abunda la muerte. Preguntarse dónde se
mueve Ella, para qué se mueve, porqué se mueve, sea intentar la certeza de
sentirnos contemporáneos con la vida. La
poesía no cambia el mundo, solo puede cambiar el Hombre. Apenas esto.
11 – Mencionaste tu lejano
contacto laboral con ese notable periodista que es Eduardo Aliverti. Resulta
que él, desde hace varios años realiza una propuesta radial semanal donde
entrevista a músicos, actores, escritores, políticos, científicos… Y las
charlas las concluye preguntando lo que da nombre al programa (www.decimequiensosvos.com.ar
). Me apropio de la frutilla del postre del citado programa: Gabriel: decime
quién sos vos.
GI – “...Bajo los chuscos carteles/ pasan los fieles/ del dios jocundo...” y vos querés que me saque el antifaz? Será una
desnudez completa el estarse sin mascarita en medio del carnaval? O de tanto
carnavalear el mundo, ya la máscara haya perdido sentido?
No conocía este programa de Eduardo.
Por lo que pispé, de charlas informales se trata. Él y yo conversamos varias
veces. Hace unos años encontré unas fotos del ‘83, tomadas en el primer
congreso de periodistas que se hizo en aquel histórico y argentino diciembre democrático; aconteció en la Universidad de Morón;
Eduardo Aliverti había sido el panelista de la jornada inaugural. Yo hacía las
funciones de presidente de ese congreso y laburé de moderador de su charla. Le
envié esas fotos, donde éramos tan jóvenes... ¡30 años no es nada!
Pero me fui del tema... ¡Si supiera!
Si me fuera fácil definirlo. Acaso una larga pausa sirviera para ayudar a
juntar en una síntesis las partes que somos y responder sin puntos suspensivos.
En este Ahora me siento habitante de un no espacio. Todo “exilio”
sea un no espacio. Por eso la isla adquiere formas ideales, un poco de allá,
otro poco de acá, y así se inventa el lugar de uno con un cocoliche un poco al
tono. Soy uno que quiere estar en el pago, con los hijos, la familia, los amigos,
las cosas de este tiempo. Y soy otro que quiere andar de lugar en lugar
buscando las piezas del infinito rompecabezas. Tengo el amor de Giovanna y de
mis hijos. Soy comunista y tripero (ver Gimnasia y Esgrima La Plata), escribo poesía,
juego al fútbol y me entusiasma ser testigo de la caída física del orden
unipolar (la derrota moral ya la han sufrido). Creo en el Hombre.
*
Gabriel Impaglione selecciona poemas de su autoría para acompañar estar
entrevista:
Marx
y Heráclito
A Oliviero Diliberto
Trazar la parábola y
abarcar el mundo.
No fundaremos el
partido dos veces.
Pero hay hambre y
hay lumbre.
Seremos capaces de
entender el canto del río?
*
Codicia
Diluvio de óxidos
donde barca alguna salve nada
agua roja de tajo de
cañón y de billete
agua roja para la
amapola y los grillos
agua roja para el
niño y la mujer y para el río
sobre todas las
casas y los campos
sobre cada paloma y
cada palmo de ay y de socorro
un diluvio caliente
de óxido con hueso quemado
sobre tierra
dividida sobre manos caídas
colibríes peces
algodón manzanas
sobre cada
refulgencia ahogada en sí misma
sobre silencio
fragmentado y alertas inútiles
sobre las hojas de
los diarios impunes y los impunes
sobre las huellas en
la arena y la hierba de las plazas
un diluvio caliente
de terminante óxido
alzando vapor de
hachas bocas rotas
sobre el viento de
piedra de maquinaria negra
sobre refugios llantos refugiados
diluvio caliente de
terminante óxido oxidófago
que completará la
nada hasta que polvillo luego
como larga noche
lenta y muerta
se acumule espeso
brutal lleno de dientes
asfixie el sueño del
humus borre cauces
grietas senderos cada vestigio de la historia
hasta establecer su
gobierno de oquedades
el hueco de la
metáfora destruida.
*
Noviembre
Solo
frente a la ventana
habla
y medianoche
como si un arpa
pulsara ese hombre
suave calladamente
inmóvil
delante de la
lluvia.
*
del
invierno
al galope
en bestia invisible
por debajo de las
puertas
su manifiesto
escrito
a punta de cuchillo.
*
Aspasia
Perendecas lavadas
en el sudor del sumo
sacerdote del lucro
sueñan como soñaba
la bella Aspasia
ganarse no su pan
sino su Pericles
y de hetaira a vivir
como Señora
con sirviente y sin
frío
Ya ves
nada ha cambiado.
*
Traías una música
en el pelo
y te miraba
como a una maravilla
atravesando el tiempo
de una punta a la
otra de la tarde
sin palabra
con sorbito de aire
apenas con lo puesto
quieto te miraba
qué podía importarme
la razón del eclipse
Marx una traducción
de Quasimodo el viento
perdido en el
follaje
venías con esa
música en el pelo
y alrededor no sé no
lo supe no me importaba
si se mecía el
tiempo.
*
Final
Antes del primer
revoltijo de polvo y piedra
del silbido in
crescendo del metal quemado
del corazón saltando
hacia la urgencia
y la pupila
absorta previo al corte de luz
y la alarma las
colas el pan de ayer y las calles
rotas de basta
desoído antes de los himnos
televisados las
arengas desde los megáfonos
las solemnes marchas
patrióticas y los viejos
abrazados al miedo
que les mordió la infancia
antes de los niños
con porqué al vacío
y la clandestinidad
de los compañeros
de los discursos de
hemoshechotodoslosesfuerzos
antes del gran
silencio de los diarios y del grito
de los pobres sobre
el surco envenenado antes
del desesperado
intento de comenzar de nuevo
de la implantación
del toque de queda
de las
manifestaciones y los asesinatos
antes del trabajo
roto y el hambre creciente
desbordado como un
río de huecos negros
mucho antes de los
pactos secretos la fiesta
de la casta
todopoderosa la indiferencia
como peste en el
aire el gran sueño americano
y los créditos
fáciles el gran circo romano
mucho antes de cuotas
vidrieras vacaciones
cuando se movían
ejércitos lejanos hablaban
prepotentes los
dueños de todo y un viejo
anunciaba lluvia
tardía como en los años treinta
mucho antes que todo
esto sucediese
te había dicho, mi
amor, no hay dos sin tres,
la tercera guerra
será su último gran negocio.
*
Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad de Lanusei, Isla de
Sardegna, Italia, y en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Argentina, distantes
entre sí unos diez mil kilómetros, Gabriel Impaglione y Rolando Revagliatti.
*
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