viernes, 19 de febrero de 2016

Isidoro Gómez Montenegro/Febrero de 2016



Génesis del tiempo


Amaneció propicio…
el aire delgado, las hojas temblorosas,
bosque y crepúsculo solitarios.
Se siente la comunión entre cuerpo y piel.
El silencio de las horas…
La vida sufre retrasos de amor.
Cementerio de pájaros
lanzados al vacío
forman la techumbre.
Sesgos de oscuridad azulosa;
hilos de tiempo.
Tiempo sin alteración,
no encadena la muerte.
Respeto las señales,
siento las palabras.
Suma de nostalgias
encrucija entre líneas
el amor y la vida.
Nocturno reflejo de agua,
pájaros de oídos ligeros.
Se tiende en olvido la nube;
el tiempo deshace su mundo.
Sonrisa del ocaso diluida a la luz.
Ojos borrascosos dan dignidad al humo,
sigo el silencio de palabras
viajo en cornisas de la mirada.
Augurios al respiro.
Respiro el humo del paisaje; ¡Es mío!
Lo expiro en sentido subsecuente
donde absuelvo la nostalgia;
¡Aplasto la mezquindad del género humano!
¡Padre Celestial;
ayúdame a creer en lo imposible!
En silencio pienso en la torre venturosa,
en el vigía, atento a que cante la luz;
donde canta el manantial.
Torre hecha de arena
resiste la distorsión,
es caricia
de manos que moldeaste.
¡Puliste la piedra del tiempo
amorosamente!




No hay comentarios: