domingo, 25 de junio de 2017

Ezequiel Cámara-Mar del Plata, Argentina/Junio de 2017



LAS TORTUGAS NEGADORAS

Había dos pequeñas tortugas, eran lentas pero creían que eran rápidas. A la vez, ellas decidían una idea como algo brillante, único e imposible de confluir con algo más. Eran muy amigas y siempre decían ser muy integradoras pero eso no era así.
A la liebre le gustaba bailar, pero las tortugas decían que solo era posible cantar, eran tan lentas que podían pensar en una idea a la vez; nunca se imaginaron que bailar y cantar era posible al mismo tiempo.
La liebre se subió al escenario y comenzó a cantar y a bailar
con un movimiento veloz y pasional que las tortugas por su lentitud nunca podían alcanzar. El público aplaudió y la liebre celebró que en la vida muchas cosas se pueden hacer porque una no excluye a la otra. Las tortugas se ocultaron en su caparazón que representaba su encierro y su límite. La liebre recorrió el mundo, se ganó el cariño de muchos niños y les enseñó que las ideas pueden convivir unas con otras, que no hay que excluir, sino, integrar. Las tortugas permanecieron encerradas, invernando por siempre y engordaron tanto que parecían unas pelotas gordas al punto tal que la cabeza era tan ancha que no la podían sacar fuera.

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