viernes, 22 de diciembre de 2017

Abel Espil-Argentina/Diciembre de 2017



EL PERFIL DEL SILENCIO

Ni de noche ni de día , nunca prendo las velas. Me aburre el estar con gente. Mi soledad camina camina por las alcantarillas, veredas y trepa como el mejor de los gatos , para esconderse en una pequeña casa de barrio. Desde ahí, surgen las memorias , los presentes y los futuros que nunca sueño, pero que necesitan venir a mi encuentro en forma de mortajas olvidadas . Prefiero esto de hoy . Estar en paz escribiendo con voces en las calles de niños que regresan de las escuelas, o de los obreros que caminan a paso lento y cansados para llegar a una larga cola de parada de ómnibus. Para repetir vehículos tres veces por las tarde y tres por las  mañanas.
Mi vecina de la derecha se llama Jazmín, su esposo es obrero calificado en una empresa automotriz. Ella es muy agradable y  por consecuencia es comunicativa. Están casados hace diez años. Han tratado de muchas maneras , la posibilidad de tener hijos. Ella , hace  poco me dijo en una conversación, que habían decidido adoptar una criatura . 
Los días transcurren y en mis años de hombre cansado, casi ya leo poco y escribo aún menos. Hay muchos instantes en que me sorprendo de mi mismo , mirando hacia la calle sintiendo un vacío siniestro y total. Cuando me doy cuenta , es un despertar de ojos abiertos , parado, vestido, perfumado, y esperando...
Hay vecinos que ya no están. La gente actual , pasa por la vida con tanto apuro y mucho ruido. Generan grandes silencios, huecos sin musicalidad.Los niños llevan en sus mochilas las últimas novedades. Nada tiene más de un año o dos, que las llevan por compañía.
Las soledades abundan en espacios pequeños o grandes. 
Recurro a veces, a oficinas donde percibo la fragilidad de las vivencias como de  las comunicaciones. Son lugares llenos de relatos para convertir en cuentos macabros de este siglo xxi.
Hoy Jazmín , llamó a mi puerta. Está muy angustiada. Son todas trabas para adoptar. Puede demorar años y años. No lo puede comprender.No encuentro las palabras justas para calmarle tanta angustia.
Hay un hecho surgido hace una semana : me han invitado al Distrito Federal, para dar siete charlas en un colegio de adultos y luego estas personas inconscientes me prolongan la invitación a que me quede en San Francisco ( USA)  dos años,  continuando las clases sobre  pintura Latinoamericana. 
Saldría dentro de unos quince días, dejando el cuidado de mi casa a Jazmín y su esposo. No era este el momento de comunicarles el hecho de mi viaje.
Nos quedamos tomando unos vinos, previo aviso a su esposo ,que estábamos en mi casa. Al llegar Carlos , pedí unas pizzas y dejé que hablaran de los hechos absurdos que lastiman aún más, los dolores que ya llevan sus propias heridas. No les comenté nada. Lo dejaría para fines de la semana próxima. Los tres quedamos dormidos y con todas las lamparas encendidas, manifestando lo borrachos y bien comidos, que estábamos.
Ni la luz de la mañana nos pudo despertar. Ellos son en mi vida un absurdo, porque me comprenden, me miman y me cuidan cuando estoy enfermo.Ellos siempre creen que yo los alcanzo a comprender. Por ejemplo , esa noche lloré junto a ellos.
Les conté de mi partida. Ellos también lloraron.
La ciudad me encanta. No tengo empatía con su gente. Nunca me levanto a la mañana. A los casi cuatro meses de terminar mis clases, recibo una invitación del Colegio Europeo , radicado en Brujas, con una invitación y contrato por cinco años a dar el mismo curso que estaba efectuando.
Ese día , almorcé con champagne. No me informaban de cuanto cobraría, pero insinuaba que duplicaban , en el caso de aceptar , duplicar lo cobrado aquí.
En el día que volé rumbo a Brujas. Sonó mi celular, minutos antes de abordar el avión. El primo de Carlos , radicado en Córdoba, me comunicó que el auto donde iban mis amigos, de regreso a la Capital Federal, había volcado en una curva cerrada, falleciendo quemados sus dos ocupantes.  

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