Se está poniendo el sol... es la hora donde los rojos tiñen el cielo. Donde el alma humana se inclina respetuosa ante el disco de fuego. El atardecer en el río es un estallido de colores. Es vivir en vivo el fogoso orgasmo del sol ante la desnudez de la noche morena.
Un sol que no deja sus rayos dorados por más que la redonda luna venga con mucha prisa. ¡¡De pronto!! la Misteriosa noche con sus tonalidades en azul aparece en lo secreto. La luna descubre su única teta para amamantar a las estrellas. Las nutre con su leche de plata hasta que lleguen a ser como el lucero del Alba.
Ella, como descuido, deja caer su leche brillante en las manos acuosas del Río, mientras yo siento en mi boca su ocre sabor a sepia, y me ahogo con saliva espesa de negrura.
Ella, la nodriza de estrellas, se zambulle en sus aguas para lavar sus pezones de plata.
Las feroces palometas la protegen del hipnótico canto de las sirenas.
El río moja mis pies y de mis plantas crecen pivotantes raíces de arena, que penetran en la orilla buscando el azul pálido de la Tierra para ser sostenida por ella en mi vértigo de rojos azules y sepia
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