sábado, 20 de abril de 2024

Liliana Fassi-Argentina/Abril 2024


 

LA BELLEZA DE LAS COSAS SIMPLES 

 

Cuando la Dama Pálida

me invite a acompañarla,

enviada por el Gran Escriba,

o quizás no,

todo es tan incierto,

extrañaré dejar atrás las cosas simples de la vida.

La voz de un niño diciéndome Te Quiero,

jugar con él al escondite

y sentados en el suelo

brindar

con un helado de crema y chocolate.

Recorrer una mañana

las veredas de mi infancia

y que me asalte el olor

del pan recién horneado.

¿Hay algo tan simple?

¿Hay algo más bello?

No más, pero igualmente

ver el sol que nace

en la difusa línea donde el cielo

se acopla con el mar.

Le pediré a la Dama Pálida

que devele para mí

lo que hoy es un deseo:

encontrar en las estrellas

las almas de aquellos que perdí.

Le preguntaré

si después de acompañarla

yo misma ampararé a los que quedaron aquí.

Ella sabe de mi amor

por las flores amarillas

o mejor, por los narcisos,

pero ¿sabrá también

que el repique de campanas me ilumina,

como el vuelo de una mariposa,

ese minúsculo ser

de sublime belleza?

¿Hay algo más simple

que el silencio de una iglesia ya vacía

donde puedo recogerme

y mirar en mi interior?

Le diré que aún escucho,

                                    aunque quizás ya lo sabe,

el susurro de mi abuela

que me dice

No Te Excedas Con La Sal,

cuando ensayo con nostalgia

una de sus viejas recetas.

Le contaré a la Dama Pálida

de la ternura que siento

con el Buen Día de una amiga

siempre presente

aunque sea en la distancia,

y le diré de mi alegría

cuando quemo un diablo y bailo

alrededor de una hoguera

en la noche de San Juan.

Cuando venga a invitarme

le diré a la Dama Pálida

lo que bulle en mi interior:

que no puedo convertir

las imágenes en voz,

porque no encuentro en el idioma

las palabras suficientes.

Ella sabe que a veces

el amanecer me encuentra,

                                    quizás aún dormida,

borroneando en un folleto

o en la tapa de algún libro

mis ideas balbuceantes,

las que en otros brotan puras,

                                                incesantes,

y por eso me deslumbran

las manchas tímidas de tinta

cuando ensucio la blancura del papel.

Le contaré que soy feliz

cuando juego a imaginar

si la mancha de humedad frente a mi cama

es un ogro, un cometa o un caracol.

Lo que preciso llevar

cuando venga a buscarme

es un montón de recuerdos,

de sonidos y de olores.

La belleza de lo simple.

                                                            No necesito más.

 

 

 

 

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