lunes, 26 de septiembre de 2011

Emilia Marcano Quijada-Venezuela/Septiembre de 2011

SEGUNDA

Segunda veía salir el sol todos los dias
avivando el fogón, atizando brasas y
cociendo el maíz que luego llevaría
al molino que la esperaba tres calles abajo
en lo alto de una loma


llevaba la olla  en la cabeza
haciendo equilibrio perfecto
el agobiante peso que no perturbaba
el andar de su cuerpo
pequeño y delgado
una por una trabajaba
las blanquecinas bolas de masa
pilada y molida
el arte que sus manos redondeaban
las mejores telas hechas en leña
típicas arepas
olorosas y humeantes
de todo el oriente marino


El canto del guaripete se anunciaba
dándole la bienvenida
cuando Segunda bajaba
por el angosto sendero
repleto de vida y predregales
el caminito que la llevaba de vuelta
a su humilde casita
hecha toda de barro, de ternura
a su viva  imagen y semejanza

Segunda, la virgen menuda
la que nunca conoció del amor
sus desafueros
la vieja más sola y feliz que existió
desde Porlamar al fortin
de la Galera
vino al mundo para alimentar
mil bocas
sirvió a propios y extraños
una taza de café caliente
el café nacido de las brasas
que en los labios sabía
a la más divina gloria

La sonrisa más hermosa del recuerdo
cuando me daba el desayuno de mañana
su caminar... pausado y sin angustias
su rostro sereno y de limpia mirada
el ház de leña cargado a sus espaldas
tan pequeña como era!
como nunca hubo ninguna
paso toda su vida vendiendo telas
haciendo café y
cocinando memorias

Segunda la vestal la doncella
la que nunca tuvo un televisor
sus mayores diversiones en toda la vida
la novela de las nueve, que sin falta miraba
en casa de sus primas
ir al cementerio el día de difuntos
rezar en los velorios y
contemplar las  auroras

Contaba mi madre que al morir
no quedó una sola huella de Segunda
ni un solo registro
de su paso por este mundo
ni siquiera sus ojitos grandes se quedaron
en las agujas del tiempo indetenible


yo, poeta
que te amaba como a nadie
no me resigno a que todos te olviden
en la misma soledad que tu viviste
tomándome un café de madrugada
sin colar... tal como tú lo hacias
le contaré a mis versos tu historia

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