domingo, 23 de diciembre de 2018

Ángel González-México/Diciembre de 2018

Frutas

Éfila Mía Faranna, 6 años-Argentina/Diciembre de 2018

Mi abuela Claudia

José María Coria-Bolivia/Diciembre de 2018

Calabaza

Maité Ponce-Bolivia/Diciembre de 2018


PARA KAREL PONCE

Te amé desde el primer día,
desde que sentí tus manos sosteniendo mi vida,
te amé cuando tomaste mi frágil cuerpo
para cubrirlo con todo tu amor.
Te amé al oír tu voz, al sentir tu calor,
te amé porque soy parte de ti,
te amo como tú también a mí
y te amo... más, que te puedo ver.
Te amo con el miedo infinito de perderte,
te he amado como el tiempo que me hace crecer,
te amo porque cuando todos se alejan tú sigues ahí,
porque calmas mis tristezas y lamentos.
Haces que te ame con toda el alma, mujer hermosa,
valiente y fuerte… tan bonita y soñadora.
Haces que te admire por como eres, inteligente.
Te amo por tu gran experiencia que se refleja en mí.
Te amo cuando estás cerca y lejos,
te amo cuando recuerdo mis primeros pasos...
tu grandeza sostenía mi mano.
Y la luz de tus ojos guían siempre mi camino.
Te quiero tanto… tanto, amiga eterna,
te quiero como me has enseñado a querer…
sin medida te quiero, madre mía
porque estás en cada parte de mí.
Te quiero porque me has visto reír y llorar,
caer y levantarme… me has dado fuerzas
para nunca rendirme,
porque después de haber visto lo peor de mí
me has amado como yo a ti.
¡Te amo mamá!

José María Coria-Bolivia/Diciembre de 2018





MIS CONEJOS


Un conejo blanco y otro negro...
¡Que hermosos mis conejos!
Son el día, son la noche
como el yin y el yang.

Escarbando y saltando...
¡Que bonita parejita!
Buscan, buscan madriguera
para poner a sus crías.

Mi coneja no está vieja,
mi conejo es renegón,
pero cuando los dos juegan
yo los quiero un montón.

Tienen las orejas largas
y la colita de pompón.
Uno es blanco como nieve
y la otra en la noche no se ve.

Son felices mis conejos
cuando les doy de comer,
lechuga y zanahoria van a roer y roer.
Soy dichoso, nunca los quiero perder.

Pedro Leonel Belmonte Faranna, 10 años-España/Diciembre de 2018


Con veteadas de inocencia en su interior, éste punto quizás cerró conversaciones pasadas. Puede ser la inquieta pupila de un hombre que sabe que va a morir, o un planeta que renace desde su luna gris ceniza. Un botón descosido caído en la nieve blanca de un pueblo que vio el hambre y el frío. La huella de una lágrima de ira, una marca de sangre en un papel vacío. Este punto lo es todo, pero lo tiene escondido.