martes, 24 de febrero de 2015

Alejandra Zarhi/Febrero de 2015



BOSQUE ANTIGUO


Soy el único hueco
que no has habitado.

La tierra misteriosa
que no tienes.

El grito oprimido,
el delirio y l destello.

La novedad
de un bosque antiguo.
El asombro.

Juras que nunca serás mío.

Del libro: Canción para el silencio

Cristina Villanueva/Febrero de 2015



Espero

En una ronda de cuentos
tu palabra de lobo
mordiéndome las comas
partenaire del bosque alucinado
red de los nombres
me acuesto en tu pasto de lenguaje

Espero.

Carmen Amaralis Vega Olivencia/Febrero de 2015



Repaso de angosturas

De la luminosa cuna a la oscura tumba se desvivió
buscando una clave al dolor ajeno.
No le importaba el propio, ese no contaba.
Contaban  los  estómagos  vacíos  de pan o de caricias,
Las lacras y las  llagas de esperanzas.
Voló lejos, el universo le regaló mil alas,
Y llegó lejos, muy lejos,
a las tundras del  desierto,
a los glaciales del sur,
al mar salado de la muerte.
Compartió su vida con aborígenes, esquimales y negros.
Divisó con sus ojos agudos  los valles y las cumbres.
Caminó pasillos largos, muy largos,
Pasillos de inciertos destinos,
de pocas esperanzas.
Fabricó ilusiones con retazos de la piel cansada,
sintió  brillar la luz de la esperanza.
Luego de transitar por caminos tortuosos
llegó al limbo donde se almacenan los recuerdos,
los repasa.
La tristeza invade su alma.
Se da cuenta de la miel amarga,
detecta la angostura  que abunda en los umbrales      
de los que aún viven dormidos de abundancias.

Florecida de amor

A veces pienso que el beso que me tiembla en la mirada
Se pierde derramado por tu vientre,
Se desliza con el miedo de perderse
sobre cumbres sedientas de pasión.
No lo has de entender,
Nunca lo has de entender.
Mi corazón sabe que en el mundo
A nadie más deseo amar.
Tiemblan mis manos llenas de caricias nuevas
deseando hacer un arcoíris sobre tu vida.
Y me quedo esperando el momento
de cubrirte de delirios el cuerpo
sin que lloren mis ojos
y se desborde el amor que te tengo.
Es que te amo tanto que solo tengo anhelos
de retoñar mi piel en flores.
Ardo en la loca tentación
De derramarme en pétalos sobre ti.

Javier Úbeda Ibáñez/Febrero de 2015



Buscándote


Quiero construir a través del lenguaje
un mar de emociones saladas,
que más que palabras sean
espumosas pasiones
de un yo buscando un tú.

Anoche soñé con una metáfora de silencios,
y de los sonidos de unas manos rozándose,
acabo de tejerme un puente de ternuras que hacia ti me lleva.




Adriana Suárez Blas/Argentina/Febrero de 2015



El túnel

El sudor trataba de refrescar el acalorado cuerpo que se movía pesadamente por el polvoriento camino de tierra. Pescó con la lengua una gota de sudor pero le supo  muy salada casi amarga… y con broca se secó la cara con el borde de su sucia camisa.
La chicharra hacía sonar su canto como si fuera un llamado telegráfico, un código Morse de súplica  piadosa  a un implacable sol.
Decidió ir por las vías muertas del ferrocarril  en búsqueda de la reparadora sombra del túnel. El  tren  hacía mucho tiempo que no pasaba  por allí, convirtiendo a la zona en un páramo olvidado.
Caminó  pesadamente ya que su gordura no le permitía ligereza, una marcha lenta....de pasos cortos.
El copioso sudor pegaba su negra  y corta caballera al cuero cabelludo,  las gotas exudadas zigzagueaban por su cara en el laberinto piloso de su insipiente barba. Pero todo aminoraba su importancia ante el pensamiento de que allí…allí muy cerca estaba la esperanza de una sombra reparadora… casi al alcance de sus regordetas manos.
Maldecía a sus botas que transformaba a sus pies en una hirviente sopa, pero… cuando llegara al   túnel  se sacaría las botas…  quitaría de sus pies esa cárcel de cuero que quemaba a sus extremidades y lo liberaría de ese dolor penetrante, punzante. Ese  deseo  gobernaba sus pasos y le daba esperanza a su andar.
Ante él,  la boca subterránea  se ofrecía como un oasis en un desierto de sombras. Poner su pie allí concretaba su anhelo, una felicidad transitoria pero plena. Solo un movimiento, un pequeño paso
que  lo llenaría de sosiego… De pronto, se vió sacudido  por una  fuerte vibración que agitó  los durmientes y  las polvorientas vías…. De la obscuridad  del  túnel  apareció inexplicablemente  una gigantesca  locomotora  que  retumbaba, traqueteaba  ,  bramaba….. Él se  paralizó ante lo inexorable, la miró con una expresión de terror. La máquina, como una ola de hierro, lo golpeó.

Luis Tulio Siburu-Argentina/Febrero de 2014



“No se fía”

Estaba desconsolada por la negativa de él. Daba vueltas y vueltas en la cama y no podía dormirme. Tenía que controlarme. Al fin y al cabo la que se había hecho exageradas ilusiones había sido yo. Mi reciente separación la había querido tapar rápìdamente con un nuevo amor y eso no es tarea fácil. Por mis propios sentimientos, ya que – como dicen los repitelugarescomunes – donde hubo fuego, cenizas quedan. Por los sentimientos de este muchacho, al que elegí vaya a saber porqué, si de apurada, de necesitada, por simpatía, su aparente interés en mi persona, o capaz que me estaba enamorando de vuelta….pero…¿ y él ? quien era yo para obligarlo a mirarme, a invitarme  a salir, a gustarle mi sonrisa o mi figura, aunque soy bonita, si obviamos que ahora estoy un poco mas gordita y además debo usar aparatos auditivos por una incipiente sordera, salvo eso nada más…ya sé que no soy la morocha, la mas agraciada, la mas renombrada de esta cuadra, pero tampoco nadie puede decir que soy fiera, que camino a lo malevo, que soy chueca y que me muevo, con un aire compadrón. Pero…qué se yo, el rubio me mira todos los días con esos ojos almendra que te envuelven ¿viste?...te besan, te desnudan. Y una, que no es de fierro, fui entrando despacito y de vegetariana pasé a ser carnívora y entonces cada día me invento un corte diferente; que la tortuguita, el ojo de bife del medio si es posible, el peceto bien desgrasado, los chorizos bombón, por favor la paleta sin hueso y de a poco la media res se me iba acabando y nada, nada, como si yo no existiera, una más entre las jubiladas o abuelas o maduras sin sal o jovencitas sin pimienta. Y mi invitación no aceptada a tomar un café. Por eso mañana tomaré otra actitud…ya está decidido…ahora a dormirme.

En la carnicería había mucha gente. Yo distraída, sin mirarlo. Me llamó la atención las señoras  calladas, malhumoradas. Era la última, nadie entró después. Cuando tocó mi turno le digo a Ricardo…¿ qué pasa ?. Me miró haciendo un gesto hacia la que salía, agregando… “quien las entiende… ayer les avisé – como a usted - que el patrón había prohibido las libretitas para anotar con tapas de hule negro y me dijo que informara que desde esta semana no se fía”….  

Tiré la bolsa de red al suelo, rodeé el mostrador de mármol con vetas de sangre, patiné en el piso húmedo de madera tipo pallet y caí sin querer queriendo en los brazos del rubio con aroma mezcla de Blue Seduction Banderas y contagio de Mataderos , que me atajó con un “disculpe, no es necesario tanto apuro, ya le alcanzo el paquete, espere que lo pese”…No te preocupes…atiné a exclamar…pago lo que vos digas…¿ Sabés que ayer te entendí …no Sofía ?.

Alicia Scordomaglia-Argentina/Febrero de 2015



TORMENTA

Tormenta
Tenaz…
Ni cenicienta
Ni rapaz…

Empujada
Hacia un incógnito destino
Abre fuego en el camino
Valiente...
Sola…
¡Fugaz!


Ana Romano-Argentina/Febrero de 2015



Secuencia

Desnudos
ante el viento
los cuerpos
Desnudos
flamean
en el fuego
Desnudos
junto al río
encandilado
Desnudos
frente al espejo
estallan
Desnudos
se detienen
al llegar
a la cima.

Agustín Alfonso Rojas-Chile/Febrero de 2015



EL LLAVERO
“El pasado siempre vuelve”
           
Ingreso al medio día como pasajero al “Hotel Termas de Cacheuta”, a 50 kilómetros al suroeste de Mendoza, Argentina.
            En la mañana del día siguiente aún en cama, leo el periódico. A las nueve suena el teléfono. Dejo los lentes a un costado. Atiendo el llamado: -¡Aló!, número equivocado. -Los lentes han resbalado al piso, los recojo, junto a ellos encuentro un llavero. Está compuesto por una moneda antigua de plata de aquellas que circularon en Chile, en las décadas del 30 al 40 del siglo pasado. Está perforada y, a través del orificio, una rodela metálica abraza dos pequeños corazones, entre ellos, una llave de esas antiguas cuyo cabo tiene un orificio que se introduce en un vástago, éstas se usaban en chapas y candados de antaño. Además, una moneda de $500 de esta época, igualmente perforada.
            No llama mayormente mi atención este artilugio, lo entrego en Recepción. El conserje lo cuelga en el calzo de objetos perdidos. Al atardecer, al volver de las fuentes termales, compruebo que ya no está.
            Al tercer día, a la misma hora suena el teléfono. Contesto – silencio- alguien al otro extremo de la línea cuelga el aparato. Me apresto a recoger mis lentes que han rodado al piso, con asombro veo que el llavero otra vez está allí. Lo levanto, lo observo con mayor atención: la moneda de plata tiene muy claro el año de acuñación, 1933. En su anverso se observa una inscripción: “INEZ DE LAS ALTAS CUMBRES”. Intrigado lo vuelvo a Conserjería.
            Al cuarto día se repite lo que parece ser un rito. Suena el teléfono, nadie contesta, los lentes caen al piso. Al recogerlos, el llavero está ahí. Con turbación, casi con miedo, lo observo descubriendo nuevas inscripciones. La moneda de plata mantiene en su anverso y reverso la anotación descrita pero, los corazones ahora tienen color azulado, ayer eran de un tono cobrizo.
Al examinar la llave también observo una metáfora grabada en ella: “Esta llave abre tu corazón y el mío”. ¡Qué extraño! ¿Qué mensaje porta este llavero? ¿Qué tiene que ver con mi persona?
Todo es muy absurdo, no tengo noción de algún acontecimiento que me involucre con Inez ¿Será casualidad? Angustiado miro la moneda. Una suave brisa ondea la cortina del ventanal, en ese instante un tenue rayo de sol incide sobre el metal dejando visible un mensaje: “Tenía ocho años, me diste un beso en la mejilla. Prometiste amarme hasta el último día de tu vida…” ¿Qué es esto? ¿Si el mensaje es para mí, cuándo la besé? No recuerdo haberla conocido. Siento frío en todo mi cuerpo. El llavero me quema las manos, inconsciente lo aprieto en mi pecho. Fue como si realmente el corazón se abriera y en una rápida regresión vuelvo a mi ciudad natal, Vicuña.

            Es un “Viernes Santo”, mi abuela Rosa me ha llevado a la “Adoración del Santísimo”. Junto a nosotros una pequeña muchachita de ojos verdes, rubia, delgada, reza junto a su madre en un ambiente saturado de olor a incienso, con recogimiento y paz. Estoy embelesado. Me mira y sonríe. En un arrebato de niño acerco mis labios a su mejilla, algo le murmuro, no recuerdo que digo en ese instante. Un “moño” recoge la rubia cabellera, similar al peinado que luce su hermosa madre.

Retiro las manos de mi pecho. Absorto por la visión, reviso una vez más el llavero. Yo nací en 1932, la antigua moneda fue acuñada en 1933, aparentemente año de nacimiento de Inez. Ella tenía 8 años cuando aconteció aquello, es decir, 1941. ¡Éramos niños, solo niños!
            La inscripción de la llave se cumplió. Abrió mi corazón y seguramente el de ella dejando en evidencia la promesa de amor de dos pequeños infantes. A Inez jamás la volví a ver…
            Sin embargo, las sorpresas no terminan ahí. Al observar por enésima vez la moneda, detecto en ella una inscripción: “Habitación 35”. Pregunto al Administrador si hay una habitación con esa numeración. Responde que no, el incendio del 16 de Junio del año anterior, redujo a cenizas las habitaciones de la 30 a la 42. La mía es la 25.
            Con la intriga a flor de piel busco explicaciones. Todos los funcionarios del hotel rehúsan referirse al trágico suceso y desaparición de la enigmática y bella dama del departamento 35. En busca de antecedentes recurro al viejo jardinero, quien junto a su hija limpian de malezas las azucenas prontas a florecer: – ¡Sí, recuerdo a la señora! – Respondió - nunca hablé con ella pero, sí a diario, apoyada en la balaustrada que separa al Hotel de la ribera del río, contemplaba el pasar del tiempo escuchando el canto de las aguas al escurrir entre las rocas. Su vestimenta era tenue, como confeccionada de nubes - continúa el anciano, quien además de la jardinería gustaba escribir poemas. Luego del incendio, fueron removidos los escombros, pero su cuerpo no fue encontrado.
Me pide que le acompañe al taller donde guarda sus herramientas. Saca de un anaquel los restos quemados de la bitácora o libro de ingreso de los pasajeros, sólo se lee: “Habitación 35, Inez de…” ¡El fuego consumió su vida y su historia!

 Coloco el llavero en el altar de la capilla del lugar que venera a la “Virgen de los Nudos”. Me arrodillo ante la imagen, bajo la  mirada pidiendo perdón por aquella promesa incumplida. Tengo la esperanza que su alma descanse en paz. Levanto la vista, el llavero ya no está donde lo puse, al pie de la Virgen. Se ha esfumado…

George Reyes-México/Febrero de 2015



EL DESCENSO DE LAS SIETE SOLEDADES
DESCENSO IV

Fui un niño que jugaba en la playa del océano del
misterio inexplorado. GR

Amaneció el porfiado sueño encorvado por el peso de su piel;
centella que hirió a otra pasión que de sangre llena el ojo de la calle,
y me alumbra habitación de intacta geometría.

Soy quetzal de alas de viento, plumaje con ribetes de mi sol,
que se adormece en sombra líquida caída al suelo,
que alza el vuelo viendo abajo, viendo abajo alza el alma…

¿Dónde huele el manso olor de piadosa geografía? ¿Dónde?
¿Dónde vibran ruiseñores cuales cuerdas de una lira? ¿Dónde?
¡Oh, tú al ardor lo has descendido como mosca a cruel herida! ¡Allí!

Ascensión Reyes (Comentario libro)-Chile/Febrero de 2015



“SÓLO VINE A HABLAR POR TELÉFONO”
De: Gabriel García Márquez.- Colombiano

Gabriel José de la Concordia García Márquez. Nació en Aracataca, 6 de marzo de 1927 – Colombia. Escritor, novelista, cuentista, guionista y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura. Gabriel García Márquez, está relacionado sin discusión con el realismo mágico y su obra más conocida, la novela: Cien años de soledad, es considerada una de las más representativas de este género literario. Incluso se tiene la certeza que por su éxito se aplica a la literatura en forma perentoria, desde los años setenta. En el año 2007, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española lanzaron una edición popular conmemorativa de esta novela, por considerarla parte de los grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos.
“Solo vine a hablar por teléfono”, es uno de los relatos más conocidos de este escritor. En que maneja con maestría las coincidencias y los desencuentros.
Llovía y por la carretera transitaba una mujer en su auto, inesperadamente su vehículo sufre una avería. María, la protagonista, necesita un teléfono para comunicarse con su marido. Un bus se detiene y la invitan a subir. En su interior hay mujeres que parecen dormir. Cansada por la tensión, ella también se duerme, y sólo despierta cuando el bus llega a destino. Un edificio enorme y unas mujeres uniformadas reciben a las recién llegadas. Piensa que es un convento. Una vez desocupado el bus, éste sigue su ruta.
María, intenta llamar a su marido por un teléfono que encuentra a mano, pero una guardiana la descubre y la lleva a un gran dormitorio. Trata de explicarle lo que le ha sucedido. La mujer finge entenderla, pero esa noche, termina inyectándole un sedante para que repose tranquila.  
            Al día siguiente se entera que está en un sanatorio para mujeres dementes. Pide hablar con el director, que parece ser un hombre agradable, él la escucha pacientemente y le ofrece un cigarro. Entre lágrimas la mujer le relata su historia. El doctor dice entenderla y le aconseja que confíe en él, sin embargo, en la ficha coloca “agitada.
            Su marido es el mago Saturno y para ese día debe cumplir con tres compromisos, los cuales realiza con serias dificultades por la desaparición de María. Él piensa que la mujer se ha fugado con otro hombre, al recordar sus anteriores devaneos, antes de asumir el compromiso de serle fiel.
            Ha pasado tiempo y la aseguradora del auto cierra el caso, su esposo, da como un hecho que su mujer se ha fugado con otro hombre y desconoce su paradero. Sin embargo, trata de recordar alguna de las amistades de María e intenta saber algo a través de ellas. No consigue ninguna información y opta por olvidar a María y cuidar su gato.
            Al cabo de dos meses, María empieza a adaptarse a su situación y sigue este dramático relato en que las coincidencias siempre son negativas para la protagonista…

            En este relato encontramos bastante tensión emocional en la sucesión de hechos que vive la protagonista y en un período narrativo más o menos extenso. El nudo secuencial es de equívocos, resulta curiosamente ajustado a la realidad en cuanto a las experiencias desagradables que debe sufrir María, hasta cuando cree vislumbrar una luz de esperanza. Esta situación la atrapa y envuelve en el ambiente de demencia en que debe insertarse por circunstancias impensadas. Un cuento realista, cuyo ritmo le da un efecto interesante al lector, atrapándolo hasta llegar al final de la historia.

Ascensión Reyes (Poema)-Chile/Febrero de 2015



NOCHE

Arcana noche, imagen de la nada.
Sueño que gira en piedras mudas
baúl de  recuerdos guardados.
Péndulo de un reloj añejo
que avanza en el silencio.

Noche, inmóvil como muro
oscuro y sordo
custodiando pupilas ciegas.
Cielo inmutable y silencioso
huella de astros perseguidos
por Orión, el cazador.

Noche que silencia las flores
y la brisa mece la foresta
como acunando el dilema
que la luz estremece.

Noche que huye con el canto del gallo
llevando sus sombras a cuestas.

Un rayo de luz camina presuroso
acariciando puertas y ventanas.
Las pupilas se desperezan
Y tú…caminarás nuevas sendas
mientras la noche descansa.

Ascensión Reyes (Cuento)-Chile/Febrero de 2015



YEMANYÁ

                                                                                                                                                                                  Es media tarde de sol candente. Los colores diáfanos e intensos hacen entrecerrar los ojos del visitante para hacer la visión más perfecta, y captar con holgura la majestad del paisaje. Hoy, la apacible playa se encuentra bastante concurrida, pero en ningún caso para gozar de la tibieza de sus aguas, sino más bien, por una razón entre religiosa y ancestral. Los devotos han asistido para expresar sus agradecimientos o pedir protección a la deidad, convencidos de sus favores.

            Los presentes depositan en el borde del agua, con gran respeto, confites del mejor sabor y calidad. Sobre las suaves y transparentes ondas, flores de variados colores flotan en reverencia de Yemanyá, diosa del mar, de la fecundidad, y por ende de la mujer. En especial de aquellas cuya salud parece haberlas abandonado.
            Ernestina y Luis están entre los presentes. Ellos son chilenos y por circunstancias familiares deben viajar constantemente a Florianópolis. Dos de sus hijos se han establecido en el estado de Sta. Caterina. Por tal razón y para poder visitarlos a menudo, ellos han debido formalizar una residencia relativa en esa hermosa ciudad.
            La mujer se asocia a esta tradición con sentimientos encontrados. Ella es ferviente católica, sin embargo su sobrevida de casi diez años, la asocia sin una explicación lógica al conocimiento de Yemanyá. Mientras disfruta del momento, su mente retrocede en el tiempo.

            Aquella tarde concurrió con su esposo a la cita  que tenía con el cardiólogo llevando todos sus exámenes cumplidos. El galeno los miró con gran concentración y después de una suerte de meditación, le explicó: -Ernestina, por lo que advierto en los resultados, tu corazón está muy enfermo. No me atrevo a decirlo categóricamente,  pero no veo solución inmediata. Ello no quiere decir que no la tenga…  Como me has contado que tu vida ha sido de mucho trabajo, siempre dedicada al hogar, hijos y marido, te recomiendo, de ahora en adelante,  cambiar esa preocupación para ti. Date gustos, goza el tiempo que te queda.  Puede ser mucho si aceptas los consejos que ahora te daré… Camina diariamente veinte cuadras a paso normal y toma todos los medicamentos que te indicaré en la receta.
            Su estómago lo sintió apretado. Sin decírselo claramente, comprendió que el doctor la había desahuciado. Al fin, sacando coraje, le preguntó.
             -Doctor ¿Podría ir a Brasil para despedirme de mis hijos y nietos que tengo allá?
            -Por supuesto, anda donde quieras, te hará bien un cambio. Eso sí, recuerda mi consejo. Camina diariamente  y toma todos tus remedios.
             Siempre habían viajado en bus, trayecto largo y agotador, pero su encanto anecdótico era impagable. Gracias a ellos habían conocido infinidad de lugares interesantes. Esta vez el viaje fue muy rápido, en avión, haciendo varias escalas hasta llegar a Florianópolis, pero carente de la aventura de viajar más lento.
            Por unos días fueron invitados a Imbituba, pueblo de agreste belleza, pequeño y residencial. Lo circundan playas azules de quietas aguas y sólo a dos horas de su lugar de residencia habitual, Florianópolis. En este lugar vivía su hijo menor, en casa de su suegra. Una agradable y acogedora brasileña  que compartía su hogar con su hija, yerno y dos nietas.
                                                                      
                                                                       ************

            Luis, siempre ocupado en otros menesteres, se excusó de acompañarla en sus diarios paseos. Por eso aquel día esperaba ansiosa que alguno de  casa la ayudara a cruzar el pequeño matorral y bosquecillo que había antes de llegar a la playa. Temía el paso de culebras u otras alimañas que abundaban por esos parajes.
            De improviso, vio pasar por esos rumbos a tres monjes con atuendos largos y oscuros. No lo pensó dos veces. Avisó a la muchacha que hacía los quehaceres domésticos, de su partida, y fue en seguimiento de los frailes ayudada por una varilla. Llegó a la playa, pero en su lento caminar nunca alcanzó a las figuras encapuchadas. Sin embargo, ya estaba a salvo, sólo estaban la arena y el suave oleaje del mar.
            Caminaba ensimismada pensando en su gran dilema. De improviso, una mujer joven, más bien una muchacha veinteañera sentada en un montecito de arena, le dijo: -¿Va de paseo?
            -Sí, tengo que caminar diariamente muchas cuadras y no hay nadie en casa que pueda acompañarme- le respondió la mujer.
    -¿Quiere que yo lo haga?- dijo, incorporándose con agilidad.
    - Oh, muchas gracias. Me encantaría.
            La joven se acercó a paso ligero. Vestía una solera amarillo pálido con círculos rojos, en sus pies unas chalas rojas de esas que se sujetan en el dedo mayor. Su pelo rubio caía en cascada suave sobre su cara, movido a veces por la  tibia brisa de la tarde.
            Emparejaron el paso, la chica al borde del agua y ella más arriba, para no mojar su calzado.
            -¿Por qué debe caminar tanto?- preguntó, jugando con las olas en pequeños saltitos.
            La mujer le relató todo su dilema de salud, el motivo por el cual sus hijos habían formado familia en otro país. Y, en fin, aquella conversación fue una verdadera descarga para su siquis angustiada.  Fueron varios los kilómetros recorridos hasta llegar a unos roqueríos cercanos a la costa - ¿Ha sacado choros de esas rocas?
     -No, hija, yo no podría- Pero mi hijo menor tiene pensado hacerlo en breve.
            - Dígale que no lo haga, es peligroso, el mar lo recogerá con la segunda carga. No lo olvide.
                        De improviso se oyen a la distancia unas potentes campanadas  indicando las cinco de la tarde.
     -Hasta aquí llego, debo regresar. ¿Conoce usted esa iglesia?
            -No. -¿Podríamos ir ahora?-Propone Ernestina
            -Se hace tarde para mí, no puedo- respondió la muchacha.
            -¿Dónde vives?
            -En los departamentos que quedan allá (indicando en sentido inverso hacia donde habían caminado). -Para acortar el camino de regreso nos iremos por los condominios en construcción.
            Desandaron su larga caminata entre calles solitarias que darían origen  a condominios de muy buen nivel económico. Los maestros de las construcciones las observaron con bastante atención. No faltó el que dejó sus herramientas para mirarlas mejor. Esto era totalmente razonable; a su lado iba una niña joven y gentil. 
            -Aquí la dejo, usted rodea esa calle y estará en su casa.
            -Bueno, le quedo muy agradecida por haberme acompañado en este hermoso paseo…Y por escuchar con paciencia los problemas que me afligen. Junto con decir esto, le extendió su mano en señal de despedida.
La chica,  con un movimiento rápido e imprevisto, se situó a su espalda y le pasó la mano rodeando su cintura. Sin meditarlo, la mujer la tomó. En ese momento se sintió desfallecer. Su corazón se aceleró al máximo. Una sensación inexplicable y nunca antes sentida la paralogizó. Sin temor a equivocarse, ella apretó una mano fría y descarnada  como la de un difunto. Eran los huesos helados de un esqueleto. Era tal su descontrol que ni siquiera sintió miedo. Un torbellino de ideas se apropió de su mente. No pudo mirar hacia atrás y caminó por inercia hasta la casa. No podía recordar el rostro de la niña. Su pelo rubio siempre se lo ocultó.
Concluyó que su acompañante no era una simple mortal. Lo más probable fue que sólo ella la hubiese visto. De tal manera que los maestros que las vieron pasar, observaron  a  una desquiciada mujer mayor que hablaba y gesticulaba sola.
            Esa tarde, cuando toda la familia se reunió para cenar, advirtieron su aspecto desmejorado.  Al preguntarle,  ella refirió su encuentro con la desconocida. Para aumentar su desconcierto,  se enteró de que en Imbituba, sólo ellos hablaban español y departamentos se les llama a los nichos del cementerio. La frialdad de esa mano es una sensación inexplicable y misteriosa que conserva claramente, aun con el paso de los años...                   
                                                                      
                                                                       ************
           
               …“Brasil, tierra de naturaleza exuberante, hace posible que sus espíritus y dioses se materialicen y hagan contacto con simples mortales.”                                                                     
R. ASCENSIÓN REYES ELGUETA – JULIO 2004.
               




PULICADO ENTRE CUENTO Y RELATO AÑO 2006 Y REEDITADO 2012.                        
ENVIADO AL CONCURSO ATARRAVIA ESPAÑA 2004.