lunes, 24 de octubre de 2011

Nélida Vschebor-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2011

¿COINCIDENCIA?

Terminaba de vestirse cuando sonó el teléfono. Lo atendió apresurado porque se le hacía tarde, pero nadie contestó. Silencio y luego cortaron. Lo intrigó un poco, pero debía apurarse.
Ya casi salía cuando volvió a sonar. Tomó el tubo con urgencia gritando un ¡Hola!. Sólo el vacío. Esta vez fue él, quien colocó el aparato despacio sobre la horquilla.

Estaba llegando a la esquina, cuando vio al colectivo alejarse. . Caramba, si no tuviese que marcar tarjeta, se dijo, y encima ese reloj que nunca se atrasa, más bien adelanta….  Miró la hora. Las seis y diez. Echó una ojeada alrededor. No había nadie. Decidió caminar hasta la próxima parada para ganar tiempo. Así lo hizo.
Entonces escuchó ecos de pisadas que lo iban siguiendo. Fue en ese momento que recordó las llamadas y se asustó.
En el bolsillo trasero de su pantalón tenía un pañuelo. Lo sacó para enjugar la transpiración que surcaba su frente.
Apretó el paso. Atrás hicieron lo mismo. Comenzó a correr, y atrás las pisadas se acercaban. Llegó a destino rezando porque apareciera el micro. Y se paró.
Al darse vuelta vio a un joven acercándose con la mano extendida hacia él. ¿Un cuchillo? ¿Un arma? No lo sabía. Sólo atinaba a mirar ese rostro que tenía un rictus por sonrisa.
-“Oiga don, esto es suyo, se le cayó la billetera”      

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno Nelly, final sorpresivo!!!


Besos Jsefina