sábado, 23 de agosto de 2014

Lilia Elena Durand-Buenos Aires, Argentina/Agosto de 2014

HERMANADOS


Es 9 de Julio. Abro el diario para enterarme de las noticias y hechos importantes de la jornada. Página principal, titulares con la derrota de Brasil, un artículo sobre nuestra selección, la nómina de los jugadores y la estrategia para el partido con Holanda a realizarse a las 17.  Sobre el aniversario de nuestra Independencia, nada.

El televisor y la llovizna, mantienen solitarias las calles. Chorriando frío, un cartonero apresura el paso mientras su vista solo alcanza el reflejo del asfalto.
¿Ya empezó doña? No necesité que me explicara. “Aún faltan diez minutos”.  Sus pies, ya no caminan, corren. El viento le roba diarios y cartones, él, no se inmuta, sigue con la cabeza baja y la cintura doblada. Un vecino le alcanza una medialuna. Hoy somos todos hermanos.

El partido ya empezó, como en los anteriores, me pongo el pulóver azul. Me siento, me levanto. Toda vez que la pelota cae en manos del adversario, de espalda al televisor, camino al porch. Un silencio deprimente se ha adueñado  de la calle. La llovizna baila al compás de la brisa.

Un grito brotó de todos los televisores. Habíamos hecho un gol. La gente salió a la calle. La multitud empezó a correr, a las plazas, a los clubes, a besar al vecino más próximo, a aquel al que nunca habían saludado, todos hermanados en ese grito “Goool”

Estamos en la final, el adversario es de temer, mas  el equipo no tiene miedo. Sabe que puede.  Nosotros también. Una multitud acompaña con cánticos, banderas, pintadas celeste y blanco.
El partido está parejo. Hay tiempo suplementario. Nuestro equipo lucha como leones. Faltan ocho minutos para los penales. Y llega el gol, del adversario. Las caras se oscurecen. Llora sin lágrimas el equipo.

Una marea humana camina las calles.” El suelo empezó a ondular como si alguien avanzara serpenteando bajo la tierra.” El obelisco abraza a la multitud. Las plazas y los clubes, colmados de esa juventud que estrenó su primer mundial. Sólo banderas argentinas. Niños, adultos, ancianos. Cantan, bailan, agradecen. 

            No, no salimos segundos, me dijo un adolescente, somos subcampeones. Y yo agrego, campeones de comportamiento, humildad y esfuerzo. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lilia:

Que buena semblanza para guardar en el recuero, de que si podemos tener
actitud y comportamiento. Se aprende a través de los errores.
Esther Moro

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Lilia: qué buena visión la del joven, positiva y real. Lo negativo también se atrae con el pensamiento y luego nacen las quejas. Un abrazo,