Amor tren
Viajaban, mis padres, por los setenta.
Con mi infancia los acompañaba,
asiento trasero repleto de golosinas.
Nos convocaba, por esas oscuras
rutas provinciales, cerca del Atlántico,
el cumpleaños o el fin
inminente de algún lazo
sanguíneo.
También fue un encuentro,
como el cruce de dos trenes,
el amor de mis padres.
De allí nacieron nueve vagones.
Yo fui el último. Furgón de cola.
Con mis ojos empachados,
una noche de julio
pude avisar, desde mi puesto de centinela
a través de los vidrios empañados,
de la luz apurada, indicio
del tren a Mar del Plata.
Frenó mi padre su Valiant IV
y pasó el asombro
de caras amarillas dormidas.
Hoy renazco a esa visión,
recuerdo al escribir estas líneas,
las cenizas de Pacheco
los fuegos de Benavídez
en otras vías de los setenta.
Todos somos sobrevivientes
en este pobre país
donde las oscuras vías
van muriendo.
Los que logramos quedar,
Aves Fénix de las mañanas
desplegamos nuestras alas
y a falta de vías
echamos al vuelo la tinta,
los versos y el alma.
19 de febrero de 2024.
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