lunes, 12 de abril de 2010

Trinidad Aparicio-Barcelona, España/Abril de 2010



Me contaron


Me lo contó Marisa; a ella y a su esposo se lo contó su cuñada Vanesa, esposa de Sebastián, quién a su vez lo supo por Victoria, compañera de Pedro. Pero a pesar de que llegó a mí a través de esa sucesión  de  personas, esto no es un romance de la Edad Media, cuando poetas y romanceros viajaban transmitiendo historias y sucesos para que perduraran a través de los tiempos, pero que, muy posible es, transitando por el tiempo y con el pasar de poetas a romanceros, si bien la historia no perdiera su esencia, algo de su perfume debía evaporarse por el camino. 

La que hoy contaré, es una historia  real, y hasta me atrevería a decir que   es tan común hoy en día, que merece preservar su esencia y propagar su perfume.

            Nadie duda de la buena reputación de Periquito, pues como jardín de infantes, cuenta con personal de primer nivel pedagógico. Allí, junto con otros niños, asistían Camila, Macarena y Rodrigo; los que habituándose a compartir juegos y festejar cumpleaños junto a  sus “compañeros” de aula, con el día a día, todos iban creciendo.
Marisa y Julián, papás de Camila, alternaban el deber de asistir a cuanta fiestita se organizaba en el jardín para que su pequeña hijita tuviese a quien mirar y sonreír. Sebastián, papá de Macarena, debido a la gran crisis que se había instalado en el país por tiempo indeterminado, había quedado sin empleo, y por tal lamentable circunstancia, no faltó a ningún evento que se celebraba en “Periquito” aquel año. Por el contrario, Victoria y Pedro,  nunca disponían del tiempo necesario para ir a ver actuar al pequeño Rodrigo. Incluso en alguna oportunidad se les oyó  cuestionar: “Si las maestras no comprenden, que los padres tienen otras obligaciones más imprescindibles antes que asistir  a esos eventos infantiles”.
Terminaban las clases, y el personal docente de “Periquito”, como es habitual en esas fechas, organizó una representación de fin de año, en la  que actuarían todos los niños. La noche víspera de fin de curso, Rodrigo, contento porque al día siguiente actuaría, le dijo a Pedro: “No te preocupes papá si mañana tampoco tienes tiempo para asistir a la fiestita; el papá de Macarena siempre me mira a mí también ”.
Evidentemente, las inesperadas palabras de Rodrigo, dichas con tanta naturalidad e inocencia, sorprendieron mucho a Pedro. Casi le hicieron gracia. Pero luego, ya en la cama, le impedían conciliar el sueño. Le golpeaban fuerte en su interior y, vaya el contrasentido, su desvelo lo despertó de su inconciencia.
            Al día siguiente, Rodrigo resplandeciente de felicidad fue al jardín acompañado de sus papás. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Trini un relato tierno y muy actual, porque esto sucede más que antes , muchos padres no tienen tiempo para acompañar a sus hijos.
Algunos porque ambos trabajan todo el dia, pero otros q se despreocupan.

Besos Jóse
Trini, ya estarás viendo pronto a Nina por esos lares, que bueno reencontrarse cada tanto.

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Trinidad: mi querida Amiga, es un relato cargado de mensajes. La verdad está allí y sucede más de lo que nos gustaría. Me gustó mucho y te mando mi abrazo,