lunes, 18 de octubre de 2010

Marta Susana Díaz-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2010

LA REALIDAD

Mamá. ¡Mamá! ¿Me estás oyendo? Te hablo y parece que ni escuchás mi voz… ¡Ni me mirás! ¿No ves que estoy acá? Parada al lado tuyo… ¿No te das cuenta que nos quedamos solas? Sin papá y sin los chicos. Se fueron yendo todos. Poquito a poco.
Papá ya hace años que no está en este mundo.
Los chicos… Y. Los chicos crecieron. Gustavo trabaja en Holanda en una multinacional.
Marcelo se casó con la uruguaya y está en Montevideo con su mujer y sus hijos, luchando como tantos otros.
Olga ¡Uy! ¡Olga hace tanto que no escribe! La última vez estaba en Londres.
¡Te estoy hablando mamá!
Te estoy diciendo también, que me quedé sin trabajo…
Que no sé como vamos a hacer para vivir de ahora en adelante…
Te estoy diciendo que estás enferma…
Que hablé con el médico y me dijo que lo que tenés es mal de Alzheimer…
Que no tiene cura…
Pero ella no se da cuenta.
Ella sigue con esa sonrisa  mirando a la ventana.
Bueno. La dejé acostadita y bien tapada. Y me fui a mi cuarto.
Y apagué la luz.
Y empecé a soñar con los ojos abiertos.
Soñé que estábamos otra vez todos juntos.
Con la abuela Tota también.
De la cocina salía el olorcito al pan recién horneado que amasaba ella.
Mamá ponía la mesa y preparaba las tostadas con manteca y mermelada.
Papá, con traje y corbata leía las noticias del diario antes de partir para su trabajo.
Y los chicos correteaban por ahí, con los delantales blancos, haciendo bulla y preparando los útiles para el colegio.
Tan solo yo no me veo en esa escena.
¿Por qué no puedo encontrarme en ese tiempo del pasado?
¿Por qué no estoy ayudando a todos como siempre?
“La mayor tiene que ayudar” Esa premisa era fundamental en mi familia.
Quizás, si pudiera volver el tiempo atrás, pensaría más en mí y menos en los otros.
Más egoísta. Más feliz.
Pero esa no es mi condición.
Y aquí estoy. Otra vez. Poniéndole el pecho a la vida. Como me enseñaron.
Vamos mamá. ¡Abrí la boca! Tomá despacito tu café con leche. A cucharaditas…
Como me la dabas a mí cuando era chica…

2 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Marta: de alguna manera el tiempo retrotrae y, con esa enfermedad u otra, o tal vez sólo por el paso del tiempo debemos devolver lo que antes hicieron por nosotros. Es una ley de vida. Un relato que hace reflexionar. Te abraza,

abel dijo...

Felicitaciones , amiga Marta .
Con pocas herramientas , cuentas una historia de vida para no poder olvidar .
Brillante ...y reiterando lo que dice mi amiga Laura , NOS HACE REFLEXIONAR .
En este mundo tan tecnológico .