Remolinos de Otoño
Mi padre y yo una tarde.
El mundo, otro.
Mi corazón de copos de algodón.
Hebras de azúcar
Abrazadas al palo,
Como mis dedos a su mano
En esa tarde de un otoño
Lejano. Muy lejano.
Carpintero de oficio
Trabajó la madera,
Tosca madera,
Que se fue transformando,
Gubia y garlopa
Taladro y escofina…
Y aquel aroma a pino
Que perfumó la casa.
El parque Chacabuco
Verde e inmenso.
Un estanque con ranas de metal oxidado
Escupiendo agua helada.
Y el barco de madera
Rojo y azul brillante,
Las velas blancas.
Y la quilla plateada.
Mi barco avanza.
Marca estelas de espuma
Entre doradas hojas
Que flotan en el agua.
Como la vida,
Llevado por el viento
Navega solo
Sin saber a qué puerto.
Para volver a casa,
Un paso de mi padre,
Tres pasos míos.
Multiplicados siempre.
Y al calor del hogar
Mi madre espera
En esa tarde fría.
Bizcochuelo caliente
Y en su regazo
Tibio mate de leche.
2 comentarios:
Amiga lo que no se compra en grandes tiendas, adorna tu vida.
Excelente tu frescura,pureza y transmisión de la relación con tu padre.
Abel Espil
Hola Marta!!!!
Un tierno y cálido poema poema
Hermoso!!!
besoss Josefina
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