miércoles, 23 de abril de 2014

Trinidad Aparicio-España/Abril de 2014



MONOLOGO  DE  UN  PEZ



Había un pez en  la pecera, lamentándose de su suerte. Se decía a sí mismo: ¡La pucha! ¡Qué mala suerte la mía! Desde el norte de Brasil, por el río Iguazú iba con mi familia siguiendo la corriente libremente, feliz y sin contra tiempos hasta que  llegamos al río Paraná.

 Allí, sorpresivamente caí prisionero en las redes de déspotas comerciantes y desde entonces mi destino cambió por completo. Me llevaron a un acuario junto a otros bonitos  peces que seguramente provenían de ríos distintos;  ya que los había de muy variadas especies. Más allí, el único de los anostómidos era yo. Me sentía muy solo,  extrañaba enormemente a mi familia. En un primer momento sufrí un susto terrible, confundí  a una Palometa Moteada con una piraña. Una pacífica Colita Dorada me tranquilizó. Me informó, que de quiénes más debía cuidarme eran de la Tararira, que tiene una dentadura nada envidiable a la Piraña y del feroz Cynolebias llamado “dientes de perro”, del viejo calíctico Limpiafondos y del carácido  Pájaro Rojo nada tenía que temer.
             
Ya estaba aclimatándome a ese lugar, incluso la compañía de los otros peces me era grata, cuando un día,  - seguramente  sería domingo- mucha gente visitó el acuario. Y… un pibe que aproximadamente tendría unos 10 años, se encaprichó conmigo. “Mira papá, que pez tan bonito, su cuerpo tiene franjas plateadas qué forman la palabra Jyki.”
Ese fue mi último día de permanencia en el acuario. Me trasladaron  a un recipiente con tan escasa agua; que temí quedarme sin oxígeno en muy breve tiempo. Por suerte no fue así; mi nuevo destino no estaba lejos.

Desde entonces, aquí estoy, solo en  esta hermosa pecera. No me falta espacio para nadar en posición oblicua con la cabeza baja como lo hacemos todos los Jykis. Me cuidan y me tratan bien. Pero la soledad en que me encuentro, a pesar de que soy la atracción de todos los que visitan la casa; me embarga de tristeza.

Hoy vino la abuela a conocerme. Creo que es la persona más maravillosa  del agua y la tierra. Puso el grito en el cielo cuando vio  que estoy solo. Parece que también a ella, alguien la separó del compañero. Comprendí que decía: “¿Tienen  acaso la más mínima idea de lo que significa estar solo?” Para la Navidad,  yo les regalo una pececita”

Moví las aletas con más ligereza y mis burbujas eran un canto de esperanza.
Solo tengo una incógnita: ¿Faltará mucho para la Navidad?

2 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Querida amiga Trinidad: claro que es feo estar solo !!! Una muy buena similitud con las situaciones y sentimientos humanos. Hermoso !!!, besitos Horacio y

Anónimo dijo...

Bellísimo y lleno de ternura este relato Trini Me encantó!!!!!!!!

Besosss Josefina