sábado, 20 de diciembre de 2014

Marta Susana Díaz-Argentina/Diciembre de 2014



NUNCA TE ABANDONÉ

Se sentó junto a ella en el banco de granito sobre el camino de piedras rojas que contrastaba con el paisaje en ese medio día  invernal.
Los pastos amarillentos cubrían los alrededores, salpicados de manchas marmóreas y bronces opacados por el paso de los años.
Vestía su traje gris de oficinista, con corbata celeste y zapatos negros  embarrados, después de haber caminado varias cuadras sobre  tierra mojada.   Era una época de revelaciones asumidas y sufridas como nunca había vivido.
Imaginó sus figuras  recortadas contra el cielo plomizo.  
Repasó los años en que no la había tenido a su lado. Casi toda su vida.
Los años atroces. Quizás los más negros de la historia del país.
Y la encaró. De frente. Sin contemplaciones.
-    Mamá.  ¿Por qué no estuviste a mi lado?
- ¿Por qué los abuelos tuvieron que hacerse cargo de mí  hasta que cumplí la mayoría de edad?  
- ¿Por qué preferiste ir detrás de papá antes de estar conmigo?  ¡Yo no pedí nacer!  Estar a mi lado era tu obligación… Yo era chico. No tenía culpa.
En su interior  sabía que lo escuchaba.
-  Mamá. No te culpo. Pero a veces  mi dolor se convierte en odio. No puedo evitarlo
Ella no respondió. Lo miró con unos ojos muy tristes que solo le transmitieron oscuridad, tanta oscuridad como el velo oscuro de la muerte.
 -   Mamá: no me mires así. He sufrido mucho.
 -   Lo sé hijo. Yo también he sufrido. Por vos, por tu padre y por mí.
Sintió que una ráfaga helada rozaba su frente. Debe de estar refrescando, pensó. Ó quizás era ella. Ya nada lo asombraba.
Con lágrimas en los ojos recordó su niñez sin calesita. Recordó cuando de a poquito le fueron diciendo que sus padres se habían ido al cielo. Que desde allí lo iban a cuidar.
Ella le dijo casi en un susurro:
           -Luis: nunca te abandoné. Por vos fue mi lucha, por vos fueron mis convicciones. También por vos seguí a tu padre en sus creencias políticas. Sabía que no estarías solo. Creía que un mejor futuro  alumbraría tu vida. Perdóname.
Sintió su abrazo. Sintió el beso frío sobre la frente.
Dejó las flores sobre la tumba  y se alejó rápidamente.
Debía volver al trabajo.

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