lunes, 23 de febrero de 2015

Abel Espil-Buenos Aires, Argentina/Febrero de 2015



CABO POLONIO

Las sombras comienzan a empañar sus ojos, el hombre sueña el aleph  . En Ariel ,todo está recuperado.Es un ser  devenido al  todo, lo real  y lo soñado  Es el ayer y lo que tendrá que esperar que llegue. 
En la playa La Mansa , la mujer en la noche , camina, bebe el vino sentada en la arena , la musicalidad ausente de las olas, un poema olvidado en las sábanas de una alcoba . Despierta de noche, el aire frío de Cabo Polonio, le anuncia la llegada del invierno . Es cuando ella se va .Es cuando lo perdido , se pierde aún más.
 Ariel no encuentra la ropa de Silce. Terminó el verano.La soledad comienza a abrazarlo, y se entrega. No tiene nada , ni a nadie . Desde la planta alta de la Iglesia Luterana --cuando era niño--podía descubrir las terrazas sucias y limpias, el amor del amigo vecinito con la muchacha de turno en los atardeceres de Marzo, los barriletes del Barrio Saavedra,flamear sus colas de telas de distintos colores.
  No conociendo su imaginación ,pensó en el vació incorporado a su vida. Presumió  el haber descubierto, las mentiras y verdades, de las paredes , con frases vestidas de grafitis, las marchas de hombres con sed y hambre de justicia,el mejor alumno del colegio , bandera en mano sin sangre y con muchos soles , el final de los aplausos a cambio del morir en un escenario.
Silce le reveló la vida. No era el aleph..
Todo había sido el juego de lo terrenal. Silce en sus caminatas nocturnas, desnuda al borde del mar. El amor en la arena húmeda, las sonrisas de ambos esperando al sol ocultarse .
Cabalgó toda la noche , deteniéndose en el pasillo de entrada, por donde se había ido ella. Espero  a una ausente,que sabe que no vuelve,ni volverá.No lo puede asumir.
Regresa, agotando al animal. Él transpirado , sin bañarse, sin secarse , toma de una pequeña biblioteca la biblia. Enciende nuevas velas, esta oscureciendo.Busca nervioso el libro del  Eclesiastés . Lee en voz alta , lo vuelve a leer y se percata que no es el tiempo lo que busca.
Lo cierra, apreta sus ojos, como creyendo que el pasado o el presente vuelven. No sucede nada. Nada sucede.Nada de nada.
Regresa a la playa La Mansa de Atlántida. 
Dormita sobre las arenas . Prende un cigarrillo , levanta su mirada al cielo. Descubre a las Tres Marías  unidas.
Unidas a la línea del horizonte.
Ariel y Silce abandonan el protagonismo... y las sombras aún continúan empañando el ojillo del aleph.

1 comentario:

ALICIA CORA dijo...

UN HERMOSÍSIMO RELATO, CONFIESO QUE ME ATRAPÓ. FELICITACIONES ABEL.TODO UN HALLAZGO DE GENIALIDAD. UN BESO ALICIA.