domingo, 20 de marzo de 2016

Ascensión Reyes (Cuento)-Chile/Marzo de 2016



VIVIENDO UN ENSUEÑO

     La Feria Regional exponía los más diversos progresos en cuanto a manufacturas de última generación y tecnología. Yo estaba trabajando en el Stand de una subsidiaria alemana que exhibía modernas máquinas de escribir, armadas en el país.
     Entre el gentío que circulaba por los pasillos del gran recinto, de pronto reparé con sorpresa que en el Stand de maquinaria agrícola, atendía un hombre relativamente joven. Pienso que lo de relativo es válido, porque su cabeza rubia estaba raleando en la corona. No le vi la cara, en ese momento estaba inclinado. Pensé que a este personaje ya lo había visto en alguna otra ocasión. Posiblemente en mi oficina o bien en el bus, en los trayectos diarios hacia la Feria. Aquel día ya había llegado la hora de cierre, ordené mis papeles, folletos, y guarde todo el material, como habitualmente lo hacía. Mi secretaria tuvo algo que hacer, se había marchado antes. Al cerrar la cortina metálica, di una mirada al personaje que había llamado mi atención. Me estaba observando y ésto me produjo un estado de nerviosismo extraño. ¡Sí!, estaba segura de haberlo visto en alguna parte. Lo vi hacerme un cordial gesto de despedida. Creo que me puse colorada, di media vuelta y me puse el abrigo negro sobre mi traje también negro. Estaba de luto debido al reciente fallecimiento de mi madre, con quien había compartido sus últimos años.
Al día siguiente, busqué con la mirada al hombre del Stand, pero no estaba, en esta ocasión lo atendía un jovencito que se mantuvo hasta el día anterior a la finalización de la muestra.
Cada día, al prepararme para ir a mi trabajo y mientras me miraba en el espejo y en mi mente se alojaba la imagen de aquel hombre, preguntándome ¿dónde lo había visto?
El último día llegué muy bien vestida, me había mandado a confeccionar un traje con mi costurera permanente, quien en esta ocasión me dejó completamente feliz. La imagen que me devolvía el espejo reflejaba una mujer de treinta años, de buen físico, piernas y busto moderados y un rostro donde cualquier maquillaje cambiaba positivamente el conjunto. Este día, al llegar al Stand…! Sorpresa, ahí estaba él!
Creo que sentí un golpeteo en el pecho que me pareció extraño. No sé si lo soñé o fue real. Me fue a saludar y a comentar acerca del desarrollo de la muestra. Dijo su nombre. Ignacio. Yo lo encontré muy acorde con su personalidad. Conversador, alegre y todo cuanto admiro en un hombre. Aunque gran experiencia no tengo porque a mis años nunca he tenido un candidato, ni para pololear, sólo he tenido amigos informales. Le dije mi nombre, pero cuando me preguntó donde vivía, desvié la conversación. Cuando todos nos retiramos coincidimos en el bus de camino a casa, pero íbamos en asientos separados. Yo contemplaba el mar, era verano y una luna llena hacía una senda luminosa en las aguas calmas de la bahía. Ahora veía este panorama como si tuviera, por primera vez, una ilusión por un hombre a mi medida.
     Pronto me reintegré a las oficinas de la firma para la cual trabajaba. El tipo se me había grabado en el pensamiento, lo veía pasar una o dos veces a la semana, por la acera que correspondía a mi ventana. Por ella podía observar gran parte de la calle a través de un visillo que había descorrido a propósito. Al cruzarse  nuestras miradas, me saludaba con una sonrisa.
     Un día me esperaba al salir del trabajo y curiosamente caminó a mi lado hasta llegar a mi domicilio, no me dijo ni media palabra. Sólo sentía el sonido sincrónico de nuestros pasos en el silencio de la calle adoquinada. Ahora yo vivía en la casa que compartía con mis hermanas, a quienes nunca me habría atrevido a contarles sobre esta aventura.
      Al despedirse me dio un beso, ante este avance romántico, cerré los ojos y no supe qué hacer, porque de pronto estaba sola, el hombre había desaparecido, como quien apaga un interruptor.
Una semana después, otra vez me esperaba a la salida, yo estaba ansiosa por saber detalles de su vida, pero no me hablaba y no sé por qué razón yo tampoco lo hacía. Nos dirigimos al parque. Ese atardecer caluroso, nos sentamos en un banco que estaba solitario bajo un árbol frondoso, ocultándonos de las miradas curiosas de los que pasaban por la vereda cercana. Me tenía tomadas las manos, luego me besó, me besó muchas veces. Yo me sentía arder de vergüenza, pero no me podía negar porque este hombre me había hechizado desde que lo vi. Creo que por primera vez estaba realmente enamorada. Ya estaba oscuro cuando recapacité, estaba sola en el banco, sin embargo sabía que ese hombre me había hecho su mujer casi sin darme cuenta. Sólo recordaba sus caricias recorriendo todo mi cuerpo. Sin embargo mis ropas se veían tan ordenadas como siempre.
     Llegue a mi casa y pensé que este asunto romántico ya había avanzado demasiado, le tenía horror a una maternidad sin estar casada. Tome la firme determinación de acabar esta extraña aventura en beneficio de mi salud mental. Sin decírselo a nadie, opté por buscar compañía. A la salida de mi trabajo, siempre me iba con alguna amiga o compañero que hacía el mismo recorrido mío. Cuando iba a mitad de camino lo divisaba parado en una esquina, como espiándome para saber con quien me juntaba. Imaginé que el hombre me estaba acosando. Un día supuse que algo le habría pasado porque dejé de verlo. Pero el hecho que no apareciera me hizo sentir más tranquila, aunque pensé que era una crueldad de mi parte. Y ese contrasentido me puso bastante irritable.
     Como en una nebulosa recuerdo que, de pronto empecé a sentir una extraña euforia, o más bien un estado de ánimo que no podía controlar. Algo atisba mi mente a recordar de aquel momento, podría decir de insanía. Creo que me exalté más de la cuenta por algo que me contradijo mi jefe, sin gran importancia. En ese momento mis hermanas decidieron internarme, contra mi voluntad en una Clínica, donde me borraron hasta el último pensamiento. Fue como nacer de nuevo.
Con los años supe que este romance, nunca existió. Ignacio, era el nombre del doctor que me atendía, y lo más importante, mi virginidad siempre ha permanecido intacta.

No hay comentarios: