jueves, 14 de febrero de 2019

Javier Claure-Suecia/Febrero de 2019

Foto:  Javier Claure C.

De izquierda a derecha: Julián Vásquez, Agneta Pleijel y Ulf Eriksson.

                                               León de Greiff y Gaspar de la Noche
                                                               
El Festival Cultural Nocturno de Korpilombolo se llevó a cabo, por decimocuarto año, el mes de diciembre del año pasado bajo el auspicio de la Asociación Cultural Korpilombolo y otras organizaciones culturales. Un intenso programa entre conferencias, talleres de escritura, películas, bailes, teatro, música y presentaciones de libros fueron expuestos al público. La escritora y docente Agneta Pleijel y los escritores Ulf Erikksson y Mikael Niemi fueron los invitados especiales, quienes contaron acerca de sus libros y de sus experiencias como escritores. Sabía que  Korpilombolo pertenece a la comuna de Pajala, situado en la frontera con Finlandia y que allí hace un frío del diablo. Sabía también que este Festival Cultural se está realizando desde hace muchos años. Para saber con exactitud de qué se trata y ver todo más de cerca, decidí viajar a ese lugar. Tomé el avión en Estocolmo y aterricé en la ciudad de Luleå. El vuelo duró una hora. Luego viajé en bus casi tres horas, subidas y bajadas entre hermosos bosques nevados y aldeas que más parecían cuadros de sagas nórdicas. Llegué a destino a las cuatro de la tarde, donde me esperaban con los brazos abiertos.
Korpilombolo es un distrito de aproximadamente 500 habitantes, y la mayoría habla sueco y “meänkieli”, un idioma muy parecido al finlandés. Hay un solo hotel, el “Hotel Bolombolo del Cauca”. Según el Instituto Sueco de Meteorología e Hidrología (SMHI), la temperatura, en este sector, puede llegar hasta -30 grados en invierno. Korpilombolo está rodeado de bosques y, en estos de  tiempos de invierno, la nieve reposa como un enorme manto blanco sobres los árboles, las casas y las calles. Es encantador, mítico y si uno tiene suerte puede observar, por las noches, una aurora boreal impresionante. También tuve la oportunidad de conocerlos a César Alejandro Jaimes, a Juan Soto y a Manuel Ponce de León de la empresa cinematográfica “Los Niños Films” que llegaron desde Colombia para filmar los eventos del Festival, los paisajes de Korpilombolo y cualquier otro detalle que sea necesario para realizar una película sobre la obra de León de Greiff.
Todo comenzó hace 14 años cuando Julián Vásquez Lopera, escritor colombiano y ex docente de la Universidad de Estocolmo y de Lund, investigaba sobre la obra del poeta colombiano León de Greiff de descendencia sueca. La relación poética entre Korpilombolo y Bolombolo había nacido hace muchísimo tiempo, pero Julián Vásquez hizo tangibles los efectos de esa correspondencia siendo el promotor de este Festival Cultural Nocturno. Es sorprendente que en un lugar tan remoto de Latinoamérica exista un parque que se llame “León de Greiff”. Y además, haya dos monumentos de piedra con inscripciones en sueco y en español
Pero en realidad… ¿Qué tiene que ver Korpilombolo con el Hotel Bolombolo del Cauca? Pues, es una historia apasionante la que une a Bolombolo, una aldea tropical situada a las orillas del Río Cauca (Colombia) y a Korpilombolo, otra aldea situada cerca del círculo polar ártico en donde, en épocas de verano, el sol se oculta muy tarde, y en invierno las noches son largas y los días muy cortos.
Carl Sigismund von Greiff y su esposa Lovisa Petronella Faxe, bisabuelos de León de Greiff, habían partido de Malmö (Suecia) a Medellín (Colombia) el año 1825 en busca de mejores condiciones de vida. Su propósito: explotar alguna mina de oro en la provincia de Antioquia. La joven pareja nunca  más volvió a Suecia. León de Greiff nació en Medellín en 1895 y murió en Bogotá el año 1976. Es considerado como uno de los poetas más importantes del siglo XX en Colombia. Su obra está compuesta, entre otras cosas, por “yoes” autobiográficos bien camuflados. Es decir, distintos personajes que con el transcurso del tiempo tomaron diferentes rumbos. Entre ellos podemos citar, por ejemplo, a Bogislao  von Griffus, Matías Aldecoa, Leo de Gris y Gaspar de la Noche siendo quizá el más notable.

La historia cuenta que León de Greiff era “grafómano” y noctámbulo por excelencia. Probablemente en las nebulosidades de la noche se apoderó de Gaspar de la Noche para rendirle homenaje al escritor francés Aloysius Bertrand (1807-1841) y, sobre todo, a su personaje “Gaspar de la Nuit”. A partir de este momento, el Gaspar de la Noche “greiffiano” empieza a tomar cuerpo. Y en ese devenir de la vida, León de Greiff, con tan solo 21 años, comienza a trabajar como contador en el Banco Central de Bogotá, donde frecuentaba con los poetas de la época. Apreciado por la bohemia bogotana, pero ignorado por el ciudadano común y corriente. En 1926 ocurre algo crucial en su vida, se cansa del ambiente bogotano y se va a vivir a Bolombolo. Allí consigue trabajo como administrador de obras del Ferrocarril de Antioquia. En otras palabras, abandona la capital para instalarse en un pueblo tropical. Este hecho lo bautizó como una “fuga rimbaldiana” (de Arthur Rimbaud). En camino a Bolombolo ocurre algo inesperado; se separan tres personajes: Matías Aldecoa y Leo de Gris van a parar a Bolombolo, mientras que Gaspar de la Noche huye a Korpilombolo y se refugia en el exilio poético. Vive entre bosques, casas abandonadas, canaletas, lagos, cuevas y recovecos. En verano se viste con trajes tropicales y camina con sombrero y su bastón. Pero en los crudos inviernos, le acompaña la soledad en medio de la nieve, el hielo, renos y trineos que deambulan en horas de claridad. Así transcurre semana tras semana, mes tras mes y año tras año. León de Greiff llegó por primera vez a Suecia en 1958 para participar como delegado colombiano en el Congreso Internacional de la Paz. Y un año más tarde fue nombrado primer secretario de la Embajada de Colombia en Suecia. O sea, el que había insuflado energía en el cuerpo de Gaspar de la Noche llega a Suecia después de 32 años, y lo hace buscar con, el Fabulador Paradislero, uno de sus personajes. Este sujeto viaja a Korpilombolo, recorre todo el pueblo entre la nieve y chiflones helados; hasta que finalmente encuentra a Gaspar de la Noche momificado y congelado. Lo lleva, en un cubo cubierto con hielo, a la residencia de León de Greiff en Estocolmo, y lo mete en el “cuarto del búho”, donde se encontraban libros, manuscritos, calendarios, apuntes y la máquina de escribir del ilustre poeta. Entre las cuatro paredes de ese cuarto, le hacen una autopsia revertida. Y, Gaspar de la Noche, despierta muy enfurecido echando fuego por la boca; primero porque lo despertaron, y segundo porque lo trasladaron a otro sitio muy diferente al que estaba acostumbrado. De repente surgió la pregunta ¿A qué se dedicaba Gaspar de la Noche en Korpilombolo? Pues vivía a la intemperie enfrentando los cambios climáticos polares. Sin embargo, vivía feliz y a sus anchas fumando una cachimba con tabaco de aroma achocolatado. Gaspar de la Noche se arma de coraje para enfrentar las críticas y  opiniones de sus interlocutores. Y les contesta: “Desde luego que llevo una existencia alejada del mundo, filosofando conmigo mismo, pero un dato importante quiero aclarar: en Korpilombolo jamás estuve convertido en cubo de hielo. Alguien del grupo tuvo la mala intención de propagar ese chisme (cfr. Obra Dispersa III: 354).

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