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sábado, 22 de marzo de 2025
Yina (Alicia Tagle Chiclana)-Argentina/Marzo 2025
El alba y su brisa!
Todo ha cambiado en …
Pocos días y el poeta
se levanta, camina …
A ese viejo río
Aquél lugar guarda, algo
del pasado, allí la conoció
Se apartaron del mundo.
Para vivir ese amor …
Distinto a todos
Como todo pasa, tan rápido…
Así corrieron los días
Su amor por ella…
No lo dejaba pensar
un día indefinido llegó.
Una piedra de descanso
hizo soltar sus lágrimas
Y el corazón se salía…
Del pecho
“ No me esperes más,
”Dónde voy, no puedes ir
Sé valiente, mi beso …
Quedará en tu boca
por la eternidad, mi amor
Es tuyo y se va muy lejos…”
Luis Tulio Siburu-Argentina/Marzo 2025
LA COLA DE LA LAGARTIJA
Eustaquio González González estaba aburrido aquella tarde calurosa de Salamanca.
Como ya había terminado de leer “La conducta sexual del carnero”, de Agustín Orihuela Trujillo, prefirió abandonar la frescura del sillón en la galería que miraba hacia el río Tormes, y dirigirse a una de las tantas bibliotecas circulantes de su ciudad natal, famosa por su universidad, y buscar algún otro título referido al mundo animal.
Al rato de caminar por los pasillos de ella, un título le llamó la atención con prioridad absoluta…”Por qué a las lagartijas les vuelve a crecer la cola?, de dos prestigiosos autores, el zoólogo Francisco García y el biólogo Miguel Carretero.
Se sentó a la mesa de los lectores y así pudo enterarse que las lagartijas tienen la capacidad de deshacerse de su cola para distraer a un posible depredador mientras huyen para salvar su vida. Pero esa prerrogativa de la lagartija no termina ahí. Son capaces de que les vuelva a crecer. Realmente es un super poder. La clave de su recuperación son las células madre que tienen en esa zona y que son capaces de generar una nueva cola.
Tras esa lectura fue que a éste salmantino la ansiedad se le elevara a mil y comenzó a centrar el tema en su problema particular.
Eustaquio había consultado recientemente con su urólogo pues pasados los 93 años, su miembro viril, del que antes estaba orgulloso, había decaído y recortado en tamaño considerablemente. Al leer la facilidad de las lagartijas con su cola, se puso a pensar que – si bien él no era verde ni se arrastraba – capaz alguna coincidencia anatómica o funcional podía tener con el reino animal y sus curiosidades, y su miembro podía volver a ser el de antes.
Cuando se lo planteó a su especialista justo en el momento que éste le hacía el tacto rectal anual, el urólogo se quedó tieso y con el dedo adentro, cosa que a Eustaquio no le agradó pero el culpable había sido él.
-¡¡Qué imaginación que tiene Don Eustaquio!! aseveró el urólogo…lo que hace la necesidad…pero tiene que comprender que usted es un ser humano y no puede entrar dentro del reino animal por la ventana y querer tener una licencia como la de la lagartija, que de cualquier manera la facilidad de reproducirse la tiene en la cola y no en el pene.
-Pero doctor, respondió ya decaído el charro…allí hablaba de las células madre que ya se usan entre los humanos…
-De acuerdo Eustaquio…pero de las lagartijas, no de las suyas. Además a usted se las tenían que haber sacado de su cordón umbilical cuando nació…pero basta de preguntas tontas, usted me confunde y me lleva a contestar cualquier cosa antinatural y no científica.
-No se enoje Doc, pero comprenda usted mi situación.
-La comprendo Eustaquio, y ya que usted se interesó por la lagartija le diré algo que lo ayudará con su problema…¿Viaja usted seguido con su auto por los caminos de montaña?
Sí, pero eso…¿ qué tiene que ver con mi angustia?
Mucho. Seguramente habrá observado en sus viajes a las lagartijas detenidas al borde del camino esperando a que pasen los vehículos para no ser atropelladas ni que le pisen la cola…
-Sí por supuesto…
-Bueno, eso es lo que quiero que entienda. La lagartija se arma de mucha paciencia para enfrentar la demora en cruzar la carretera.
-Y entonces…
-Este es mi consejo final. Usted disfrutó de su miembro durante 93 años. Ahora ármese de paciencia como la lagartija.