Leprosos
Venían
de las cenizas polvorientas y de la sequía
de los campos despoblados
de las murallas sin techo
que detienen a los mutilados.
Venían
de las trancas
del duelo perdido en el desierto
y de las sirenas
que causan desconcierto.
Venían
del abismo
del abandono
y del desprecio.
Venían
a la capital
a tantear el destino
a buscar misericordia
y al Cristo clandestino.
Venían
harapientos y famélicos
y brillaban sus ojos de humildad
y tenían ángeles metidos en el cuerpo
y comían tanta calle
y soñaban con Dios
y con el «hágase su voluntad».
Venían
tocando madera con sus muñones
y gritaban «verdura»
con voz rota por el hambre
y pagaban las muertes con los muertos
y la desigualdad con la limosna.
Venían
a saborear el aire de cada esquina
con la esperanza de estrechar las manos
«piedad por ellos» decían
y nadie acudía a la caridad
el no te conozco
con sombrero en el rostro
el sí, que siempre fue nunca
y escuchaban el ruido de los coches
y esculpían candelabros
ante un futuro desalmado
y lloraban antes de dormir.
Venían
de las cenizas polvorientas y de la sequía.
1 comentario:
Muy interesante
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