CONTRASTE ESTACIONAL
Alma vacía...
Las mañanas golpean guijarros,
como palomas aturdidas buscando la luz.
Al mediodía,
las plantas arden de hambre
para acortar la distancia
entre quien fui
y lo que queda.
En la niebla
encuentro retazos de telas viejas,
colores que ya no recuerdo—
un mosaico de tiempos pasados
arrojado por azar en el umbral de hoy.
Y entonces,
el alma se llena.
De este mosaico crece un árbol.
La tierra lo reconoce, tiembla,
susurra lentamente el nombre de su fruto.
Ah, esta dulzura de morera—
tan cerca,
tan patria.
El alma otra vez en la balanza:
vacía y llena,
en un invierno que nunca termina.

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