Errante osadía
Piel ajena
a mitad de penumbra
mis poros dormidos
se alertan a su roce.
No pedí papeles que confirmarán
tu vuelo libre,
con osadía me regocije
en tus brazos como tórtola
en su nido.
Nos fuimos descubriendo
todos los puntos cardinales
en la horizontalidad de tu aroma.
No sorbieron tanto néctar
los colibríes,
como tu boca en mi piel de abril.
Nos silenciamos en la cálida
energía de palparnos,
activar nuestro olfato
como ronroneo de gatos.
Ajenos tus labios,
ajenos tus ojos
más su llama encendían
la luz de los míos.
Tu esencia, tu aliento
me pertenecía
con el sello indeleble
de este amor errante,
exento de culpas si entre sabanas
nos bendecía la luna.
En cáliz sagrado
sorbimos el vino
en una entrega donde
presurosas las horas
bajaban el telón de una mágica aurora.

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