lunes, 21 de marzo de 2011

Nélida Vschebor-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2011

LA DAMA DEL BOLSO ROJO

   
Parecía salida de un escaparate. Erguida, con el cabello dorado cayendo en ondulante cascada sobre sus hombros. Lucía un traje blanco que ceñía suavemente su cuerpo. A su paso las miradas la acompañaban.
    Entró al bar. Yo la seguí. Ocupó una mesa cerca de la ventana. Yo me acomodé no muy lejos. Miró indiferente a los parroquianos. Su mirada resbaló sobre mi rostro, impasible.            Ambos pedimos café. Después de media hora comenzó a mirar su reloj. Al principio en forma displicente. Luego, a medida que pasaba el tiempo ya un poco más nerviosa. De pronto levantó su bolso rojo y lo puso sobre la mesa.
    Entonces me acerqué. -¿Julia?, dije.
    -Sí! ¿Oscar?. Sus enormes ojos negros se abrieron incrédulos. ¿Porqué no te aproximaste antes?
    -Esperaba ver tu cartera roja que la tenías escondida. 
     -Cierto!,no me di cuenta!. Se sonrojó Se veía insegura, frágil. Teníamos que haber pasado nuestras fotos por la computadora, no crees?
    Hablamos lo primero que acudía a nuestros labios. Tan fácil como cuando nos chateamos.

    Resulta que trabajamos para la misma empresa. Ella en contaduría. Yo, en el bufete de abogados.  La tarde decrecía y parecíamos viejos amigos. Pero no lo suficiente para confiarle que yo ya la conocía. Y que por esa razón conseguí su mail y comencé a comunicarme con ella.



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