jueves, 25 de octubre de 2012

Loreto Silva-Chile/Octubre de 2012



El osito gris

«Por fin salió de la habitación, ¡que humillación!, visitar a mi primer nieto como si yo fuese una ladrona, mas estoy convencida que mi hijo debe madurar y mientras él no aprenda a vivir debo darle espacio, espacio para pensar, para valorar su familia, en definitiva para crecer.  Aprovecharé para  entrar a conocerlo.
¡Es una belleza! Un delicado cachorro humano, frágil y fuerte, como sólo un recién nacido puede serlo. Lorena está muy cansada, casi dormida, no la voy a molestar, a ver guagüita ven conmigo, mírame soy tu abuelita, cómo vas a llamarme cuando aprendas a hablar,  lo importante  es que te amo desde siempre y te apoyaré para que seas un ser maravilloso, ojalá  puedas caminar sin problemas en tu viaje de la adolescencia te cuento un secreto: ese es el tramo donde se generan los desencuentros. Cariño quiero que sepas que tus padres te aman más que a todo y aunque a veces te parezcan incomprensibles solo desean tu bienestar». 
Mientras la mujer mece al niño en sus brazos y le susurra palabras al oído, Lorena se ha despertado:
_Tía, viniste a vernos, Esteban salió un momento  regresará pronto -una mano cariñosa acaricia el rostro de la joven:
_Descansa, mi niña, descansa,  vine a ver cómo están, con mi hijo conversaré... - aquí hizo un leve encogimiento de hombros _cuando pueda…
Lorena está contenta de ver a su suegra, desde que ellos habían discutido, meses atrás, no se visitaban y Esteban, soberbio, no se molestaba en comunicarse, la castigaba con su silencio. Esperaba que el nacimiento del niño produjera un acercamiento, amaba a su esposo, sabía que todo se le dio fácil en la vida, en realidad su único esfuerzo había sido abrir la boca para que se la llenaran, tanto consentimiento ahora incidía en la relación con su propia madre. Era un esposo maravilloso y todo parecía indicar que sería un buen padre, la verdad nunca entendió por qué con su madre no lograban llevarse bien. La feliz abuela carga al niño, mientras le canta  parece recordar algo, lo deja en la cuna y hurguetea entre sus ropas, pasándole un paquete de papel con cintas de colores, Lorena abre el regalo y se encuentra con un osito vestido con  primor, lo mira con ternura, su suegra tiene esas manos mágicas:
_El traje se lo hiciste tú, ¿verdad?  -La mujer hace un gesto de complicidad, la joven está cansada y cierra los ojos, la luz de la habitación ha disminuido, casi no se ve,  se sienten pasos y entra  Esteban, la abuela queda envarada, se le llenan los ojos de lágrimas, observa a su hijo, quien, ignorándola,  pasa por su lado y toma al niño en brazos.
En la mente del joven como una ráfaga se presentaron los recuerdos «¡Ya lo sé! ¡Ya lo sé! ¡Siempre tienes  razón!,  no hay forma de conversar contigo mamá».  Mientras da un portazo y se aleja, caóticas resuenan las palabras en su mente “...Siembra vientos...  ...El día que tengas un hijo en tus manos, recuerda lo que hemos conversado...”», y lo recordó todo, fue como si viese muchas situaciones por primera vez, con la óptica que solo un padre puede tener, y entendió, por fin comprendía; la emoción lo embargó y durante un rato las lagrimas corrieron por su rostro; ya más tranquilo pasea a su hijo y evoca a su madre, tal como la vio ese día, sentada en un sillón cosiendo un trozo pequeño de cuadrillé azul. Decide que no es bueno dejarse ganar por la tristeza, dejando a su hijo en la cuna seca su rostro y habla a su esposa:
_Lorena, mi amor, regresé ¿cómo te sientes?   
_Bien, bien -dice ella medio amodorrada, y agrega: _vino tu mamá, tiene muy mal aspecto, se ve muy delgada aunque  feliz de tener a su nieto en brazos. Habla con ella, no es posible que por tonteras estén alejados, más  ahora, que tenemos  un niño,  él necesita a su abuela.
La mujer mira a este hijo tan díscolo que resultó,  fue responsabilidad suya, su amor fue tan grande que la inhabilitó para corregirlo, ante sí lo reconocía: no fue una buena madre. ¿Cariñosa? ¡Si! ¿Consentidora? ¡Sin dudarlo!, pero ¿buena? lo que se llama ¿buena?…
Esteban enciende la luz, una sombra se aprecia en sus ojos, habla tranquilo, su voz tiene un dejo ronco:
_Lorena,  mamá falleció hace varias semanas... decidí no decírtelo hasta que naciera el niño, con ello evité que les ocurriese algo malo. -Lorena lo mira sin entender, El hombre continúa:
_Sufrió un accidente  cardiovascular, fue fulminante, cuando llegué al hospital  no podía hablar, ocurrió la noche del último día que nos vimos -Lorena lo interrumpe:
_Estas en un error, vive, nos vino a visitar, tomó al niño, me acarició -Esteban con calma le toma las manos:
_Imposible,  estás equivocada, con seguridad  vino una enfermera mientras dormías y te confundiste.
La abuela escucha atenta y trata de recordar. El día que discutieron él se marchó muy enojado, ella terminó de coser, vistió al oso y lo envolvió para regalo, luego en su habitación de tanto pensar y con la tristeza que la corroía, comenzó a sentir un dolor profundo entre el pecho y la espalda, tan fuerte era que le dolía al respirar, hasta que  se sintió desvanecer. Desconocía cuánto tiempo pasó en ese estado, aún esforzándose no recordaba, solo tenía una idea en mente ella no podía irse, no sin ver antes a su nieto, a ese niño que ella soñaba con tocar, a ese niño que sabía no era suyo y nunca lo sería, pero lo amaba desde antes que estuviese concebido, lo soñó, jugó con él, lo vio, lo meció. ¡No!  Dios no podía quitarle eso, solo quería verlo, conocerlo, tocarlo. ¡Señor dame un día!, ¡una semana!, ¡un mes! Otórgame el tiempo necesario para sentir que mi vida tuvo sentido. Él, había cumplido, tuvo a su nieto en brazos, lo besó, meció y hasta le cantó; ahora sin dolor ni apegos debía partir.
 Lorena mira la cuna, ve algo, indicando al niño dice:
-Si no fue tu madre dime ¿quién trajo  ese regalo? -Esteban palideció al ver un osito gris, vestido con un diminuto traje de cuadrillé azul.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Conmovedora historia de amor. Creo que las abuelas nunca parten del todo.

Pilar Molina dijo...

Una entrañable historia compañera, cargada de mensaje que nos hace reflexionar sobre la expresión de los verdaderos sentimientos..
Abrazos, fue un placer leerte.

Silvia dijo...

HERMOSA HISTORIA , FELICIDADES

MUNDO COMPARTIDO.... dijo...


HERMOSO RELATO, TIENE DE TODO PERO IMPERAN EN EL LAS SENSACIONES MAS PLENAS QUE UNA MADRE VIVE POR SUS HIJOS... Y EL FINAL ES PERFECTO. ME ENCANTA!! un beso