lunes, 21 de octubre de 2013

Abel Espil-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2013

UN HOMBRE COMÚN

Trabajo de noche.Tengo la suerte de que sea en mi casa.Vivo solo .Estoy separado desde hace veintiocho años. Con Raquel nos queremos...nos vemos poco.Descubrimos algo inevitable.Podemos vivir el uno sin el otro.En algunos aspectos nos admiramos y en otros somos diametralmente opuestos.Por lo tanto no tenía sentido continuar.
Antes de seguir con el relato, les cuento que tuvimos la suerte, en los cinco años de estar juntos,  de no haber tenido hijos.
Mi día comienza a las 15 horas.Mientras tomo unos mates, analizo el trabajo de la noche anterior. Antes de ducharme, llamo a cada uno de mis colaboradores. Dice Daniela , que tengo una proverbial actitud :
"de llamarlos todos los días del año para romper los huevos o los ovarios". Es obvio que no perciben que ellos son mis herramientas de trabajo. Si alguno se enferma, inmediatamente le estoy llamando médico. Si por alguna salida importante, me comunican que no pueden venir, yo les contesto que justo esa noche la paga era triple.
Mi trabajo lo reciben varios países. Los que me contratan ,no aceptan justificativos si no entrego lo comprometido en fecha.
En forma automática me implementan intereses y punitorios.
El trabajo es muy rentable, pero debo estar atento a algunas situaciones que pueden llegar a ser complicadas, como es el caso de los impuestos nacionales y los internacionales.
Esther-- una antigua amiga---me trae de Estados Unidos y de Europa ,todos los últimos elementos que contribuyen al mejor desarrollo de mi trabajo. Espero que por largo tiempo pueda continuar siendo azafata.
Mis amigos, con respecto a mi profesión, viven haciéndome chistes .Mi opinión y en este caso es una confesión, porque ya los considero lectores confidentes, es que ellos 
envidian mi trabajo.Presupongo todo lo que ellos sueñan o fantasean de mi vida personal. Creen que soy mujeriego ,que además mezclo cada tanto mi relación íntima con algún hombre o que mi despertar de todos los días es con una mujer distinta.
¡ Están tan equivocados ! Termino siempre de trabajar muy cansado. Harto de ver mujeres y hombres desnudos.
Disculpen el olvido, debo presentarme.
Me llamo Eduardo Carlos Iparaguirre. Hace treinta y siete años que soy fotógrafo de pornografía.

3 de Julio de 2013

5 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Abel: imagino que será lo mismo que trabajar en una confitería, al principio te llenás de cosas ricas pero, luego, no podés ni verlas. Eso no impide que la imaginación de los amigos, tenga rienda suelta.Ingenioso relato, como siempre, un abrazo de

ALICIA CORA dijo...

`Qué desenlace! Te felicito por este cuento que va llevando al lector por un camino si se quiere lógico. lo que menos se piensa es que el protagonista se gana la vida de esa forma. Me encantó, felicitaciones amigo. Besos de Alicia.

Anónimo dijo...

Abel cuanto ingenio, cada vez superandote, felicitaciones Cariños
Rita




Marta Susana Díaz dijo...

Curiosa profesión la del personaje. Despierta la imaginación hasta el final y te da de frente cuando menos te lo esperás. Un buen relato y sobre todo original. Me encantó.

Anónimo dijo...

Raro y original relato. Con un toque de humor y remate inesperado. Una veta distinta para seguir explorando. Te felicito... y van...Marcos.