miércoles, 21 de octubre de 2015

Bernardo Penoucos/Octubre de 2015




Me vengaré llorando, dijo Martí,
Insoslayable anuncio, inamovible  venganza
Se salan las grietas y los suburbios
De las villas, cárceles y loqueros nacen las lágrimas como cuchillos
Sombras ocultas en la lentitud de la noche
Sollozos esquinados, manos transpirando tiemblan en el sopesado aire
Me vengare llorando, dijo Martí,
Se caen los lodos de los rostros vulnerados,
Llora el campesino la tierra de cuando, llora el preso,
Llora el puto, llora el pobre, llora la espalda de la mujer ultrajada por la virilidad impuesta,
Llora la venganza hamacándose tras el aljibe
Negros los ojos que espían, curtido el lomo que aguanta
La venganza será de llanto y de insomnio
Ya nadie, creo que nunca, podrá amigarse en el sueño
Se queja la madera, cruje la casa,
Los andamios ceden.
Me vengare llorando, dijo Marti.
Para que nadie, nunca más, muera encerrado en el oxido de un cuerpo.

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