sábado, 26 de noviembre de 2016

Lilia Cremer-Argentina/Noviembre de 2016



 Recuerdo con aromas

Mis alpargatas se hunden y el olor a pasto mojado llega en oleadas con el fresco de la mañana. Mis manos pequeñas sostienen el jarro de mate cocido que voy tomando a sorbos. El aroma de  la yerba se mezcla con el de la menta del sendero. En los bolsillos están apretados los pasteles de la abuela, tibios aún. Paso junto a los aromos en flor. El olor de las caballerizas avanza hasta ganarle el reto a las flores. Empujo la puerta de madera húmeda por la llovizna. La memoria de mi nariz acoge cada fragancia con regocijo. El heno, el sudor ácido de los cuerpos vigorozos, el penetrante estiércol.
Lo busco con la mirada temblorosa.Tengo miedo. Miedo a perderlo. Ahí está, echado. Los ojos vidriosos, suplicantes. Me arrodillo y lo abrazo. Acaricio su crin suave, liviana. Huele a resina. La peino con mis dedos. Él se entrega a mi cariño.
—Compartamos el desayuno, amigo—, le susurro. Percibe la fragancia dulzona. Parece reanimarse. Coloco peque Recuerdo con aromas
orremos por los campos de lavanda en flor y somo uno, mi caballo y yo.go.ueana. Huele a resina. La peino coños trozos en su bocaza. Un amor dulce y profundo nos envuelve. Apoyo mi mano sobre la venda.
—Curate pronto, compañero—, le digo.Él cierra los ojos, yo también. Sueño despierto. Corremos por los campos de lavanda en flor y somo uno, mi caballo y yo.

2 comentarios:

Walter H. Rotela G. dijo...

Me gusta la descripción de ese mundo, ese universo particular, donde la amistad entre ese humano y su bestia equina pueden verse como un camino de dos en un único sendero. Breve, bello y muy completo, a la vez.

Anónimo dijo...

Hermoso cuento.