sábado, 21 de julio de 2018

Antonio Gómez Hueso-España/Julio de 2018


Delfos




Desparramado en la nostalgia de los tiempos,
vive, pervive Delfos.
Tan efímero como eterno,
tan recóndito como hospitalario,
tan misterioso como revelador.

Me reencarno en aquel peregrino
—dos mil quinientos años a mi espalda—,
vuelvo a purificarme en las aguas del Castalia,
duermo al raso en el barranco de Pleistos
y me hablan los dioses de siempre,
desde Apolo a Gea, de Zeus a Atenea.

Y tengo una consulta para la Pitonisa:
“¿A qué cielo irá mi cuerpo desvencijado
cuando la negrura me devore?”
Espero la tablilla reveladora.

Llega el sacerdote. Me la entrega.
“Tu alma es el cielo prometido.”

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