sábado, 21 de diciembre de 2019

Carmen Guzmán Cedeño-Venezuela/Diciembre de 2019


Vienes y me preguntas:
 ¿Qué edad tiene usted señora?
A la cual con un una media sonrisa te respondo!
Tengo la edad suficiente para balancearme
Entre lo blanco y lo negro y disfrutar
de los claroscuros de la vida.
La edad de  no rasgar más hojas del gastado
Calendario y simplemente caminármelo
Descalza de novia con la vida los 365 días del año.
La edad donde los besos son menos frecuentes,
más se disfrutan como el buen vino,
Saboreándolo como susurro de agua clara
en el vértice de mi boca,
en cada papila de mi  lengua.
Tiempo de volvernos exigentes carceleros
Para quien toque la puerta al entrar,
en silencio, con profundo respeto si logras colarte
hasta  mi interior al cerrar el postigo,
¡habítame e irrespétame
entre mis  sabanas mudas de soledad!..
Es la edad donde no existen las dudas
Para amar, púes no  buscas con afán el amor.
…Él te encuentra recostada en la concavidad
De clara luna menguante.
Edad donde ya no eludes el espejo,
Desfilas delante de él, pues se te ha vuelto amigo confidente.
Si, ese que te imita con un guiño
Y si estas triste con total desparpajo te dice:
“Anda píntate los labios como guinda jugosa
esos rayos luna colgados en tu frente
Como mariposas, suéltalos al viento.
Despeina tu cabello y has que los pichones
dormidos en sus nidos batan con libertad sus alas ,
Y la tersura de tu faz despliegue una sonrisa.”
Edad donde la alborada se espera con un café bien cargado,
entre aromas de bruma y montaña.
Y en cada crepúsculo me voy despojando
de la corteza que cubre mi tallo,
Hasta quedarme desnuda de piel,
Y si en la humedad  de  una llovizna primaveral, tus tibias manos me recorren
 hilvanando , enhebrando cada anillo,
cada año como orfebre del tiempo en este cuerpo que aun represa
Vertientes de tibia savia para ti.
Sin enigmas, sin preguntas saciaran tu sed!