lunes, 21 de diciembre de 2020

Angélica Marengo-Argentina/Diciembre de 2020


 

Maradona, un universo de paradojas

 

 

Parafraseando a Woody Allen: “lo queremos como a un hermano, como Caín a Abel”.

Un artículo de opinión sobre “El Diego”, dios y diablo, fashioner y comunista, amigo y cliente. Un universo de contradicciones.

 

 

Maradona jugador. Dios y diablo en la cancha.

 

El “Estrella Roja”, humilde equipo proveniente de su no menos humilde origen de Villa Fiorito, fue el lugar donde colaboraba su padre para quehaceres del club, y cuna de la vertiginosa carrera de Diego Maradona, consagrado el mejor jugador de futbol de todos los tiempos. Hubo una sucesión de clubes, pruebas, triunfos y rechazos -  como cuando jugaba en la primera división de Argentinos Juniors - siendo eliminado a dedo por el General Videla de la lista de seleccionados para el Mundial 78. No sabremos nunca el porqué, fue un “pinchazo” en su orgullo que lo llevó a parapetarse el año siguiente como Capitán de la Selección Argentina ganadora del Mundial Juvenil en Japón. De allí al Napoli, con un corto paso por el Barcelona, donde una hepatitis y una lesión le impidieron dejar un buen recuerdo al hincha azulgrana. De la mano del futbol italiano llegó la gloria y con ella el incipiente infierno. Otra paradoja, Maradona es dios y diablo, pasión y dolor, genialidad e ignorancia, la devoción y el desencanto.

En Italia contrajo matrimonio con Claudia Villafañe - en lo que se llamó la boda del siglo -, madre de sus dos hijas legitimas Dalma y Gianina. Diego se convirtió en un personaje digno de veneración comparado con San Genaro, el patrono de Nápoles. Diego era el mago que llevó a un cuadro de segunda división como el Napoli a ganar los Scudettos de 1987 y 1990, la copa UEFA de 1989 y la Supercopa de Italia de 1991.

Y así como era un dios en la cancha, en 1985 comenzó su caída, lenta pero irrefrenable. Con su representante y “amigo” ingresó por la puerta grande al maremágnum de las drogas, las prostitutas y el alcohol, era el rey de la noche italiana. Anotaba goles en la cancha como excesos en la noche. Dicho por el propio Maradona, un amigo le presentó a la dama blanca, la que más lo traicionó, la que más le hizo perder la cabeza y el dinero como ninguna: la cocaína.

- La primera te la regalan, la segunda te la venden - frase acuñada por los propios adictos cocainómanos, y que el propio Diego la reproducía para explicar cómo entró a ese infierno.

El mejor jugador del mundo era a la vez el más indisciplinado. Paradojas. Su carrera internacional terminó en una olvidable temporada en el Sevilla. En cuanto a la Selección argentina, de ser el ídolo de “la mano de dios” en el Mundial 86 devino en un diablo al que “le cortaron las piernas” en el 94. Durante ese periodo, tuvo tormentosas relaciones con las mujeres, las drogas y la ley. Fue detenido por portación de drogas, y suspendido por la misma razón por la FIFA. Su carrera deportiva oficial terminó en el 97. Ya no era un dios ni adentro ni afuera de la cancha. Había ganado el diablo.

 

 

Maradona en sociedad: de fashioner capitalista a rancio comunista.

 

Ese muchacho humilde de Villa Fiorito alcanzó la fama pronto. A los 18 años era campeón mundialista, y de ahí en más nunca dejó de sumar copas, triunfos y más triunfos. Y con cada uno de ellos, más dinero, más fama, más acceso a lugares que por su origen humilde jamás habría podido llegar, mejor ropa, casas caras y lujos exóticos. Y con ellos, las drogas. Cuenta la leyenda que incluso llegó a inmiscuirse dentro del cartel de Cali para garantizar la mejor calidad de las drogas. Con Guillermo Coppola, Maradona se acercaría al infierno hasta quemarse. Un mafioso arrepentido, contó para el semanario italiano Panorama que Maradona incluso, aprovechándose de su popularidad y de que en los aeropuertos nunca lo requisaban, transportó droga para carteles del sur de Italia.

Sí, Maradona ganaba una millonada en Nápoles, pero era el rey de la noche y además mantenía a decenas de amigos de Buenos Aires que vivían a costillas de él. Llevaba un tren de vida en donde había cenas, mujeres, tragos exóticos y coca, mucha coca. También respondía a otros intereses de la mafia italiana, como no presentarse a algún partido para que el Napoli perdiera - apuestas mediante de la Camorra - fundamentándose en la idea de que Diego era el alma del equipo, y como tal, si no se presentaba probablemente perderían.

Junto a la fama, el dinero fácil y las malas juntas llegaron más excesos, más mujeres, esos trajes excéntricos, llamativos y, carísimos de Versace, la estola de piel blanca inmortalizada en su saludo de Navidad y corbatas estridentes de diseño que lucía por los 90. Se convirtió en un fashion victim, o aún mejor expresado, un nuevo rico que ostentaba con obscenidad sus lujos. Asistió a eventos y lugares inalcanzables para un niño de Villa Fiorito, vivió en lugares que jamás podría haber pagado si no fuese con el dinero adquirido por la venta de sus costosos pases. Pero así como se le abrían numerosas puertas, lentamente se le cerraban otras. Su adicción lo llevó a dudosos episodios donde fue detenido, sometido a caprichosos análisis en el medio de un partido donde dio positivo. Su vida se convirtió en un derroche de dinero y situaciones bochornosas. Profesionalmente, tras su retiro ejerció como entrenador, directivo del Boca Juniors, comentarista deportivo y presentador de televisión. A pesar de los numerosos escándalos y polémicas que protagonizó durante y después de su carrera deportiva, Maradona siguió siendo un ídolo. En 2008 fue nombrado Director técnico de la Selección argentina de fútbol, y su gestión, como era de esperar, fue controvertida. Su poca exitosa trayectoria como entrenador continuó en los Emiratos Árabes Unidos, Bielorrusia, México y finalmente en su Argentina natal como técnico de Gimnasia y Esgrima La Plata.

"Soy de izquierda, todo de izquierda, de pies, de fe, de cabeza. Pero no en el sentido que ustedes le dan en Europa al término político. Soy de izquierda en el sentido que soy para Alfonsín, para el progreso de mi país, para mejorar la vida de la gente pobre, para que todos tengamos paz y libertad", expresó en 1986 a la salida de la reunión con Raúl Alfonsín, quien recibió a los flamantes ganadores mundialistas en la Casa Rosada. ¿Una actitud moderada tal vez?

Diego conoció a Fidel Castro el 28 de julio de 1987 cuando viajó a La Habana para recibir el premio al Mejor Deportista Latinoamericano 1986 de la agencia Prensa Latina, que, sorprendentemente en 1986, le concedió el premio al mejor deportista del año, al futbolista profesional mejor pagado del mundo (para ser coherentes, al mayor traidor a los preceptos revolucionarios). Y más aún considerando que provenía de las clases bajas que debían ser comunistas naturalmente o por ósmosis, el premio no se lo concedieron a ninguno de los cubanos que habían ganado millones de pérfidos dólares imperialistas.

Diego le regaló la 10 argentina y Fidel su gorra autografiada. Y desde entonces, Maradona admiró al líder de la Revolución cubana. "Es sabio y modesto. Los cubanos tienen un hombre al frente que es un fenómeno y cuando lo vi me pareció tocar el cielo con las manos. En este país no hay chicos descalzos", escribió el futbolista después de ese primer encuentro.

Fidel lo convenció de viajar a Cuba para rehabilitarse de las drogas, pero fue después de una descompensación cardiaca grave que lo decidió.

- Bueno, tordo, vamos… - le había dicho esa tarde Maradona a su médico, quien le dio el visto bueno para seguir su tratamiento en Cuba. La decisión la tomó después de mantener una charla con su esposa Claudia y su amigo y mánager, Guillermo Coppola. El 18 de enero de 2000, el Dr. Cahe salió a la puerta del Instituto Sacre Cour y les dijo a los periodistas: “No tienen ni idea del paso importante que acaba de dar Maradona”. En Cuba realizaría un tratamiento de rehabilitación para su adicción a la cocaína luego de someterse a una serie de chequeos médicos que evaluarían el estado de su corazón y de su sistema neurológico.

"No soy comunista, pero soy ‘Fidelista’ hasta la muerte", le dijo el futbolista a un corresponsal.

Más allá de Cuba, el astro del fútbol recorrió América Latina reuniéndose con los líderes de izquierda de diferentes países. Estuvo en Nicaragua con Daniel Ortega y apoyó a los Kirchner en Argentina. Incluso, se sentó justo al lado de Cristina Fernández el día en que ella despedía a su esposo Néstor Kirchner, en sus honras fúnebres del 28 de octubre de 2010. Maradona era un invitado habitual en Venezuela, donde Hugo Chávez y posteriormente Nicolás Maduro lo recibían con honores. En medio del cerco mediático que Colombia lideró en contra de Venezuela, el 10 argentino viajó a Caracas para respaldar a Maduro. "Con todo mi amor a Venezuela y a su Presi", escribió en el libro de visitantes de la Casona Cultural Aquiles Nazoa. “Somos chavistas hasta la muerte”. Así se expresó el astro del fútbol, a principios de agosto pasado, en tan sólo una de tantas demostraciones de su apoyo a los procesos izquierdistas en América Latina.

"Cultivamos una amistad verdadera, la última vez que hablé con él fue el día de su cumpleaños", dijo Maduro al tiempo que le agradeció por su lealtad y por ser un "gran rebelde contra las injusticias y los opresores del mundo". Resaltó que en enero fue la última vez que vio al astro argentino durante una reunión en casa presidencial venezolana, y que en esa oportunidad Maradona le manifestó su intención de ayudarle a "resolver los problemas" para la importación de alimentos que, según el Gobierno, se ve afectada por las sanciones extranjeras. "Nos ayudó en algunas cosas secretas", apuntó.

Y aquí viene la pregunta que nos hacemos todos. ¿En qué momento dejó de lado su consumismo capitalista para convertirse en militante ejemplar de la revolución castrista y latinoamericana de izquierda erigiéndose en portavoz de los desposeídos? ¿Fue un proceso de adoctrinamiento lento o una evolución natural de un chico humilde devenido en rico que no olvidó sus orígenes? Me atrevo a pensar que su falta de formación y también de información crearon la situación ideal y el campo de cultivo necesario para inocular en él su odio clasista en el cual se sustenta el comunismo. ¿Fue suficiente esa composición de “necesidades insatisfechas” para provocar un olvido y abandono del lujo e ir mutando en militante gris y uniformado despojado de todo materialismo?

Muchos interrogantes en este universo de paradojas. Muchas contradicciones manifiestas, como siempre. Pero aun así me cuesta hacerlo responsable directo de la barbarie socialista. Fue un adoctrinado más como tantos profesionales que incomprensiblemente defienden esa teoría retrógrada e igualitarista, con la diferencia que por todo lo enumerado fue fácil inocularle el revanchismo clasista aun cuando fue pobre en bienes pero rico en afectos. Todos recordamos al Maradona que iba a la discoteque El Cielo, que usaba horribles pero carísimos trajes Versace y hacia ostentación de un Scania por Barrio Parque, un capitalista al mil por mil. Hay una ingeniería sofisticada y perversa que logra mutar su esencia en resentimiento y transformarlo en un socialista viviendo como un rey.

“Amado u odiado, nunca ignorado”.

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