lunes, 20 de diciembre de 2021

Elías Galati-Argentina/Diciembre de 2021


 

COMO SE PIENSA

 

 

Tenemos el deber de ser inteligentes (Jean Guitton). El pensamiento surge de sentir. Los estímulos nos impresionan y la condición humana, al recibirlos genera un sentimiento, primero de asombro, luego de confort o incomodidad, de alegría o tristeza, pero siempre de inquietud. ¿Qué es? ¿Qué pasó? ¿Por qué? Es natural al hombre el asombro y la inquietud, que genera preguntas en su yo íntimo, que desatan estímulos cerebrales que lo llevan al pensamiento. Es la capacidad de asombrarse, como dice Aristóteles en la Metafísica, “Todos los hombres aspiran por naturaleza a saber, prueba de ello es que nos gustan las percepciones de los sentidos...” La cuestión es cómo se piensa, desde dónde se piensa, y si es posible educar el pensamiento. Pensar es un acto personalísimo, íntimo y vital de cada uno de nosotros. Es el acto de libertad por antonomasia, se cuenta que San Pablo preso en una cárcel que era una pieza bajo tierra, engrillado a una columna y sin poder moverse más que la longitud de la cadena, decía soy libre en mis pensamientos. Nadie puede quitarme esa libertad. Pensar es imaginar o considerar; reflexionar y examinar con cuidado una cosa para formar un dictamen. Por ello el pensamiento es la ponencia o facultad de pensar; es acción y efecto y también la idea inicial y capital de cualquier obra que emprendamos. Para la filosofía es el pensamiento objeto de la lógica, en un sentido formal, y para la psicología es el tipo de conocimiento que permite al hombre una aprehensión intelectual de la realidad. Diferenciada de la aprehensión sensorial y perceptiva que proporciona sólo una imagen parcial del mundo. Podemos decir entonces que es el curso de ideas determinado, de carácter simbólico iniciado por un problema o tarea y que lleva a una conclusión. El hombre recibe impresiones, sensaciones, y en determinado momento, siente la necesidad de evaluarlas, de elaborarlas, y piensa sobre ellas. Esa inquietud, esa admiración inicial, es la que lleva a la característica esencial del pensamiento humano. Es decir volvemos al principio al pensamiento inteligente. Hay cuatro clases de pensamiento, el primero y más amplio es cualquier actividad mental o espiritual; luego la actividad de la razón en cuanto es diferente de los sentidos y de la voluntad; en tercer lugar la actividad discursiva y por último la actividad intuitiva. Para Descartes pensar significaba entender todo lo que sucede en nosotros y que percibimos inmediatamente. Pero entonces querer, imaginar y sentir son iguales a entender y significan pensar. Spinoza llega a incluir entre los modos del pensamiento, el amor, el deseo y toda otra afección del alma. Sin embargo desde Platón y Aristóteles, como para San Agustin y Santo Tomás, el pensamiento tiene que ver con la intuición y significa su identidad con el objeto, considerando entonces el pensamiento como entendimiento. La aseveración de Guitton va en ese sentido, pensar desde un pensamiento inteligente, es poner en evidencia la facultad humana de conocer, es señalar el pensar como entendimiento. Es decir entender, con una forma de profundidad intelectual distinta del pasatismo original de sentirse estimulado y reaccionar naturalmente. Entonces pensar desde la inteligencia, con toda la connotación emocional, sensible y con toda la voluntad de acción de nuestra parte, puesta en el desarrollo del acto de pensar. ¿Cómo se enseña a pensar? ¿cómo se logra un pensamiento inteligentes? Por supuesto desde los valores. Desde aquello que vale esencialmente. Aquello que nos estimula, aquello que imprime nuestra alma con la sensación y que produce, pasión, deseo, voluntad de acción, debe ser cotejado con la verdad, con la realidad, con lo justo, con lo bueno, con lo meritorio y con lo necesario, no sólo para nosotros sino para el grupo social y para la humanidad. Entonces nuestro pensamiento tomará la dirección correcta y en consecuencia nuestras obras y nuestro comprtamiento, seguirán el mismo camino. Como cotejo entonces mi pensamiento. ¿Es cierto aquello que pienso, es necesario y útil, es bueno y justo? Si desde la mas tierna infancia enseñamos a nuestros niños a cotejar sus pensamiento con los valores, a señalar las virtudes que deben acompañar a aquello que pensamos y que nos hace actuar, habremos logrado entender la senda y enseñarles a vivir correctamente, desde el pensamiento de su yo interior hacia el mundo y sus semejantes que los acompañan. 

 

©Elías D. Galati, Argentina


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