lunes, 20 de diciembre de 2021

Susana Consolino-Argentina/Diciembre de 2021


 

El tejido 

¿Qué piensan las mujeres cuando tejen? Le venía a su memoria una nota de una revista “femenina” de hacía muchísimo tiempo, cuando las mujeres aún tejían. El autor había dado una extensa explicación. En aquel momento, veinte años atrás, ella también supo tejer. Muchas compañeras lo hacían. Aparecía la secretaria de la escuela, con un modelo lleno de ochos, punto arroz y trenzas: “- No, me los tejo yo”. Mirá si lo voy a comprar”. Les contestaba a sus compañeras. 

–En qué momento, con cuatro hijos, secretaria por la mañana y dando clases por la tarde. “- A la noche, mientras espero que lleguen para la cena, miro las noticias y no puedo estar sin hacer nada”-. Esa era la respuesta. Y también tejían bastante las maestras, mujeres que trabajaban mucho. Y ella para no ser menos supo tejerse dos o tres pullovers por año. El entusiasmo se contagia. Todo esto comenzó a recordarlo mientras tejía las primeras vueltas de lo que sería un chalequito para una recién nacida, que aún estaba en la panza de su mamá y seguro ella no conocería jamás. Hablar de bebés, y más cuando necesitan  elementos básicos, parece que despierta el instinto maternal aún en mujeres que estuvieron alejadas de la maternidad. Su mente se fue para otro lado, porque ¿qué piensan las mujeres cuando tejen? Cualquier cosa, se pasa de un tema a otro sin darse cuenta. Recordaba la luna. Tal vez porque hace un tiempo se le sacan muchas fotos y se ven espléndidas en el facebook. Su  luna había sido toda suya cuando era chica, tal vez adolescente. Era la luna de enero. Salía a la noche por la calle 25, y la veía: un disco gigante, rojo. Claro pensó- en esas épocas no había luz en las calles. Los árboles eran bajos, casi se podía ver la playa desde ahí. Era hermosa su luna…Y hacía mucho no la veía ni la recordaba así. Y vinieron a su mente las imágenes que vio en el último tiempo. Motivada tal vez por todo lo que gira alrededor de ese mágico objeto al que muchos miran y para otros es algo que está ahí pero no le prestan atención. Pasaron las imágenes vertiginosamente por su cabeza, a veces parecía de plata, sólida, fuerte, otras veces de cristal, hubo momentos en que creyó que le transmitían mensajes. Ahora la poesía, esa que abrevó en su vida no hacía tanto tiempo, se le había alejado de las cosas. Por un instante pareció escuchar el ruido del océano, el que le infundía terror cuando era pequeña, y con ese rumor de sus recuerdos otra vez recordó a la luna. Ahora le pareció que se deshacía en un cataclismo de botellas rotas. Dejó el tejido en un costado, se levantó de la silla, y se preguntó cómo podía hacer para alejar recuerdos. 

 

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