La copa de vino
Sentada frente a la chimenea
Me sirvo una copa de vino tinto al tiempo,
Afuera esta nevando, mi ropa de invierno calienta mi piel
Y el vino entibia mi sangre.
Me recargo en el taburete de cuero café,
Aquél en el que solías sentarte en la noche,
Aspiro el aroma de las uvas fermentadas y sonrío,
Mi mente esta lúcida, pero sueña despierta.
Me encojo y me abrazo a mí misma,
Sirvo otra copa de vino, y una más,
Y así, con el calor de la leña y de mi sangre,
Imagino que estás a mi lado, abrazándome.
Y te quitas tu jersey de lana
El olor de tu perfume se suelta, impregnando el ambiente de su aroma,
Y me despojas poco a poco, con calma y sin prisa,
Del sueño, del frío y de la ropa.
Y así, nuestras pieles, nuestros cuerpos, entrelazados,
Apenas alumbrados con el resplandor del fuego,
Se agitan, se acaloran, se cansan,
Y exhalamos el último éxtasis en un suspiro.
Y el fuego se extingue, se apaga y la habitación se enfría,
La copa de cristal cae de mi mano, vacía, seca,
Pero mi mente está aún soñando contigo y conmigo,
Desnudos, abrazados, sin frío y sin prisa.
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